Por Álvaro Delgado
Si “El Bronco” Jaime Rodríguez no encarcela pronto a su antecesor Rodrigo Medina, emblema de la “corrupción sin llenadera” en Nuevo León y quien fue sustento de su campaña, sólo ratificará lo que muchos piensan de él: Que es un embustero.
Y entonces lo que se busca potenciar con las candidaturas independientes, una opción ante el desprestigio de los partidos políticos tradicionales, resultará peor, y esa desesperanza dará razón a los que erróneamente creen que todos son iguales.
México ya conoció a otro ranchero deslenguado que se decía empresario, Vicente Fox, que en realidad estaba quebrado y que hoy vive a costillas de los mexicanos pese al fiasco de gobierno que hizo, que en buena parte explica el recelo social de los políticos de todo signo.
El castigo para Medina es la principal promesa de “El Bronco”, que de no materializarse en cárcel inmediata por maniobras legales, incompetencia o pactos mafiosos –da lo mismo–, representaría una bofetada a quienes lo eligieron, como lo hizo Fox en su momento con las “tepocatas, alimañas y víboras prietas” que siguieron tan campantes o con los “peces gordos” que atraparía y que no llegaron ni a charales.
De ese tamaño es el reto de “El Bronco” –promotor del rufián priista Roberto Madrazo en 2006–, pero también de otros políticos que ganaron como independientes: Los alcaldes Alfonso Martínez, en Morelia, Michoacán, y Alberto Méndez, en Comonfort, Guanajuato, así como los diputados Manuel Clouhier, federal de Sinaloa, y Pedro Kumamoto, local de Jalisco.
Salvo Kumamoto, los otros tres han militado en el Partido Acción Nacional (PAN): Clouthier fue diputado plurinominal y, aunque quiso, no se le permitió reafiliarse, y los otros dos se volvieron independientes cuando su partido les negó la candidatura.
Ellos como alcaldes y legisladores deben acreditar que su desempeño será no sólo distinto, sino notablemente mejor al de priistas, panistas, verdes, morenos y demás fauna partidista que, para eso, se presentaron sin las ataduras partidistas, sino como independientes al servicio de la ciudadanía.
En el caso de “El Bronco”, ya sin la retórica ranchera –si es auténtico, el lenguaje es lo de menos–, sólo con la contundencia de los hechos deberá demostrar por qué lo eligieron los nuevoleoneses al margen, inclusive, de si ambiciona ser presidente de México.
Del desempeño de “El Bronco”, de los dos alcaldes y los dos diputados mencionados, depende no sólo la expectativa de quienes los eligieron, sino de quienes desean imitarlos por las razones que sean, en un esquema que fortalece el régimen de partidos políticos en México.
Gobernar y legislar como independientes será un parámetro para el futuro: Si cumplen, la ciudadanía tendrá otra opción y el propio sistema de partidos se fortalecerá para bien –y hasta “El Bronco” podría ser presidente–, pero si fallan su responsabilidad será doble, porque traicionarán su compromiso de ser diferentes.
Como Fox al convertirse en el primer presidente no priista en el 2000, “El Bronco” ya pasó a la historia como el primer gobernador independiente de México, pero ahora su desafío es no ser otro fiasco, como aquel ranchero vividor que invierte en petróleo y, en su codicia, ha privatizado hasta el espacio público de la comunidad de San Cristóbal…
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Fuente: Proceso