Con un plazo para una intervención militar, que vence el miércoles, los manifestantes que buscan el derrocamiento del presidente islamista de Egipto ejercieron una renovada presión el martes sobre el asediado mandatario, con otra demostración masiva del poder popular.
Mientras tanto, Mohamed Morsi enfrenta fisuras al interior de su gobierno tras una impresionante oleada de rabia en las calles que recuerda a la revolución de la Primavera Árabe de Egipto en 2011, que despejó el camino para que la Hermandad Musulmana a la que pertenece Morsi, suprimida durante mucho tiempo, ganara las primeras elecciones libres en décadas.
Tres voceros del gobierno fueron los últimos en dimitir como parte de las deserciones de alto nivel que ponen de manifiesto el creciente aislamiento de Morsi y las consecuencias del ultimátum de las poderosas fuerzas armadas de Egipto para que el presidente encuentre una solución política para el miércoles a más tardar o los generales buscarán su propia manera de poner fin al caos político.
El Consejo de Ministros, encabezado por el primer ministro Hesham Qandil, respaldado por Morsi, tenía previsto reunirse más tarde el martes. Sin embargo, se esperaba que los ministros de Defensa e Interior boicotearan la reunión en señal de apoyo a las advertencias de los militares.
La Policía, controlada por el Ministerio del Interior, ha permanecido al margen de las protestas, negándose incluso a proteger las oficinas de la Hermandad Musulmana que han sido atacadas y saqueadas.
Antes de la sesión de Consejo de Ministros, Morsi se reunió con el ministro de Defensa, Abdel-Fattah el-Sissi y Qandil, la segunda reunión en dos días. Los pormenores de la reunión no fueron revelados, informó un funcionario de la oficina presidencial, Ayman Alí.
Al menos 16 personas han muerto en los enfrentamientos desde el domingo entre los opositores de Morsi y sus muchos partidarios, que equiparan las manifestaciones y el ultimátum del ejército a un golpe de estado contra un presidente elegido democráticamente.
Tamarod, el movimiento rebelde que organizó las protestas, dio al presidente hasta las 5 de la tarde del martes (1500 GMT) para dimitir so pena de encarar manifestaciones aún mayores y la posible “desobediencia civil total”.
En un movimiento altamente simbólico, las multitudes han acampado en la plaza Tahrir de El Cairo, la cuna de la revuelta que derrocó a Hosni Mubarak en 2011. También se han congregado fuera del palacio presidencial en el barrio residencial de Heliópolis.
Al otro lado de la ciudad, los partidarios de Morsi organizaban sus propias manifestaciones y se han comprometido a resistir cualquier intento de anular su elección y el ascenso de las voces islamistas en la vida política de Egipto, que fueron sofocadas durante el gobierno de Mubarak.
Fuente: AP