Las críticas contra el Papa provienen de “grupitos minoritarios”, pero a Francisco “no le molestan” porque es un líder global que está impulsando una revolución, aseguró Luis Liberman.
El director de la Cátedra del Diálogo y la Cultura del Encuentro en Argentina, quien mantiene una añeja relación de cercanía con Jorge Mario Bergoglio, analizó el impacto del pontífice a nivel internacional, justo cuando se cumplen cuatro años de su papado.
“Como líder está impulsando un hecho revolucionario en la cultura: que volvamos a mirarnos a los ojos, que paremos un poco la velocidad, tengamos cuidado con la obsolescencia de las cosas, porque esa obsolescencia se quiere aplicar a las personas, pero ellas no tienen fecha de caducidad”, indicó.
“En realidad, Francisco está poniendo el dedo en la llaga de una sociedad altamente fragmentada y que, en todo caso, empuja al descarte y a la expulsión a millones de personas que no pueden acceder a ese modelo”, agregó.
La cátedra se creó para promover el pensamiento del Papa e indicar la importancia del diálogo en un mundo fragmentado. Pero es algo “tremendamente difícil”, confesó Liberman.
Afirmó que esa fragmentación es producto de la indiferencia en la sociedad de consumo que promueve la economía financiera a nivel global, un problema que ha sido denunciado por Francisco.
Señaló que el capitalismo financiero genera “angustia existencial, porque propone la competencia a toda costa; pero la competencia es valiosa hasta cierto punto y cuando se convierte en destrucción”, aseguró.
“A mí me preocupan mis hijos, los hijos de mis hijos. Me parece que el modelo actual sólo piensa en el presente. El Papa va a contrapelo de todo este mundo, eso es claro”, constató.
También se refirió a las críticas contra Bergoglio, que tienen una de sus más amplias expresiones en internet y tuvieron su reflejo más evidente en decenas de afiches anónimos, que aparecieron el 4 de febrero pegados en las calles de Roma y que cuestionaron diversas decisiones del pontífice.
“Me parece que los señalamientos que recibió (recientemente) provienen de grupitos minoritarios, que pueden disponer de robots que se pueden multiplicar en las redes, pero no dejan de ser pequeños”, explicó.
“En Argentina, que a veces se presenta como un país ‘más papista que el Papa’, me parece que el problema es otro: allá todos ‘tienen su Papa’ y esperan que ‘ese Papa’ haga algo. Pero parece más relacionado con una cultura paternalista, que debemos interpelar y cambiar”, añadió.
Consideró que ese fenómeno de buscar el propio papa es mas más bien mediático, que está presente en la política y en los medios de comunicación, pero no entre la gente común, que ignora ese debate.
Reconoció que no se puede afirmar que el 100% de los argentinos amen a Francisco, tampoco él aspira a eso –aclaró- e insistió en advertir que lo importante es su “acción significativa”, para la Iglesia y para el mundo.
“Cuando el papa te habla, se dirige a tu adulto y a tu niño: te dice cómo eras, qué tenías y qué perdiste, qué te hacía feliz. Él afirma que tenemos ese derecho, a ser felices. No a la felicidad que brilla por el consumo, sino a la felicidad propia del encuentro”, dijo.
“Depende quién lo traduzca, depende quién lo lea, esto se entiende en uno u otro sentido. De todas maneras, para nosotros Francisco es un gran ‘sacudidor de conciencias’, así lo consideramos”, ponderó.