Por Luis Javier Valero Flores
Nadie podría descartar que en el transcurso de hoy, de mañana, o de pasado mañana, el PRI dé a conocer el nombre de quien podrá inscribirse como candidato de “unidad”, culminando de esta forma uno de los procesos más tensos en la designación del candidato priista en la entidad.
El rasgo característico de éste es la incertidumbre, cruzado por la aguda confrontación de dos de los principales acuerpamientos a su interior, que refleja, sin duda, lo existente en la sociedad chihuahuense, en la que una parte, probablemente mayoritaria, califica mal la obra de gobierno de César Duarte, y la que lo considera un buen gobernante.
Es de tan hondo calado la disparidad de opiniones que llegó hasta al seno del Consejo Estatal del PRI, realizado el pasado fin de semana, en el que, ante el reconocimiento realizado por Doroteo Zapata, sempiterno líder de la CTM en la entidad (más de 32 años), a la obra de gobierno de César Duarte, toda la concurrencia le aplaudió.
Sin dejar de aplaudir, pero sin levantarse de su asiento, alrededor del 40 por ciento de los asistentes no le concedieron al mandatario su pleno reconocimiento.
Imposible saber si esos asistentes forman parte de los simpatizantes del Grupo Delicias (liderado, de facto, por los exgobernadores Fernando y Reyes Baeza), o fueran simpatizantes de alguno de los aspirantes que no forman parte del equipo de Duarte, pero lo que sí comentan una buena parte de los priistas es que la confrontación llegó hasta al Comité Nacional, razón por la que los comentarios acerca de quién será el candidato tienen como eje si será alguien de “los del gobernador” o si será del “otro equipo”.
La coincidencia de los comentarios es que el gobernador cuenta con tres aspirantes –Enrique Serrano, Javier Garfio y Héctor Murguía–; y que, a su vez, el otro equipo está conformado por los aspirantes Marco Adán Quezada, Óscar Villalobos, Jorge Esteban Sandoval y Víctor Valencia.
Extrañamente, a Marcelo González Tachiquín no se le ubica como una de las cartas de Duarte y que se le concede la razón cuando aquél afirma que con todos los aspirantes ha colaborado en algún momento.
En ese pasado se anota el que fue secretario particular de Mario Tarango (reconocido integrante del grupo deliciense), cuando éste fue el coordinador de los diputados locales –2004 al 2007– y uno de esos legisladores era César Duarte.
Incluida la mencionada confrontación –o quizá como uno de los principales factores a tomar en cuenta por los grandes electores– su dilema es si le dan continuidad al grupo del gobernador Duarte o, si por el contrario, lo interrumpen con alguno de los baecistas y en el extremo, con alguna de las senadoras, Graciela Ortiz o Lilia Merodio o González Tachiquín.
Con cualquiera ganamos dicen los priistas, debido a la “debilidad”, sostienen, de los candidatos del PAN.
Esa certidumbre deriva de la reunión de los aspirantes con el presidente nacional, Manlio Fabio Beltrones, de la semana anterior en la que, dicen, se firmó el pacto de unidad, cuyo texto es absolutamente desconocido.
¿Qué firmaron, si es que lo hicieron? ¿De veras es relevante la firma de ese supuesto pacto, o sólo fue la expresión, de todos, de respetar la decisión del presidente Peña, cualesquiera que fuera?
Es probable que así haya sido y que lo hayan ratificado, todos, incluidos Víctor Valencia y Marco Adán Quezada, los más críticos a los actos del gobernador Duarte en los últimos meses, especialmente el último, tanto, que hasta se llegó a pensar que al ballezano le había brotado finalmente el crítico más importante, con mayor presencia popular que cualquiera de sus detractores o de sus opositores, lo que se constituyó, al final, en uno de los elementos a tomar en cuenta, si es que deciden por la opción de la no continuidad del duartismo.
Estamos a unas horas de que lo resuelvan.
Enfrente, los esperan, con una encuesta para definir el abanderado, los aspirantes del PAN. Parece llevar ventaja Juan Blanco.