Con el estigma de ser el peor candidato presidencial del PAN en tres décadas (17.65% de los votos totales), pese a que fue el contendiente que más dinero gastó en la elección de 2018 (366 millones 889 mil pesos), Ricardo Anaya trama secuestrar, otra vez con de tres años de anticipación, su segunda candidatura a la Presidencia de México y anticipa nuevas discordias en la derecha.
En “Historia de lo inmediato” se informó, desde antes de su reaparición en septiembre, que Anaya planeaba ser nuevamente candidato presidencial —como lo diseñó en 2015 al llegar a la presidencia del PAN— y que la estrategia, en acuerdo con la cúpula panista, era ser postulado como diputado federal plurinominal para recorrer el país en apoyo a sus candidatos, para luego convertirse en coordinador de la bancada.
Lo único que cambió en el diseño original del proyecto es que no será diputado federal, pero recorrerá mil municipios en apoyo a los candidatos de la alianza del PAN con el PRI —que lo quiso meter a la cárcel en 2018 por “ladrón”— y el PRD, tal como lo enfatizó él y el presidente de su partido, Marko Cortés, quien elogió su “claridad de objetivos y determinación para lograrlos”.
Las alabanzas inmediatas de Cortés a Anaya ratifican que se trata no de un proyecto personal, sino grupal cuyo articulador es el mentor de ambos, Santiago Creel, el presidente de la Comisión Política Nacional de ese partido que, desde la campaña de 2018, ha trabajado internamente de manera discreta.
Creel, secretario de Gobernación de Vicente Fox y coordinador político de la campaña presidencial de Anaya, ha sido clave en la alianza del PRIAN —junto con Claudio X. González— y la negociación de candidaturas, incluida la del expresidente a diputado federal —que aún sigue en análisis— y la de él mismo como eventual coordinador de la bancada, cuya designación es facultad de Cortés.
El anuncio de Anaya de recorrer el país “y llegado el momento, si la vida y las circunstancias me lo permiten, volver a participar en la elección presidencial”, significa que la candidatura presidencial del PAN ya está apartada y envía un mal mensaje a otros grupos de la derecha, en momentos en que Felipe Calderón negocia candidaturas, incluida la de su esposa, Margarita Zavala, como parte de su regreso a ese partido con el que rompió en 2018 justamente por el agandalle de aquél.
Zavala y hasta Luisa María Calderón podrán ser candidatas a diputadas federales, como se está aún negociando en el PAN —y de manera simultánea con el partido Movimiento Ciudadano—, pero la candidatura presidencial ya tiene dueño en Anaya, aun cuando hay otros prospectos, como el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca.
Por cierto, como aquí se informó, García Cabeza de Vaca prevé dejar en marzo la gubernatura para ser diputado federal por la segunda circunscripción, con el fin de ser coordinador de la bancada, y que su hermano Ismael sea gobernador, en 2022, previo interinato del secretario de Gobierno, César Verástegui, alias El Truco.
Anaya y García Cabeza de Vaca son dos de los panistas implicados en los sobornos que denunció Emilio Lozoya ante la Fiscalía General de la República que, según Alejandro Gertz, se judicializaría la semana pasada, en medio del escándalo por la exoneración del general Salvador Cienfuegos.
Ante el vacío informativo de la FGR, el exsenador Jorge Luis Lavalle, un personero de Calderón, informó que fue citado por un juez, en un caso que, de no mandar a la cárcel a algunos de los acusados, dejará en ridículo no sólo a Gertz Manero, sino a López Obrador y su gobierno…
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