Eduardo Verástegui: trumpismo cristero

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Por Julio Hernández López

En noviembre del año pasado, durante una reunión internacional de personajes de la ultraderecha mundial, sobre todo de Latinoamérica, el voxismo español y el trumpismo, José Eduardo Verástegui Córdova fue señalado, en un contexto de futurismo electoral, como líder mexicano de esa corriente extremista (ver Astillero: “Trump marca territorio” https://goo.su/dyoGz).

“¡Mi candidato a presidente de México!”, le dijo sin rodeos el hijo del ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, en el contexto de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) realizada en la Ciudad de México, a cuyo final Donald Trump arengó, mediante videograbación: “Es muy importante para los conservadores de todo el hemisferio que se unan para defender a Dios, la familia (…) Necesitamos detener la propagación del socialismo y no dejar que continúe corriéndonos de nuestra región o de nuestras tierras… Y gracias de nuevo, Eduardo (Verástegui), por su destacado liderazgo”. En su crónica publicada en La Jornada, Arturo Cano mencionó: “Trump salió y entró a escena Eduardo Verástegui entre gritos de presidente, presidente” (https://goo.su/7yzXRl7).

Verástegui concentra varios factores políticos importantes: el apoyo abierto de Trump, que lo integró en 2020 a su Comité Asesor de la Iniciativa para la Prosperidad Hispana y es el principal impulsor y beneficiario de la citada CPAC, el segmento más conservador de la Iglesia católica (el neocristerismo), el apoyo militante de los grupos Provida y similares y, en general, la presionante ultraderecha mexicana que tacha al panismo de “derechita cobarde” y busca colocar en la candidatura única contra el obradorismo en 2024 a alguien distante de las cúpulas y prácticas de PAN, PRI y lo que queda del PRD.

Ayer, en un video colocado en redes sociales, Verástegui y el conjunto de factores mencionados dieron un paso adelante en un proyecto muy perfilado, del cual aquí se ha dado cuenta constante. Quien fue partícipe del grupo juvenil musical Kairo, luego actor y productor, converso a un activismo de ultraderecha, pronunció un discurso con aire de autodestape hacia las campañas de 2024.

No precisó si buscará la Presidencia de la República o algún otro cargo público. Hizo un diagnóstico de los males nacionales, aceró el tono contra la administración obradorista y, mientras hablaba, iban pasando las imágenes de los dirigentes de los partidos que integran Va por México (PAN, PRI y PRD), de los tres principales aspirantes morenistas a la sucesión, del presidente de Morena y de Santiago Creel, pero no de Lilly Téllez, la voxista zigzagueante que días atrás proclamó el advenimiento de la “nueva derecha” que no se avergüenza de reconocerse como tal, ni de Vicente Fox, a saberse si en este caso la omisión fue por mero desdén intelectual, ni de Claudio X. González, patrocinador de opciones “ciudadanas”.

El líder designado de la ultraderecha mexicana soltó frases que buscan conmocionar a las “buenas conciencias”: aseguró que “ahora también quieren destruir la institución de la familia, acabar con nuestros valores y pervertir a tus hijos (…) ahora quieren destruir nuestra fe, sacando a Dios de nuestros hogares, nuestras escuelas y nuestras vidas (…) ahora quieren robarnos el alma (…) Yo sí sueño con un México que le permita a Dios ser el centro de nuestra nación”.

El discurso ultraderechista de Verástegui está claramente emparentado con el de Donald Trump: exaltar el sueño mexicano, el retorno a la grandeza de México. ¿Hacia dónde va y hasta dónde llegará esta vertebración de la ultraderecha en el contexto de la sucesión presidencial del año próximo?

Y, mientras el dirigente formal de Morena en la Ciudad de México, el claudista Sebastián Ramírez, ha exhortado a que los aspirantes a gobernarla el año entrante se vayan manifestando, ¡hasta el próximo lunes, ya con más renuncias del corcholatismo!

Twitter: @julioastillero

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