Por Jorge Zepeda Paterson
Como en la última entrega de la saga de Jurassic Park, la lucha en la cumbre del poder no es entre seres humanos y dinosaurios (ciudadanos versus políticos, digamos), sino esencialmente entre distintas versiones de saurios.
La designación de Manlio Fabio Beltrones como presidente del PRI, contra los deseos originales de Enrique Peña Nieto, que quería imponer a Aurelio Nuño su operador en Los Pinos, demuestra que la lucha entre las distintas especies de este parque zoológico que es la clase política está lejos de resolverse entre algunas de sus especies.
Hace unos días comenté que algunos miembros del PRI comenzaban a ver con preocupación al círculo que rodea a Enrique Peña Nieto por sus intentos de emular a Hank González en su afán de hacer política y grandes negocios. El problema, piensan ellos, es que en la práctica los del Grupo Atlacomulco han salido más habilidosos para los negocios que para la política. Imitar a Hank González sin el carisma del profesor ni su habilidad política, ha terminado por traducirse en una gestión chata que pone en riesgo la permanencia del PRI en el poder (publicado en El País, “El PRI contra Peña Nieto”). Los políticos profesionales están preocupados por la caída de popularidad de la presidencia y por la falta de profundidad (por no decir el exceso de frivolidades) que atribuyen al círculo que rodea a Los Pinos.
El grupo Atlacomulco y sus aliados (ex gobernadores de Hidalgo), por su parte, han querido imponerse mediante el control económico de los otros liderazgos que los cuestiona dentro del PRI. A través de Luis Videgaray, ministro de Hacienda, controla las oficinas de auditoría del resto de las secretarías para manejar en un puño al Gobierno federal. Adicionalmente ha emprendido acciones, también por vía económica, para reducir el margen de operación de los poderosos gobernadores, la mayor parte de ellos priistas (un polo de resistencia al poder de Los Pinos, aunque no el único).
Colocar a Aurelio Nuño como mandamás del PRI habría permitido a Los Pinos hacerse del control absoluto del aparato electoral, en detrimento de las otras fracciones del partido. El manotazo impositivo incluso suponía una violación flagrante a los estatutos que exigen a todo aspirante haber desempeñado un cargo dentro del tricolor. En el caso de Nuño ni siquiera estaba acreditado su registro dentro del PRI.
En las últimas semanas la oposición de la ortodoxia política y la incomodidad que genera la falta de oficio del grupo a cargo del Ejecutivo, provocó oleadas de resistencia. Finalmente, el Presidente tuvo que decidir si apostaba a gobernar en solitario, con el exclusivo apoyo de los suyos, convirtiendo al PRI en una extensión del Grupo Atlacomulco imponiendo a su jefe de oficina en el partido, o transigía y cedía a la oposición la cabina de mando del tricolor.
Con la decisión a favor de Manlio Fabio Beltrones, Peña Nieto apuesta por la negociación y el consenso dentro de sus tribus. Algo que ya había mostrado cuando se tragó su orgullo y eligió a Eruviel Ávila como su sucesor en el gobierno del Edomex, contra su deseo de imponer a alguno de sus propios delfines, Alfredo del Mazo o Ernesto Nemer. El grupo Atlacomulco demuestra, una vez más, que prefiere apostar por la seguridad y ceder frente a otra fracción, antes que arriesgarse a una confrontación que ponga en riesgo su sobrevivencia.
Manlio Fabio Beltrones no se convertirá en un opositor del Presidente, desde luego (como tampoco lo ha sido Eruviel en Toluca). Sería suicida. Aunque tampoco será un instrumento ciego ni correa de transmisión de Los Pinos. Convertirá a la dirección del partido en una trinchera para canalizar la multitud de intereses que anidan en el PRI, incluyendo las candidaturas para los gobiernos estatales que estarán en disputa en los próximos años. Más importante aún, esto asegura que la elección del candidato para disputar la presidencia en el 2018 tendrá que ser el resultado de una negociación entre los distintos polos políticos y regionales, y no la mera imposición de la fracción que ocupa el poder.
Desde luego no será fácil. Resulta más que sintomático que la designación de Manlio vaya acompañada del nombramiento de Carolina Monroy como Secretaria General, una suerte de vicepresidente operativo. Ella es “atlacomulca” pura: sobrina de Alfredo del Mazo, prima de Peña Nieto, esposa de Ernesto Nemer, y con amplia experiencia en distintos puestos del gobierno del Edomex.
Con todo, Manlio Fabio es hoy por hoy el cuadro con mayor oficio, el único quizá dotado de la perspectiva histórica para trascender la coyuntura inmediatista en la que se mueven sus rivales. Un velociraptor capaz de dar la pelea a los tiranosaurios rex versión 2.0 que anidan en Los Pinos. Veremos. La película va a estar interesante.
@jorgezepedap
Fuente: Sin Embargo