Por Jairo Calixto Albarrán
Se me hace muy mala onda por parte de Edmundo Jacobo, ese notable inventor de la democracia para días festivos, que haya renunciado a su puestototote en el INE que no se toca (¡pero qué tal se autosabrosea!) justo después de la lucha denodada que emprendieron en su nombre los muy peñanietistas y calderónicos, la señora Piña y el magistrado Javier Laynez, que defendieron con algo más que horas de trabajo burocrático –diría Díaz Ordaz—el derecho del casi ex secretario ejecutivo del INE a cobrar como pachá, a vivir como pachá y al vengachepacá. No se vale, destruyeron el plan B en su nombre y a la hora buena los dejó colgados de la brocha.
Ya me imagino la cara de quienes salieron de su zona de confort en Polanco-Polanquito-la Del Valle-Santa Fake-Las Lomas y varios más para gritar que el INE no se toca, cuando se enteraron de que el ídolo de barro les había salido con su domingo 7, que dijo mi mamá que siempre no.
Es muy triste que, además de haber engañado y dejado en visto a sus fuerzas vivas, todavía el señor Jacobo, que los hizo bobos, saliera a hacerse la vístima como si fuera Vicente Vox. Y todavía peor, que haya recurrido a unos paleros de Alazraki disfrazados de periodistas, para que en una serie de preguntas a modo al estilo Loret todas zalameras (ahí están las de Lozoya Lozoyita, Javidú y Chiflano Aureoles, su jefe), lo llenaron de flores para que pudiera autodenominarse luchador por las causas de la democracia y también perseguido político. Algo verdaderamente grotesco después de haber dejado tiradas a sus fuerzas vivas que lloraban como Patricia Mercado su nueva orfandad.
Lo peor de todo es que Edmundo Jacobo Molina, al saltar del barco como los roedores, alegando que se había politizado mucho su caso (es que a él le gustaba operar desde lo oscurito), deja la impresión que solo quería regresar a su oficina no para salvar al INE, sino para quemar papeles, borrar discos duros y a esconder todo aquello relacionado con los renglones torcidos de los fideicomisos del INE.
A ver si la referencia moral de Edmundo Jacobo, Alitititito Moreno (que se pone como Rafael Puente cuando defiende a su muchacho nada chicho), no lo regaña ni lo señala acremente por pusilánime y traidor como hizo con Dante Delgado cuando le hizo fuchi a la alianza con el PRIANchu en el Mordor del Edomex.
Por esa y otras cosas más, sería muy inmundo que Edmundo cobrara su nada humilde finiquito. Los desertores no van al cielo.