Anarquismo, visión alterna al liberalismo

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Al llamar anarquistas a causantes de destrozos a quienes perpetran ataques se intenta denostar la movilización social, advierten investigadores universitarios

Por Emir Olivares Alonso 

El anarquismo es una doctrina política con cuatro ejes centrales: la completa libertad del individuo, la abolición del Estado, la supresión de la propiedad privada y el ejercicio de la libertad. Se trata de un movimiento histórico surgido en el siglo XIX que postula una visión alterna al liberalismo: “Si todo individuo es completamente libre no necesita un gobierno, por tanto la sociedad es capaz de autorregularse”, señalaron especialistas universitarios.

Erika Pani, de El Colegio de México, aseveró que el anarquismo es un movimiento político heterogéneo que plantea los ideales de libertad e igualdad para el individuo, por lo que toda ley coarta estos derechos y, por tanto, el Estado no es necesario.

El principal obstáculo para que la sociedad no pueda autorregularse —indicó— es la propiedad privada. Uno de los primeros pensadores anarquistas fue Pierre-Joseph Proudhon, quien planteó conceptos sobre corporativismo; es decir, la decisión por parte de los trabajadores de administrar su trabajo, las empresas, la propiedad y el aparato productivo.

“Esto, eventualmente, producirá una sociedad anarquista realmente libre, es una sociedad alterna a la capitalista liberal, en la que los trabajadores son explotados, en la que se limita la libertad por parte de los gobiernos que oprimen. Los seguidores de Proudhon postulan crear una sociedad alterna, cooperativista, que resulta atractiva”, sostuvo

La educación es un referente central para el anarquismo. “Es fundamental si pensamos que una sociedad anarquista se regula sola. El ser humano no es gobernado por una fuerza externa, sino por su propia razón y principios, tiene que ser un individuo con una gran capacidad de autogobierno. Entonces, los anarquistas invierten mucho en educación, para que los niños se vuelvan individuos responsables, comprometidos con la sociedad y que no necesiten delpalo del gobierno para hacer lo correcto”.

Para alcanzar esa meta —refirió Pani— los anarquistas consideran que hay que destruir los elementos de la sociedad que son “opresores y lesivos” de la libertad y de los derechos de los trabajadores. Así, una de las corrientes de este pensamiento realiza actos “escandalosos” agrediendo a personajes simbólicos del orden que desean destruir y se dio una serie de atentados a finales del siglo XIX y principios del XX, de ahí que hasta la fecha se relacione a este pensamiento con acciones violentas. Sin embargo, el que hoy en la ciudad de México se señale como “anarquistas” a quienes causan destrozos sin razón durante manifestaciones públicas de protesta es sólo un intento de denostación hacia el movimiento social.

Héctor Castillo Berthier, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y director del Circo Volador (espacio de encuentro, arte e investigación para la juventud y las subculturas), los cuatro postulados del anarquismo se arraigaron entre la juventud en la década de los 70 del siglo pasado, con el surgimiento del movimiento punk.

Así, surgen fanzines, textos, música y una particular forma de vestir que reflejaba esos ideales. “Al asociar a los punk con el anarquismo siempre imaginaba a un chavo lleno de rabia, pero lleno de propuestas, con ganas de cambiar el mundo. Veía a un revolucionario, a un agitador de las buenas conciencias.

“Pero hoy, al ver a estas bandas que destrozan todo, lanzan bombas molotov, petardos y agreden a un policía que saben que les va a responder con golpes, no encuentro por ningún lado el anarquismo”.

Para el especialista los grupos que han propiciado violencia durante las más recientes marchas de protesta, ha encontrado un camino para aparecer sistemáticamente y provocar agresiones, poniendo en riesgo a otros manifestantes. Esto sin que hasta ahora haya forma de detenerlos, se conozcan sus razones y ninguno de los grupos anarquistas reconocidos en la ciudad asuma esas acciones o las niegue, a diferencia de lo que sucedía con los atentados que se adjudicadas por el propio anarquismo a finales del siglo XIX y principios del XX.

Fuente: La Jornada

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