Por Víctor M. Quintana S.
Enmudeció el palenque…
Si en el Congreso del Estado no se pueden acallar las pocas voces, así sean poco críticas, es necesario buscar un lugar a modo: ¿qué mejor que el palenque de la feria Santa Rita-Expogan? Elefante blanco del sexenio, privilegiado por sobre otras obras, menos costosas y más necesarias. Fusión de ferias gracias a una Unión Ganadera sometida, controlada.
Por eso, nada mejor que el lugar donde se lucen los gallos y amarran navajas para reunir a un auditorio dócil, que enmudezca para escuchar la voz del amo, sin más respuesta que el aplauso. Ahí lo único crítico que habrá será la situación de la democracia en la entidad.
Yo mismo voy a soltar…
Si en el Congreso no hubo verdadero diálogo republicano, si no se respondieron los pocos cuestionamientos serios que hubo, el palenque es el mejor lugar para dar las propias versiones del endeudamiento, del gasto, de la parálisis del aparato gubernamental, de la sequía en que se mantiene a los proveedores, de la obra pública que no se ve.
Váyanle encendiendo cirios al que me vino a insultar…
¿Qué mejor espacio y ocasión para descalificar a los opositores y lanzar diatribas a los críticos que el redondel donde no está presente más que el partido Macarena? Que los inconformes de siempre se preparen a recibir la andanada de abucheos del graderío, que las plumas, las voces o los teclados a sueldo se apresten para las nuevas ofensivas contra quienes no creen o desafíen las versiones oficiales.
Parangones galleros aparte, el texto y el contexto del IV Informe de Gobierno nos vienen a revelar lo grave de la situación de las instituciones republicanas en el estado de Chihuahua. Pocas veces se había llegado a los dos tercios de una administración con el nivel de desgaste, de enfrentamiento, de deterioro de la legitimidad como ahora.
Desde hace más de un año se ha venido señalando el ingente endeudamiento del Gobierno del Estado. Propios y extraños hemos proporcionado datos, presentado gráficas, planteado los cuestionamientos que surgen de evaluar con seriedad la información. A las preguntas y a los planteamientos se les ha respondido de dos formas: con el desplante: “yo no he endeudado a Chihuahua”. Y con un gasto multimillonario e injustificado en comunicación social, como si mil palabras valieran más que una buena respuesta.
Por ese tipo de actitudes, la lectura del texto del IV informe cede ante la fuerza del contexto. Los logros que pudiera haber son oscurecidos por la opacidad en el manejo de lo público, por el obcecamiento a no responder lo que Chihuahua se pregunta, a no salir al paso de los rumores con explicaciones sólidas, transparentes.
Por eso, mucho más que el texto del IV Informe habla el contexto. Y en éste figura de manera muy importante, la valiente denuncia presentada ante la PGR por Jaime García Chávez. Es un personaje que como diputado, como intelectual y como activista le ha aportado a Chihuahua, pues no sólo desde el gobierno y los puestos públicos se le aporta. Tuvo el valor civil de fundamentar y presentar una demanda de investigación en un asunto en que muchos se quedan sólo en el rumor o en el pataleo de sobremesa. La opacidad ha dominado las relaciones Gobierno del Estado-Banco Progresa. Desde hace más de seis meses en estas mismas páginas le planteábamos al Secretario de Hacienda algunas cuestiones que nunca quiso responder. Ahora, si las instituciones funcionan, tendrá que hacerlo en el marco de una investigación judicial.
La denuncia de Jaime García Chávez merece el respaldo de la ciudadanía: recoge las preocupaciones y las exigencias de muchas y muchos chihuahuenses. A nadie perjudica que se investigue a fondo y se proceda en consecuencia. Es benéfico para nuestro estado y para nuestra democracia en crisis, aunque lo increpe el puñado de beneficiarios de la opacidad y la no rendición de cuentas.
Porque así se diga con todos los millones de pesos del presupuesto estatal para comunicación social que el de Chihuahua es un gobierno abierto, ha resultado un gobierno de puertas cerradas. A algunos de nosotros, incluido García Chávez, se nos han cerrado las puertas del Palacio de Gobierno y del Congreso del Estado. A las y los diputados, sumidos en la mediocridad y en la tibieza, se les cierran las puertas de su propio Poder y como mansos corderos se someten a los dictados del coordinador del PRI, sometido a su vez a los dictados que vienen de la Aldama y Vicente Guerrero. Se le cierran las puertas a los cuestionamientos de las organizaciones sociales, se le cierran las puertas de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos a visitadores comprometidos con esos derechos como Gustavo de la Rosa, y así podríamos continuar.
Por eso, es inevitable volver al símil gallero:
“Cierren las puertas, señores, cierren las puertas”.
Fuente: El Diario de Juarez