Por Epigmenio Ibarra
La derecha y sus voceros en los medios comienzan a soñar y a desear una intervención armada norteamericana que logre lo que ellos no lograron en las calles; ni en los tribunales, ni en los medios, ni en las urnas; destruir a López Obrador
Comienza ya, tanto en México como en los Estados Unidos, la batalla electoral del 2024. De cara a las elecciones presidenciales que habrán de celebrarse el próximo año -en ambos países con apenas unos meses de diferencia- se sincronizan, en la infamia, las voces de los conservadores al sur y al norte de la frontera.
Halcones y racistas de aquel lado, traidores a la Patria de este otro, quieren revivir e incrementar la matanza desatada por Felipe Calderón y Genaro García Luna. Por un puñado de votos -y sin correr ellos, por supuesto, riesgo alguno- están dispuestos a que otros, esta vez los marines incluso, empuñen las armas y salgan a matar y a morir a mansalva.
Aquí la derecha y sus voceros en los medios comienzan a soñar y a desear una intervención armada norteamericana que logre lo que ellos no lograron en las calles; ni en los tribunales, ni en los medios, ni en las urnas; destruir a Andrés Manuel López Obrador e impedir que continúe la 4ª Transformación.
Fieles a la tradición de los conservadores que se postraron, en el Castillo de Miramar, ante Maximiliano y Carlota y les ofrecieron la corona del imperio, los conservadores de nuestros días ruegan a Washington que intervenga igual que hicieron, otros como ellos y en el siglo XX en la embajada norteamericana en la Ciudad de México, cuando Victoriano Huerta defenestro y luego asesinó al presidente Francisco I. Madero.
Los argumentos siguen siendo los mismos; este país -si está en manos de los liberales o de los izquierdistas- no tiene remedio. Se necesita la “fuerza civilizadora” de una potencia extranjera.
Nada importa que Francia solo quisiera, allá en el siglo XIX, apoderarse de Sonora o que, en nuestros días y en los Estados Unidos, responsables en última instancia del narcotráfico en este país, los más fanatizados entre los miembros de la élite gobernante, solo busquen consumar la narrativa del “Estado fallido” poniendo fin al Estado Mexicano.
Cifran Donald Trump y los republicanos sus esperanzas de volver al poder en el endurecimiento extremo de la retórica contra nuestro país. El mismo Joseph Biden y los demócratas, para ampliar su base electoral, recurrirán, me temo, al mismo truco; la “mano dura” y más en un país en crisis como los Estados Unidos siempre vende.
Confluirán pues republicanos y demócratas en la retórica antiinmigrante y antimexicana. La amenaza de un enemigo externo, más si este es moreno y es hoy casi omnipresente, resulta muy rentable electoralmente.
Economía en crisis, xenofobia y racismo suelen, desgraciadamente, llevar, gracias al voto mayoritario, a los tiranos al poder. La democracia como la razón, hay que decir parafraseando a Goya, también engendra monstruos.
Gasolina para el incendio, que la derecha conservadora aviva criminalmente, como si ella misma no fuera a ser consumida por el fuego, son los hechos violentos en Tamaulipas y también el juicio hipócrita y puritano a Genaro García Luna; ese hombre de Washington y del narco, dualidad criminal que, nadie ni en los medios ni en la política, se atreve a destacar al norte de la frontera.
De lo sucedido en Tamaulipas hay que decir que, en tanto sus intereses coinciden y su enemigo es el mismo; López Obrador, no debe descartarse la existencia de un cierto nivel de coordinación operativa entre el crimen organizado y la extrema derecha que apenas fue expulsada del poder en ese estado.
Del juicio a García Luna y la guerra, de quienes nos la impusieron -Washington y Felipe Calderón- hay que decir que engendraron el huevo de la serpiente y que, sustituir a los soldados del Ejército mexicano por marines, provocaría, otro estéril baño de sangre.
¿Destino manifiesto? ¿Librar guerras en el extranjero y empantanarse, como les sucedió en Vietnam, en Afganistán, en Irak? ¿Invadir a un país vecino desde el que llegaron millones de mexicanas y mexicanos? ¿Agraviar a 40 millones de personas cuyo peso político y económico es cada vez más decisivo en ese país?
Criminal y suicida a la vez, aunque les haga ganar unos votos, lo que hacen, al promover el incendio entre nuestros países, los halcones de aquel lado y los traidores a la Patria de este.
@epigmenioibarra