Por Misael Máynez
¿Ha visto los promocionales de pastillas milagrosas que le aseguran perder peso en unos días sin importar su ingesta de calorías ni el ejercicio?; ¿las fajas moldeadoras que dejarán su figura como quinceañera en unas semanas?; ¿el calzado que al utilizarlo regularmente dejará su figura como modelo de pasarela y todo sin que usted haga nada? Todo lo obtendrá de inmediato en forma milagrosa.
En días recientes tuve la oportunidad de recorrer lugares de mi querido México y confirmé una idea que hace mucho he manejado: queremos las cosas fáciles, sin importar los efectos secundarios. Sin reparar en analizar efectos presentes y futuros. Al ay se va, pues. Total elegimos a una persona de diferente color para que milagrosamente resuelva todo sin que nosotros hagamos nada. Patrañas.
Recuerdo una carta que escribieron hace tiempo que simulaba el discurso de los políticos, al leerla era un discurso muy elaborado, pero al leerla de fin a principio, era la intensión oculta para hacer sus fechorías.
¿Le tocó leerla? Lo menciono porque estas ideas, al igual que esa carta, las puede poner en orden ascendente o descendente, como lo prefiera hacen el mismo daño.
En lo micro puedo ejemplificar casos ridículos como el cobro en los baños de las centrales de autobuses, restaurantes y demás lugares donde el viajero está obligado a soportar abusos de todo tipo. Se supone para ofrecer papel, jabón y un lugar limpio.
¿Acaso no es obligación proporcionar estos artículos por salud? ¿No suponemos que un establecimiento para operar debe ofrecer ciertos servicios para obtener su permiso de operación? A parte que los lugares están sucios y carecen de todos lo necesario para un servicio digno resalta a todas luces que en nuestro país se nos hace fácil exprimir a viajeros y turistas de la forma que nos dejen dinero sin hacer nada, lo cual considero detestable. La mediocridad en su máxima expresión. Cuál productividad, dónde o a quién se le ocurre la competitividad, eso es cosa de otros países más avanzados, nosotros nos limitamos a prácticas tercermundistas que carcomen nuestro sistema hasta la médula.
Si paso a empresas medianas vemos el cobro de estacionamientos, mostrando con toda claridad falta de visión para incentivar el consumo; y bueno, embolsarse unos millones de pesos por una necesidad del mismo negocio y sin hacer nada, sin producir absolutamente nada, o dígame Usted, que no es necesario ofrecerle a la clientela un lugar donde estacionarse para que acuda a su negocio. No es acaso mejor que esos millones se inyecten en el consumo de mercancías que generen empleo, ¿no es acaso la mayor demanda de los mexicanos mejores empleos? ¿cuándo hemos de entender que la base de todo desarrollo es la productividad?.
Analizo empresas grandes o corporativos y abundan cobros injustificados y cargos de origen dudoso con el cobijo de leyes leoninas elaboradas con el beneficio de un soborno a los legisladores.
Si me paso al gobierno doy con la madre de todas las mediocridades en el servicio. De hecho es el ejemplo a seguir por todos a quienes he mencionado antes y su justificación para poder subsistir en un sistema que los obliga a ser mediocres para cumplir con las reglas escritas o no del gobernante en turno. Es inimaginable el daño generacional que hemos hecho y recibido por no respetar las leyes y ser parte de este círculo de la mediocridad que nos tiene atrapados en una carrera sin sentido y con un cansancio crónico para salir de ella. La sociedad culpa a todos, los empresarios al gobierno y el gobierno a la sociedad; todos culpables y nadie a la vez.
Producción, esa es la palabra clave. No se necesita ser experto en finanzas públicas ni en economía, sólo basta entender que todo inicia en la producción en un esquema de competitividad. Debemos incentivar la producción de todo tipo de bienes y servicios para que nuestra moneda se aprecie, para que nuestros productos se diversifiquen y oferten en otros países; para que el nivel de vida de los mexicanos mejore.
Pero la producción demanda productividad, tecnología, eficiencia, asertividad, planeación y muchas cosas más que coexisten con los marcos regulatorios y ahí está el meollo del asunto. México se caracteriza por marcos arcaicos y políticos neandertales incapaces de entenderlo y modificarlos para facilitar las cosas. O lo entienden, pero como no les han pagado el precio personal o de cuota partidaria no lo modifican: traidores y más traidores. Que el hambre del pueblo, la ignorancia, la sangre, la falta de servicios y el futuro robado a miles de niños y jóvenes pese sobre sus cabezas en este mundo y en el venidero.
Mientras veamos a la política como forma de hacerse rico de la noche a la mañana; políticos que viven en un nivel de vida que es inexplicable para los ingresos de un servidor público, nadie haga nada al respecto y todos finjamos insensatez, mientras eso ocurra nunca podremos romper ese círculo de mediocridad que nos agobia y todos tendremos pretextos para hacer y deshacer con el bendito estandarte del sistema mexicano.