Creación colectiva, el éxito de Beatles

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El 5 de octubre se cumplen los 50 años de la publicación de ‘Love me do’. Es una buena razón para escribir de The Beatles.

Por Kike Cardiaco

En vida de los cuatro Beatles ninguno de ellos llegó a entender el alcance y vigor de su proyecto, les superaba con creces y ellos no habían trabajado para eso, simplemente habían querido tener éxito y emular a Elvis, Cochram o Chuck Berry, pero surgió algo nuevo…

No es solo música es “lo otro”, lo que aporta el valor añadido que pocas marcas consiguen. Su poderío radica en que la marca es una creación colectiva que ellos mismos no podían entender ni explicarse. Esa marca proyecta el universo de varias generaciones que la van diseñando imperceptiblemente según una necesidad gregaria, señalando un camino de vida; Los Beatles son un invento social necesario que explica muchas rupturas con lo anterior, son el exponente final de un cambio generacional y de los valores morales en tránsito hacia un nuevo paradigma.

La creación de la marca escudo se va forjando en sus primeras grabaciones, “Twist & South”, “Love me do” , “She loves you”, y se va reforzando con el tiempo; ya en el film “A hard’day`s night” lo que se nos presenta es un grupo compacto en imagen, un equipo que trabaja sin que en ningún momento parezca que alguno de ellos quiera destacar, quiera chupar cámara, Richard Lester lo entiende y así lo transmite en la película. George Martin ha elevado el grupo energético de rock& roll que eran a la categoría de cuarteto vocal e instrumental que presenta unas canciones populares en unos arreglos precisos, y que utilizan los recursos disponibles al máximo.

No era un solista quien cargaría con el valor de representación de esa década, era un equipo. La música era un elemento más pero no el único; a través de ella se difundía un estilo que rompía los lazos con la estética de la generación del swing-tango-mambo-cha cha cha. El cabello crece al contrario que en los ejércitos o en la guerra, casi recién concluida, su uniformidad no tiene nada de militar, cuando se hace pseudomilitar, “Sgt Peppers” , “All you need is love”, es cuando se vuelve más pacifista en sus mensajes.

El desparpajo en la utilización de unos medios cada vez más amplios y alejados de rock& roll les hace responsables de reducir la distancia entre música culta y popular, entre lo occidental y lo oriental. Utilizan eclécticamente materiales de otras culturas y se saltan a la torera las distancias étnicas. Graban con la Orquesta Sinfónica de la BBC en Abbey Road, estirando con nuevos ropajes las canciones pop de tres minutos. Tan pronto intercalan un solo de trompeta barroca en “Penny Lane” como asisten a clase de sitar, introducen fragmentos sonoros de la música electrónica, experimentan con los nuevos instrumentos electrónicos como el Moog o el Mellotron, manipulan cintas o despliegan cortinas de cellos reinventando el papel de las cuerdas en la música popular.

“Yellow Submarine” puede instalarse al lado de” Revolution 9” y tal versatilidad conforma una gran matriz musical de pluralismo y tolerancia cultural. En ellos todo tiende a anular las discriminaciones de géneros, culturas y subculturas de sonidos. En una década de creación de nuevos paradigmas, este cuarteto contribuye a la fabricación de la mayoría de ellos como si sintetizara los valores emergentes: ecologismo en formación, inmersión en filosofías orientales, meditación, visualización de las minorías, mixtura de sonidos étnicos y tradicionales con la música de vanguardia occidental (lo tradicional étnico acompaña a la vanguardia occidental), en definitiva, la libertad de creación como valor máximo.

En ese maremágnum de composiciones, las canciones se protegen unas a otras, cada cual a las más opuestas. La marca funciona como un paraguas protector que acoge todo: “Let it Be” es tolerada por los mas “heavis” del momento que se fascinan con “Revolution”. Sin embargo, ni Lennon ni Mc Cartney llegaron a advertir ese gran poder que habían conseguido sin buscarlo, pues sino ¿cómo entender que sus composiciones individuales ya en solitario y siendo mejores músicos no alcanzaran nunca ese carisma anterior? El rey ya estaba desnudo. El poder medicinal de la marca se había agotado, las canciones eran lo de menos, podrían haber sido otras, pero son las limitadas entre ”Love me do”, primer sencillo del grupo y “The end”, última de Abbey Road.

Conviene recordar que incluso en el doble álbum blanco en el que trabajó cada uno sus canciones por separado, se nos aparecían todas magníficamente unificadas al amparo de la troquelada marca de la portada. Un tiempo después sus discos en solitario no conseguían el mágico “beneplácito”, Mc Cartney, por ejemplo, no ha detenido su proceso de formación musical y se desenvuelve muy por encima de los conocimientos musicales de los que disponía en la época de los Beatles, y sin embargo ya no puede soñar con que sus composiciones alcancen ese territorio sideral-mítico-histórico-telúrico-sustancial-básico- que tienen sus obras “menores” con los Beatles.

Las “canciones para la abuelita” de Paul, como Lennon denominaba despectivamente a alguna de ellas, “Let it be”, “Maxwell” “Silver hammer”, servían para apuntalar las experimentaciones compositivas de éste, “Tomorrow never knows”, “I´m the walrus”. Como en una sólida construcción, unas piezas sustentaban a las otras, las abuelitas escuchaban dócilmente las proclamas de “Lennox” (sic) y los más alternativos se dejaban seducir por “Hey jude” o “Let it be”, canciones que nunca habrían comprado en ningún otro caso y así, sus deseos ocultos de escuchar músicas mas blanditas tenían coartada.

Es lamentable percibir que los adalides Lennon y Mc Cartney no advirtieron que eso sucedía aumentando el valor de ambos, prefirieron la soberbia del encontronazo y la competencia. Eso demuestra que los fenómenos que se producían alrededor de ellos eran independientes a sus deseos, circulaban autónomamente, eran una proyección social en proceso de crecimiento y decidía el sujeto colectivo.

Todas las composiciones tienen, en ese tiempo, un elevado valor añadido. La música en realidad por sí misma es lo que es, la fuerza está en lo otro y en lo otro está el imaginario social y la proyección de millones de personas. Esa escucha colectiva de sus obras hace imposible la aparición de ningún tema inédito válido. Si George Martin nos descubriera alguna joya desechada cuando iba a ser incluida en algún LP clásico, será pura bisutería. Sin la lenta deglución colectiva de la canción su valor será nulo. Será anecdótico o especulativo como “Free as a bird”. Ya no queda hueco para nuevas emociones. No es que su música nos haya constituido, es la escucha gregaria y el imaginario colectivo lo que le ha constituido a ella y dotado de fuerza mágica.

Fuente: www.NuevaTribuna.com

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