Carlo$ Romero De$champ$

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Por Alejandro Páez Varela

Los hijos viajan en aviones particulares. La familia, que en algún momento fue pobre, tiene tres yates –que se sepa–: el Guly, el Güero y el Indomable. José Carlos hijo recibió este 2013 un regalito valuado en 2 millones de dólares: un Ferrari Enzo. Poca cosa, si se piensa que normalmente se desplaza en un Lamborghini Aventador y tiene departamentos y propiedades en Estados Unidos que hacen ver el Ferrari como un juguete cualquiera. Paulina viaja por el mundo acompañada de sus mascotas; bebe los mejores vinos, se hospeda en los mejores hoteles. Y recientemente se supo que hasta el chofer de Carlos Romero Deschamps es dado a los dispendios: es un ludópata, un adicto gastar en casinos.

El Instituto Federal Electoral (IFE) documentó, en el año 2000, que el líder corrupto desvió mil 300 millones de pesos de Pemex al PRI. Se los gastó en campaña Francisco Labastida Ochoa. Pero aunque había pruebas que sirvieron para que el partido fuera multado por mil millones de pesos, la Procuraduría General de la República de Vicente Fox Quesada no lo detuvo porque, dijo, “no tenía pruebas” en contra del ahora Senador priista con fuero, Romero Deschamps. La PGR no pudo probar el desvío que sí probó el IFE, por más insólito que parezca.

Tres veces Diputado federal; dos veces Senador de la República. Veinte años al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y fue electo, este mismo año, para mantenerse en ese puesto hasta 2018: todo el gobierno de Peña Nieto.

Este hombre es pieza clave en el partido del Presidente, el Revolucionario Institucional. No sólo es capaz de garantizar 200 mil votos directos del sindicato de Petróleos Mexicanos (Pemex), sino los indirectos, los de las familias. Algunos dicen que él sólo le puede dar al PRI entre medio millón y 700 mil votos a una elección como la que acaba de “ganar” Enrique Peña Nieto.

Es probable que nunca sepamos a cuándo asciende su fortuna; tampoco sabremos cuál fue su papel en la elección presidencial del 2013.

No sabremos cuánto dinero repartió para la campaña del ex Gobernador del Estado de México ni cuánto sigue aportando en estos momentos. Sólo sabremos que él es, realmente, el corazón del PRI. Él y los gobernadores.

No tengo una sola evidencia que me haga pensar que Peña Nieto lo vaya a remover. Me río de los que creen que en algún momento será detenido, como Elba Esther Gordillo.

Carlo$ Romero De$champ$ es el PRI. Sólo un idiota se daría un balazo en un pie.

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“A mí no me espanta que los enemigos del sindicato ataquen a los que hoy los representamos, pero, lamentablemente, hasta con la familia se han metido”, dijo Romero Deschamps a principios de la semana pasada. Hasta con mi familia se han metido. Qué tal. Como si él tuviera derecho a saquear el dinero de los mexicanos, a robar las ganancias de un país con 50 millones de pobres, y los afectados –usted y yo– necesitáramos autorización para mentarle la madre.

Pero es un mundo torcido, el de la política. En ese contexto, en medio del saqueo, el Partido Acción Nacional (PAN) está a punto de votar junto con el PRI a favor de que grandes segmentos del sector petrolero mexicano, que no tienen dinero por tipos como Romero Deschamps, sean entregados a los privados. No tiene abuela, el PAN.

En lo personal no estoy en desacuerdo con abrir el sector petrolero. Si se necesita dinero, habría que buscarlo de la menor manera. Siempre y cuando supiéramos que hay garantías de que NO nos van a robar.

Pero con esos dirigentes, con esos partidos, con esos diputados y senadores, con esos funcionarios y estos gobiernos, lo más seguro es que se volverá el gran negocio de unos cuántos. Vaya diciéndole adiós a nuestra industria petrolera. Vaya diciéndole adiós a la riqueza del subsuelo porque esa iniciativa va a pasar y no habrá quién los detenga. La oposición, la izquierda, está dividida o, de plano, se hace guaje. Vaya diciéndole adiós al patrimonio de sus hijos y de sus nietos porque se meterán a sacar el petróleo escondido en aguas profundas para repartírselo en nuestra cara. ¿Quién los va a detener? ¿Quién va a pesar cada barril? ¿Quién va a vigilar los ductos o cada pipa? ¿Carlos Romero Deschamps? Ja. ¿Quién, entonces?

La familia de Romero Deschamps no necesita siquiera ser mexicana. Ya es, de hecho, una familia internacional: sus capitales son tan grandes que en dos o tres generaciones estarán legitimados; serán empresarios “honrados” y les estaremos rogando para que inviertan en nuestro país.

Me da rabia como mexicano que en nuestras narices nos estén robando. Pero me da más vergüenza, como mexicano, que nadie diga nada; que nadie se pare y grite: HASTA AQUÍ. Mañana nos quedaremos sin sol y sin resolana.

Mañana nos quedaremos sin playas y sin mar. Mañana nos dejarán sin desiertos y querrán cobrarnos hasta por ver las nubes.

Discúlpenme la expresión, pero no estoy seguro de que tengamos madre, mexicanos. De lo que sí estoy seguro es de que futuro-futuro, lo que se llama futuro, lo tenemos bien, pero bien empeñado.

Los que tengan hijos prepárense para darles una explicación. Yo qué: después de mí, no quedarán ni mis perros.

Fuente: Sin Embargo

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