Por Francisco Javier Pizarro Chávez
La polarización política que se ha generado en el contexto social en relación a la 4ta Transformación, ha enfrentado en el ámbito legislativo y socioeconómico una aguda confrontación en torno a la elección presidencial de 2024.
Los partidos y legisladores opositores a la 4t, en agudo proceso de deterioro de la Alianza Va por México, encabezada por ahora por otra sigla a consecuencia de la confrontación generada entre el PAN, PRI y PRD, han optado por promover la desconocida “democracia plebiscitaria” creada por el filósofo alemán Max Weber, la cual significa definiciones muy diferentes sobre aspectos esenciales de una democracia.
Lo de ellos es su “legitimidad, eficiencia y estabilidad”, para optar una versión más o menos liberal, en el sentido político del concepto, no en cuanto a las “formas de gobierno”, de las cuales brota la polarización política de los partidos neoliberales.
Tan es así, que los opositores a la 4ta Transformación que promueve el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sostienen que afecta la economía y las finanzas, y los recursos técnicos de las reformas de la electricidad, los hidrocarburos, el litio, de las empresas trasnacionales e incluso del Producto Interno Bruto e inversiones y cuantiosas ganancias de sus negocios.
Lo que les interesa es preservar el dominio de la burocracia prevaleciente por décadas, que promovió la desigualdad social, la corrupción y la impunidad, la inseguridad del pueblo fomentada por los cárteles de la droga y la violencia institucional generada por los expresidentes de la República, el Estado mayor presidencial y la Policía Federal, a partir de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y, sobre todo, de Felipe Calderón.
La democracia plebiscitaria a la que apelan, implica un mayor distanciamiento de la democracia participativa de los ciudadanos, eje fundamental de la democracia electoral representativa.
Estamos inmersos no solo en nuestro país, sino en todo el mundo, en una crisis global de la especie humana. Los acontecimientos actuales en conflictos en la mayoría de las naciones, es una época difícil.
La sociedad y el Estado tiene que resolver varios procesos estructurales de manera simultánea no del pasado, sino del futuro. Como bien lo señala el presidente Andrés López Obrador, la 4ta Transformación en proceso, requiere enfrentar las demandas de una población creciente, hacerse cargo de la desigualdad social y corrupción del deteriorado modelo de desarrollo económico del sistema neoliberal; asimilar un cambio del sistema educativo, de la salud y saneamiento de los de las personas de la tercera edad y los niños y adolescentes; fomentar el bienestar social de las personas de la tercera edad y de las comunidades étnicas en extrema pobreza y, reestructurar y consolidar en el bien de todos, el poder judicial, el constitucional, el legislativo y el electoral.
La 4ta Transformación es parte de una evolución de mayor profundidad de la conciencia social de los ciudadanos que es un eje fundamental de la soberanía del país, lo que nos consolida una intrincada e inevitable conexión con el mundo, no con los magnates del poder hegemónico (Estados Unidos) que tanto avalan sus partidos opositores.
La transición política actual es distinta a la del sistema neoliberal que creó una situación extremadamente conflictiva en casi todos los órdenes de la vida social y un profundo divorcio entre la lucha política real y la politiquería ficticia de la corrupción e impunidad de los partidos de la derecha.
La elección presidencial de 2024, no es un proceso inédito de fondo. La polarización de la “democracia plebiscitaria” a la que apelan los opositores a la 4ta transformación, es superficial.
La democracia participativa, al contrario, lo que busca consolidar no es el poder de un régimen corrupto e impune que enfrentamos durante los gobiernos del PRI y el PAN durante varias décadas, sino la consolidación y desarrollo del pueblo y la soberanía de nuestra nación.
Espero que la democracia representativa en boga de Morena, no incurra en contrapesos burocráticos de las diferentes corrientes que se han confrontado. “La política no es cosa de burócratas sino de políticos”, lo que genera el “efecto negativo de la democratización”.
Deben entender que el “carisma” que disputan, es cualitativo, no cuantitativo. El líder carismático logra la confianza de sus seguidores que le atribuyen cualidades extraordinarias. Pero si no se corrobora, le falta el éxito de un modo por el que no aporta ningún bienestar social del régimen político que se instaura.
Veremos y diremos donde el voto del ciudadano de a pie decide lo fundamental en política: quién gobierna.