Por Francisco Javier Pizarro Chávez
Tomó por sorpresa al gobierno de México el éxodo de miles de cubanos que no forman parte de la “Caravana Madre” de Centroamérica y llegaron a Ciudad Juárez por vía área y se hospedaron en hoteles…
La “Caravana Madre” de emigrantes integrada por cerca de 20 mil personas oriundas de Honduras, El Salvador y Guatemala y ahora también de Cuba, que buscan ingresar a Estados Unidos para solicitar refugio político, ha generado un clima de incertidumbre a nivel nacional e internacional.
Y no es para menos. Se trata de uno de los desplazamientos migratorios más vastos de los últimos años en América Latina, el cual ha tensado las relaciones entre México y Estados Unidos, tanto en el ámbito económico como social y político.
Como es del conocimiento de todos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump advirtió que si México no frenaba la caravana de centroamericanos, cerraría la frontera.
Hasta ahora, no lo ha hecho. Reconoció que el gobierno de nuestro país, estaba aplicando medidas regulatorias a los migrantes centroamericanos, que tiene como fin, ofrecerles fuentes de empleo en México con una inversión de diez millones y medio de dólares con la aportación de Estados Unidos y los gobiernos del llamado triángulo Centroamericano, convenida con el Yerno de Trump en la cena secreta y presuntamente no oficial que tuvo el presidente mexicano en la casa del dueño de Televisa unos días antes.
No hay señales de que dicho acuerdo subrepticio se vaya a cumplir. En primer término porque Trump ya advirtió que va a suspender los apoyos financieros que EEUU aporta a Honduras, Guatemala y el Salvador y en segundo lugar, porque pese a las buenas intenciones del presidente, México no está en condiciones de garantizar que la regulación migratoria puesta en marcha por su gobierno– la cual contempla documentar la identidad, origen y destinos de los migrantes y los motivos y fines de su traslado—frene o al menos contenga el flujo migratorio a Estados Unidos.
Por ejemplo, tomó por sorpresa al gobierno de México el éxodo de miles de cubanos que no forman parte de la “Caravana Madre” de Centroamérica y llegaron a Ciudad Juárez por vía área y se hospedaron en hoteles y algunos hasta simularon secuestros para lograr que Estados Unidos les otorgue permiso migratorio como “refugiados políticos”.
Así que no hay que echar aún las campanas a vuelo, en cuanto a la relación diplomática entre ambas naciones
Mas allá de la esfera diplomática, sin embargo, lo que preocupa a los ciudadanos y gobiernos municipales y estatales de ambos lados de la frontera norte, es el impacto negativo en lo económico, social y político que este masivo flujo migratorio ha generado.
El presidente municipal de Ciudad Juárez, Armando Cabada, declaró que las restricciones en los cruces internacionales por parte de Estados Unidos “está provocando un problema muy serio en el retraso de la entrega de manufactura por parte de las maquiladoras ocasionando pérdidas millonarias en el comercio exterior”.
Ejemplificó que tan solo en la aduana del Puente Zaragoza se exporta mercancías con valor de alrededor de 5 millones de dólares por hora, lo que significa una gran pérdida pues permanecen varadas mas de 8 diarias para cruzar a Estados Unidos.
Y este problema no es solo de Ciudad Juárez, sino de todo el Estado. El presidente de la Asociación de Maquiladoras y Exportadoras de Chihuahua, A:C, Luis Carlos Ramírez, dio a conocer que desde el inicio de semana en que empezó la “estrangulación” de los cruces fronterizos Juárez-El Paso, se han registrado pérdidas aproximadas de 54 millones de dólares diarios, “ ya que un 80% de la mercancía que se exporta no está saliendo a su destino de manera puntual, ordenada y regular”, lo cual, advirtió, pone en peligro “ la economía de toda la región norte del país”.
En el ámbito social se ha creado una situación delicada que puede devenir en graves conflictos. En Ciudad Juárez comenzaron a crearse “grupos antiinmigrantes” que convocan mediante las redes sociales a los ciudadanos a manifestarse el domingo y lunes próximos para poner un alto a la llegada de mas indocumentados de Centroamérica.
Si las cosas no han llegado a polos extremos, es porque los gobiernos de México y Estados Unidos están conscientes de que la crisis migratoria en curso tendría repercusiones no solo económicas para ambas naciones, sino también políticas.
Trump busca por la vía de la xenofobia ganar adeptos para su reelección en el 2020. AMLO por su parte, evitar una confrontación con el gobierno de Trump que le generaría un conflicto socioeconómico y político de gran envergadura que pondría en riesgo la 4ta transformación.
Los que están molestos y enojados con Trump de que no haya cumplido su amenaza de cerrar la frontera con México y con López Obrador que no haya caído en esa provocación y amarrado navajas con el insolente de pelo amarillo, son los partidos políticos derrotados en proceso de extinción, los oligarcas que lo único que les interesa es defender sus fortunas multimillonarias y, también—obligado es decirlo—diversos medios de comunicación e intelectuales orgánicos que se han empeñado en crear un clima de incertidumbre, miedo y frustración, para descalificar al presidente Andrés Manuel López Obrador y la 4ta transformación en proceso, a la que tanto critican y temen.