¡Bingo!

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Por Jacobo Zabludovsky

Difícil aceptar que Gobernación ignorara la actividad a la que uno de sus empleados dedicaba los ratos que violaciones, falsificaciones y tramitaciones sucias le dejaban libres

Casinos y nazismo van del brazo y por la calle. Dos trabajos periodísticos simultáneos aunque separados descubren a personajes que, en público, eran funcionarios del más alto nivel en el sexenio de Felipe Calderón mientras, en privado, actuaban con el fanatismo propio de nazis activos.

“Fascistas en el Covián”, cabecea Reforma el miércoles al revelar que Juan Iván Peña Neder, coordinador de asesores de Abraham González, Subsecretario de Gobernación, y Carlos Villar Erives, ex funcionario de la Secretaría de la Función Pública, fundaron en 2010 la organización clandestina “México Despierta”, con el propósito de implantar en México un régimen nazi a imagen y semejanza del creado por Adolfo Hitler y lograr la aniquilación de los judíos, los masones, los indígenas, los mestizos y cuantos se opongan la supremacía de la raza aria.

Reclutados a los 15 años de edad en su nativa Chihuahua, sustituyeron los símbolos hitlerianos por la Cruz Celta, que algo tiene de ruleta y de swástica, en medio de un círculo blanco en campo rojo a la usanza del nacional socialismo. Contrataron una casa en la colonia Juárez junto a Gobernación y otra en Anzures donde celebraban reuniones y almacenaban uniformes, banderas, brazaletes, folletos, audios y videos. Se saludaban como fascistas, con el brazo derecho en alto, cantaban el “Cara al sol” falangista y adoctrinaban nuevos adeptos, preparándose para el asalto al poder.

Los sueños se truncaron el 8 de septiembre de 2011 cuando Peña Neder fue encarcelado en un penal de alta seguridad en Matamoros, no por nazi ni subversivo, sino por presunta violación tumultuaria de su ex cónyuge Talía Vázquez Alatorre, quien lo acusó también de encabezar una mafia que traficaba con permisos falsos de garitos, como si Fox y Calderón no hubieran repartido suficientes para tapizar las ratoneras donde la clase media asciende a pobre. El periódico Reporte Índigo cita como involucrados a un senador, ex secretario particular de Calderón, quien negó el cargo e interpuso demanda por daño moral. La denuncia de este periódico ayudó a que la Comisión Permanente del Congreso aprobara por unanimidad instalar una comisión bicameral para investigar el lodazal de los permisos.

Uno de los grandes beneficiados fue Peña Neder. Funcionario clave de alto nivel, coleccionista de cuantos ilícitos se atravesaran en su camino era al mismo tiempo líder en ciernes de una conjura nazi. Difícil aceptar que Gobernación, la Secretaría a cuyo cargo están la política interior, los sistemas de inteligencia, la seguridad contra la violencia social y tareas similares, ignorara la actividad a la que su empleado dedicaba los ratos que violaciones, falsificaciones y tramitaciones sucias le dejaban libres.

La experiencia histórica obliga a no descartar por insignificante una amenaza de genocidio. Hitler fue calificado de fanático destinado a fracasar en un país culto como Alemania. Así empezaron otros déspotas en el siglo XX y en este XXI. Lo grave en el caso, aparte de la corrupción monda y lironda que en la antigüedad era noticia, es la posible complicidad de funcionarios públicos en una operación tan peligrosa como cínica.

Tampoco se olvida el pasado siniestro del yunque y el sinarquismo en el PAN. En diciembre de 2008 tuve que refutar a Germán Martínez, presidente del partido en el poder, por haber publicado un artículo inaceptable sobre los judíos en torno a la estafa de Madoff. Martínez se disculpó diciendo: “Ante diversas malinterpretaciones (sic)… no fue mi intención… refrendo mi respeto a ese pueblo noble”. Disculpa corta para cubrir larga vocación de antisemitismo histórico del pensamiento medieval.

Omar Barona González, secretario particular nada menos que del subsecretario de Asuntos Jurídicos y ¡Derechos Humanos! en Gobernación, divulgaba en redes sociales su foto haciendo el saludo fascista y lo que denominó los “11 Principios del Partido Nazi”, además de expresar en público insultos racistas. ¿Nadie sabía esto en el gobierno pasado? No dieron señales de saberlo varios secretarios de Gobernación, entre ellos Carlos Abascal, de la derecha del PAN, que ya es decir. Ni el señor Calderón, tan enterado de todo. La lista de nazis infiltrados en oficinas públicas destinadas a combatir a individuos peligrosos como ellos no cabría en estas páginas. Muchos siguen en sus cargos, como Carlos Roger Priego Huesca, asesor de la Cámara de Diputados encargado del local de la colonia Juárez, ufano de uniforme y Cruz Celta en su página de Facebook. Muestras al azar de una larga lista.

No se puede tolerar en un gobierno democrático a entusiastas de soluciones finales.

Fuente: El Universal

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