El padre Alejandro Solalinde criticó el recibimiento estilo Televisa que las autoridades dieron al Papa Francisco a su llegada a México, el pasado viernes 12, y aseguró que el “alto clero” ha evitado que las víctimas se acerquen al máximo jerarca de la Iglesia católica.
El sábado en Palacio Nacional “sí fue tratado como jefe de Estado, le hacen honores, todos los protocolos, pero finalmente también lo acaban viendo como un pastor”, apuntó en entrevista con Carmen Aristegui en CNN.
Los tres primeros días, dijo, las personas del gobierno y del alto clero sólo permitieron el acceso a Jorge Bergoglio a conocidos de ellos, por lo tanto “da la impresión de que hubieran privatizado al Papa”.
De acuerdo con Solalinde, hacia el exterior se quiso dar una impresión de México como un país donde no pasa nada, no hay violencia, no hay pobreza, “porque puede verse que la gente está muy bien comida, muy bien vestida, gente educada, muy limpios, donde todo está impecable”.
En cambio, agregó, con su visita del lunes 15 a Chiapas “fue otra cosa y vi a este Papa distinto, contento, los dos obispos de San Cristóbal, Felipe y Enrique, son buenos pastores que se han entregado a la gente, la gente los quiere, y ellos lograron ese contacto entre la Papa y la gente”.
Antes de que el líder católico viajara a Michoacán, Solalinde dijo que sería “una buena oportunidad para hablar de la necesidad de la protección de la niñez, el respeto a sus procesos de maduración, (Michoacán) es el lugar ideal”, apuntó.
Y manifestó su sorpresa porque el domingo 14 el Papa “tuvo la oportunidad de hablar de los feminicidios en Ecatepec (pero) no mencionó nada”.
En Michoacán, añadió, debe hablar de Marcial Maciel, de la pederastia clerical, pero si no lo hiciera “sería lamentable, dejaría la impresión de que sí hubo mucho tiempo para los políticos, para Televisa, para los amigos de la pareja presidencial”.
Destacó que la mañana del lunes 15, antes de que el Papa Francisco viajara a San Cristóbal, Chiapas, “hubo una reunión de Emilio Azcárraga, varios artistas, en la Nunciatura Apostólica, hubo tiempo para todos, menos para las víctimas. Ojalá se pueda enmendar este error”.
Y subrayó que es “obligado” hablar de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos “porque es un punto emblemático (…) representa a todas las demás desapariciones, es como la flagrancia en la que se sorprendió al Estado mexicano cometiendo esa desaparición forzada. Es el punto del hartazgo de la gente, la gotita que derramó el vaso. (El Papa) sí debería al menos mencionar esa palabra”.
El fundador del albergue “Hermanos en el Camino” reconoció que el Papa ha dado discursos importantes pero “le falta poner nombre y apellido, puntualizar más ciertas cosas”. Por ejemplo, dijo, me hubiera gustado que en la reunión con los obispos les hubiera recordado el compromiso de hacer una misión continental en México.
Prosiguió: “Esperaría del clero mexicano, de los obispos mexicanos, que aplicaran todo eso que dice el Papa, que buscaran un diálogo nacional, una reconciliación basada en la justicia, que si los políticos de verdad son tan católicos como dicen, pues promover diálogos sobre la base del cambio”.
Fuente: Proceso