Por José Blanco
El primer ignaro en materia energética soy yo. Mi angustia nace de que me veo en la situación de confiar en los ideológicamente confiables, quienes siempre han estado del lado de la justicia social y del bien para el futuro de la nación. Pero veo datos y hechos que me siembran dudas respecto de si mis personajes confiables están considerando, o están considerando correctamente tales hechos y datos.
Más concretamente me refiero a lo que ocurre en materia de reforma energética y sus vastas implicaciones en Estados Unidos y en otros países del mundo, así como lo que ocurre con las innovaciones en otras tecnologías productoras de energía.
No creo que podamos ni debamos eventualmente (aunque difícilmente) llegar a un acuerdo nacional, sin referencia ninguna a lo que viene ocurriendo en el mundo en materia energética desde hace unos seis u ocho años. Hemos estado varios lustros acercándonos a la posibilidad de tener un debate de fondo y un eventual acuerdo respecto de la reforma de Pemex, pero no me queda claro que los probables términos del debate hayan cambiado mucho, y si fuera así, estaríamos fuera de los tiempos que corren en la actualidad.
En Estados Unidos está en marcha un plan a todo vapor llevando a cabo adecuaciones técnicas a efecto de que equipo muy diverso opere con el shale gas, en la actualidad muchas veces más barato que el petróleo y sus derivados energéticos.
En 2003, los precios de gas y petróleo se movían en los cinco dólares por millón de unidades térmicas británicas (MMbtu). Poco después se rompió la tendencia con un desacoplamiento del precio del gas natural respecto al del petróleo. En 2006, el petróleo tenía un precio de 12 a 13 dólares/MMbtu y el gas entre 6 y 7 dólares/MMbtu. En 2008, antes de la crisis económica mundial, el petróleo llegó a un peak de 23 dólares/MMbtu, mientras el gas llegó a 12 dólares/MMbtu. Así, llegamos a febrero de 2011 con el gas en 4 dólares/MMbtu y el petróleo en 17 dólares/MMbtu.
Además se trata de un carburante amigable con el ambiente.
El cambio de tendencias provino de las enormes reservas de gas no convencional que existen en el territorio estadunidense, entre las cuales están las reservas de shale gas, y de que pueden obtenerse estos recursos energéticos a precios sensiblemente más bajos frente a Europa y Asia, donde el gas natural tiene un precio de 11 y 19 dólares por BTU.
¿No hay ninguna relación, o ningún efecto, de esas tendencias con lo que vamos a decidir internamente con el petróleo y la petroquímica?
Por lo pronto, gracias al shale gas diversas industrias estadunidenses están regresando a territorio norteamericano porque requieren de forma intensiva el uso de hornos como la industria siderúrgica, la papelera, ciertos sectores de la textil, la cementera, la de cerámicas y otras.
El shale gas parece ser el futuro energético de Estados Unidos, y se usará intensamente. De ahí derivarán una enorme cantidad de innovaciones técnicas para todo tipo de industrias.
Se sabe, desde ahora, que el uso del shale gas apoyará una etapa energética transicional, pues este recurso, sobre todo usado intensivamente, se agotará en unos 30 años, durante los cuales se inventarán y/o descubrirán nuevas fuentes de energía.
¿Sabemos cuáles son los planes de Estados Unidos para el shale gas mexicano?, ¿qué vamos a decidir?, ¿es conveniente o no que Pemex u otra empresa estatal mexicana produzca shale gas?
En este tema Brasil no está dormido. Su consumo (0.66 trillones de pies cúbicos del gas) es solventado con 45 por ciento de importaciones, las cuales son mayormente bolivianas. Sin embargo, con la aparición de las reservas de shale gas en Brasil (226 trillones de pies cúbicos), las cuales son 20 veces mayores que las reservas probadas de gas, permitirían a Brasil ser capaz de suplir su demanda local en un corto y mediano plazo, y si el desarrollo se lo permite, convertirse en exportador en el largo plazo, vía los terminales GNL (gas natural licuado) que poco a poco se están construyendo en la región.
Considérese también que los paneles solares han disminuido sus precios en 80 por ciento y simultáneamente han incrementado su capacidad en 500 por ciento. Las casas productoras de estos artefactos simples prevén al menos cuatro nuevas versiones de paneles solares mucho más eficientes que los actuales y también mucho más baratos.
Un grupo de investigadores de la UCLA dieron el primer paso para llevar la energía solar a un teléfono celular, según informa la revista de tecnología Noticias Montreal: una fina lámina de dos capas capaz de recibir y transformar la energía del sol. Esto daría una innumerable cantidad de posibilidades, desde ponerlo en una ventana para generar electricidad hasta ponerlo en un teléfono para cargar su batería.
El nuevo panel solar está hecho de dos celdas fabricadas en polímero. La clave está en las dos celdas incluidas, lo que permite capturar hasta casi el doble de la energía solar, 80 por ciento de los rayos infrarrojos.
Hay una revolución en las tecnologías energéticas y en el uso que se hará de ellas. Ojalá nuestros debates, nuestras conclusiones y acuerdos tengan cabalmente estas referencias. De otro modo, podríamos estar discutiendo acerca de quién debe producir los yelmos de Mambrino.
Fuente: La Jornada