Minorías de hispanos, mujeres, negros y asiáticos constituyen la mayoría entre los demócratas de la Cámara de Representantes, pero encuentran muy difícil lograr la reforma migratoria sin los candados impuestos en el Senado por la Republicanos, entre ellos el endurecimiento de la seguridad en la frontera con México
Por Donna Cassata/ AP
Hispanos, negros, asiáticos y mujeres que forman la mayoría de los demócratas en la Cámara de Representantes menosprecian públicamente la propuesta fragmentaria de los republicanos a la reforma a las leyes de inmigración, así como su omisión para que haya una vía que permita regularizar a los 11 millones de inmigrantes que viven sin permiso en Estados Unidos.
Sin embargo, en privado y pragmáticamente, los demócratas reconocen que la estrategia del Partido Republicano podría ser la única alternativa que tengan a la mano para lograr un cambio histórico en el tema.
“Los representantes demócratas quieren solucionar esto”, dijo el representante Joaquín Castro, demócrata por Texas, estadounidense de ascendencia mexicana de segunda generación. “Queremos concretar la reforma migratoria en 2013 y ahora depende de los republicanos, que tienen el control de la Cámara de Representantes, determinar cómo colaborar con nosotros para lograrlo”.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, que controla la agenda de esta instancia legislativa de mayoría republicana, ha dicho tajantemente que el foro no tomará en cuenta la iniciativa bipartidista aprobada en el Senado. Eso deja a los demócratas pocas opciones en su esfuerzo por lograr los mayores cambios a las leyes de inmigración en una generación y la oportunidad de hacer cumplir la principal prioridad del presidente Barack Obama en política interior.
Las propuestas fragmentadas de los republicanos representan el camino más expedito a negociaciones con el Senado, controlado por los demócratas, y la mejor oportunidad para obtener una legislación integral final.
Pero en público los demócratas se muestran inexorables.
“Una ley fragmentaria no lleva a ninguna parte; rompe acuerdos”, dijo el representante Al Green, demócrata por Texas.
Pero los demócratas se marcharon del Capitolio para el receso por el 4 de Julio decididos a recabar apoyo a la medida y dispuestos a apoyar las propuestas fragmentarias siempre y cuando lleven a negociaciones con el Senado.
Miembros del consejo hispano del Congreso que hablaron en privado el viernes pasado con la líder de la minoría demócrata en la cámara baja, Nancy Pelosi, dejaron en claro que no respaldarán los proyectos republicanos si éstos esperan que el Senado se pronuncie sobre cada una de las propuestas de manera individual, lo que seguramente significaría el fracaso de la ley.
La modificación sustancial de las leyes de inmigración del país es mucho más que un debate abstracto de política para muchos representantes demócratas que son estadounidenses de ascendencia extranjera de primera y segunda generación. El tema es una oportunidad de rendir homenaje a abuelos y padres que llegaron a Estados Unidos en busca de oportunidades.
Esas minorías son una mayoría en el grupo demócrata para presionar a los líderes del partido. Su presencia también crea una profunda división racial y política en la Cámara de Representantes, donde el grupo republicano, muy numeroso, es mayoritariamente blanco y masculino, y eso subraya las dificultades que enfrenta la ley de inmigración.
De los 201 demócratas, menos de la mitad son hombres blancos, 25 son hispanos y nueve asiáticos. Hay 60 mujeres demócratas. De los 234 republicanos, 207 son hombres blancos, ocho son hispanos, dos son indígenas estadounidenses y 19 son mujeres. En la cámara baja no hay negros republicanos.
Después de las elecciones del año pasado, Pelosi se jactó de las cifras, diciendo que “reflejan la gran diversidad y fortaleza de nuestra nación”. Dentro del grupo que ella dirige, los números suman una fuerza que no puede pasarse por alto.
“Tenemos ventaja”, dijo el representante Mike Honda, demócrata por California, miembro del consejo Asia-Pacífico y nieto de inmigrantes japoneses que pasaron los primeros años de su vida en un campamento de internación para estadounidenses de ascendencia japonesa en Colorado durante la Segunda Guerra Mundial.
Los demócratas han tratado infructuosamente de cambiar o cancelar los proyectos de ley individuales de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes, ninguno de los cuales incluye una vía a la naturalización y varios han sido descritos como muy duros.
Uno contempla una ofensiva contra los inmigrantes que viven sin permiso en el país. Otro crea un programa temporal para trabajadores agrícolas que vengan a Estados Unidos, pero sin la oportunidad de obtener la ciudadanía que la versión del Senado sí contempla.
Un tercero, que consiguió el apoyo de varios demócratas, exige el establecimiento de un programa obligatorio en un período de dos años para que las compañías verifiquen el estatus legal de sus empleados. El proyecto del Senado fija un cronograma de cuatro años, aunque sus partidarios también han indicado que están dispuestos a aceptar exigencias más estrictas.
Un cuarto proyecto en la cámara baja aumenta el número de visas para empleados altamente calificados, propuesta que también existe en la iniciativa del Senado.
El representante Bob Goodlatte, republicano por Virginia y presidente de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes, rechazó una “vía especial a la naturalización”, pero indicó que sería receptivo a un camino a la legalización.
Pero grupos independientes reconocen la dirección de los vientos políticos y sencillamente presionan a favor de una votación.
“Hay muchas formas diferentes en que se puede conseguir la reforma de las leyes de inmigración y el hecho es que no pretendemos que podamos controlar el proceso. Pero lo que podemos decir es que queremos una votación”, dijo Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional de La Raza.
“Sabemos que si se vota sobre un proyecto de ley en la Cámara de Representantes se tendrá que conciliar con la versión del Senado, así que pedimos que se vote sobre algo y dejemos que la comisión de conciliación pueda negociar las diferencias… Nos merecemos una votación”.
Los demócratas dicen que el tema es histórico para Boehner, y de ello depende el futuro del Partido Republicano en las elecciones nacionales. La población hispana en Estados Unidos ha aumentado 65% desde 2000, y millones de nuevos electores apabullaron a los republicanos en los últimos comicios presidenciales.
“Es un dilema existencial para los republicanos”, dijo el representante Peter Welch, demócrata por Vermont. “La gente en los distritos legislativos (de la cámara baja) en los que un partido tiene ventaja puede decir que no, pero si quieren tener un futuro nacional, los adultos deben aprobarlo”.
El representante Gerry Connolly, demócrata por Virginia, se acerca a los retratos de los presidentes pasados de la Cámara de Representantes en el pasillo del foro, y pregunta: “¿Qué sentido tiene tener el cargo si no se puede hacer nada con él?”
“La reforma al sistema de inmigración es uno de los tres o cuatro temas más importantes para el país y afectará a la próxima generación de estadounidenses, y no podemos seguir pasándola por alto”, dijo.
Si el Congreso no puede aprobar una ley de inmigración, no cabe duda de que los demócratas culparán a los republicanos y tratarán de aprovechar la situación políticamente, no sólo con los hispanos sino con los electores independientes frustrados con la falta de avance.
Al preguntársele si el fracaso (de los republicanos) era una victoria para los demócratas, Connolly dijo: “Todos suponemos eso. A corto plazo es menos claro que a largo plazo”.
Fuente: AP