Tras las protestas que llevaron a las calles a unos dos millones de manifestantes en todo Brasil, elgobierno de Dilma Rousseff anunció anoche que presentará en breve un paquete de medidas para combatir la corrupción y la impunidad.
“Brasil está lejos del golpismo. El gobierno está atento y se muestra dispuesto como siempre a escuchar la voz de la calle”, dijo el ministro de Justicia, Jose Eduardo Cardozo.
Según el funcionario, quien durante la tarde fue convocado por la mandataria al palacio de la Alvorada, las protestas muestran “el deseo de todos los brasileños de combatir la corrupción y la impunidad”.
Cardozo dijo que también el gobierno está comprometido en tal propósito y anunciará en breve un conjunto de medidas contra la corrupción.
La propuesta será enviada al Parlamento antes de los seis meses prometidos por Rousseff en campaña electoral, aseguró el ministro. “Son cuestiones que deben ser acordadas entre los distintospoderes”, precisó Cardozo.
Las marchas convocaron a 1,5 millón de personas en todo el país y suceden en medio de un atronador escándalo en la estatal petrolera Petrobras y en un contexto difícil para la economía brasileña, con la depreciación del real, y la decisión del gobierno de llevar adelante medidas de ajuste. Algunas consignas de los manifestantes de ayer agitaron el fantasma de los año de plomo en la región con leyendas tales como “SOS fuerzas armadas” o “Abajo las urnas”.
Para el jefe de la Secretaría General de la Presidencia, Miguel Rossetto, los actos de este domingo reflejan al sector de la sociedad brasileña que se opone al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y que apoyó en las últimas urnas al socialdemócrata Aécio Neves en una disputa “muy polarizada”.
“Creemos que los manifestantes fueron mayoritariamente electores que no votaron a la presidenta Dilma Rousseff, lo que es legítimo. Lo que no es legítimo es el golpismo”, expresó Rossetto, al aludir a las pancartas que demandaban una intervención militar.
“La consciencia democrática rechaza cualquier actitud golpista y autoritaria. No tengo duda alguna del rechazo de la sociedad brasileña a esas manifestaciones autoritarias, fascistas y reaccionarias que todavía existen en nuestra sociedad”, expresó Rossetto.
A su vez, Cardozo aseguró que la masiva adhesión a la jornada de protestas no debilita al gobierno de Rousseff, quien conquistó la reelección en octubre e inició su segundo mandato el 1 de enero pasado.
“Una persona que hace cinco meses recibió casi 55 millones de votos no puede estar frágil. Las protestas no revelan una fragilidad del gobierno, sino que nuestras instituciones son capaces de absorber manifestaciones contrarias”, expresó Cardozo.
Con información de agencias