La guerra interna en la dirección de Podemos se saldó este domingo, finalmente y después de semanas de un agrio enfrentamiento, con el triunfo sin paliativos de Pablo Iglesias, que además de seguir siendo el secretario general tendrá mayoría en el Consejo Ciudadano.
Los documentos políticos que definen la apuesta de futuro del partido también fueron elegidos de forma mayoritaria. Con este resultado, el gran derrotado fue Íñigo Errejón, tal y como era de esperar, que probablemente dejará su función como vocero del grupo parlamentario y la secretaría política.
En Vistalegre, una plaza de toros en el barrio madrileño de Carabanchel, se dio por finalizada una larga y áspera disputa mantenida por dos grandes bloques, los liderados por Iglesias y Errejón, en los que también había dos grupos más, el de los Anticapitalistas -que lograron un porcentaje mínimo de votos y de cargos en el Consejo Ciudadano- y el de los que decidieron dar un paso atrás ante el enfrentamiento abierto por sus dos dirigentes, como hicieron algunos de los fundadores de la formación, como Nacho Álvarez y Carolina Bescansa.
Iglesias logró la reelección como secretario general con un 89 por ciento de los votos, pero en la votación crucial, que era la composición del Consejo Ciudadano, alcanzó un 60 por ciento, con lo que tendrá una mayoría de 37 asientos en el mayor órgano de decisión de la formación política, frente a los 23 que logró el grupo de Errejón y los dos de Anticapitalistas.
Iglesias había condicionada su continuidad en el liderazgo de Podemos a que obtuviera una mayoría en el Consejo y que se aprobaran sus documentos políticos, al menos cuatro que presentó en la Asamblea, el político, el organizativo, el ético y el de igualdad.
Y logró ganar en los cuatro casos, por una mayoría más limitada. Superó por poco el 50 por ciento, pero esto le permite controlar el partido a su antojo y desarrollar la estrategia que tenía prevista para los próximos años.
Iglesias se había distanciado de Errejón sobre todo por las profundas diferencias que tenían de cara al futuro.
La apuesta del líder de Podemos era tejer alianzas con formaciones de izquierda clásicas, como Izquierda Unida y el Partido Comunista de España, al tiempo que iniciaba una estrategia de movilización ciudadana con el objetivo de llevar a cabo una “revolución de la clase obrera” con la que aspira a llegar al poder.
Errejón pretendía fortalecer la labor institucional, con más trabajo y más voluntad de acuerdos en el Congreso de los Diputados, que es donde finalmente se aprueban las leyes y los planes que afectan de forma directa a la ciudadanía.
A partir del lunes, los líderes de Podemos prometieron “unidad”, una vez que el principal reclamo de sus bases, hartas de los enfrentamientos públicos de su dirigencia.
Pero en el sector de Errejón se teme que empiecen las “purgas”, tal y como hicieron recientemente en el grupo de Podemos en Madrid, en donde la lista ganadora desalojó de los puestos de elección popular a sus principales rivales.
Fuente: La Jornada