Cinco países espían juntos

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Cinco países de habla inglesa conforman una alianza de espionaje conocida como Cinco Ojos. Después de la II Guerra mundial, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda crearon esta red de inteligencia para enfrentar a Alemania y Japón. Las denuncias de Edward Snowden no harán que dichas naciones consideradas como democráticas renuncien a sus privilegios.

Gran Bretaña necesitó inteligencia de Estados Unidos para ayudar a frustrar un ataque terrorista, Nueva Zelanda se basó en ella para enviar tropas a Afganistán y Australia la utilizó para ayudar a condenar a un hombre que planeaba un ataque con bombas.

Todos esos episodios fueron el resultado de una alianza de espionaje conocida como Cinco Ojos que agrupa a cinco democracias de habla inglesa, y apuntan a una lección clave: la información estadounidense es tan valiosa, dicen los expertos, que la enorme indignación mundial sobre los secretos poderes de vigilancia de Estados Unidos no hará que Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda renuncien a los beneficios de formar parte de Cinco Ojos.

La conclusión es que parece improbable que las revelaciones que filtró Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA por sus siglas en inglés), detengan o siquiera debiliten el crecimiento mundial de la cacería de secretos, un factor cada vez más importante en la seguridad y la prosperidad de las naciones.

“La información es como el oro”, dijo a The Associated Press Bruce Ferguson, el ex jefe de la agencia de inteligencia exterior de Nueva Zelanda. “Si no la tienes, no sobrevivirás”.

El arreglo Cinco Ojos subraya el valor de esta información, así como las limitaciones del intercambio de información.

La colaboración comenzó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los Aliados trataban de descifrar los códigos navales alemanes y japoneses, y ha perdurado por más de 70 años. La alianza ayuda a evitar la duplicación en algunos casos, y permite una mayor penetración en los demás.

Los cinco países se han comprometido a no espiarse mutuamente, y en muchos puestos de avanzada en todo el mundo las agencias de los miembros de Cinco Ojos trabajan codo a codo, lo que permite que la información se comparta con rapidez.

Sin embargo, Richard Aldrich, que pasó una década investigando para un libro sobre la vigilancia británica, dijo que los países en Cinco Ojos sí se han espiado unos a otros, violando sus propias reglas.

Los cinco países “por lo general saben lo que hay en los cajones de ropa interior de cada uno, por lo que no necesitan espiarse, pero en ocasiones habrá problemas cuando no estén de acuerdo” , y cuando eso sucede fisgonean, dijo Aldrich.

En Cinco Ojos, Estados Unidos cuenta con las capacidades técnicas más avanzadas y el mayor presupuesto. Gran Bretaña es un líder en el espionaje tradicional, gracias en parte a su alcance en los países que alguna vez fueron parte del Imperio Británico.

Australia se ha destacado en la recolección de señales y de inteligencia regionales, proporcionando una ventana al creciente poder de Asia.

Y canadienses, australianos y neocelandeses a veces son espías muy útiles, pues no están sometidos a la misma vigilancia que sus homólogos británicos y estadounidenses.

“Estados Unidos no comparte información” , dijo Bob Ayers, un ex agente de la CIA, “sin la expectativa de recibir algo a cambio” .

Gran Bretaña alberga uno de los centros de espionaje más grandes del mundo, ubicado a unos 300 kilómetros (186 millas) al noroeste de Londres, en Menwith Hill.

Está dirigido por la NSA, pero tiene cientos de empleados británicos, incluyendo a los analistas de la agencia de espionaje de Gran Bretaña, el Centro Gubernamental de Comunicaciones, o GCHQ por sus siglas en inglés.

En Australia está Pine Gap, una estación de seguimiento de satélites en expansión situada en el remoto centro del país, donde los funcionarios de la NSA trabajan codo a codo con decenas de lugareños.

Estados Unidos también despliega tres o cuatro analistas al mismo tiempo en Nueva Zelanda, donde se encuentran las pequeñas estaciones de espionaje Waihopai y Tangimoana.

La relación de intercambio de inteligencia permitió a los servicios de seguridad y policiales estadounidenses y británicos frustrar un ataque terrorista en 2006, un plan que involucraba bombas líquidas para hacer estallar unos 10 vuelos trasatlánticos.

Fuente: AP

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