En su libro No decirle adiós a la esperanza, Andrés Manuel López Obrador repasa la historia de México para demostrar que la cultura del fraude electoral está muy arraigada en los gobiernos que no respetan la voluntad popular. En las páginas de este volumen, el tabasqueño hace un recuento de sus errores y omisiones en la contienda de 2012 y explica los motivos de su separación de los partidos y organizaciones de izquierda que lo postularon a la Presidencia.
Por Rosalía Vergara/ Proceso
“Hace unos días, una mujer amiga de Marcelo Ebrard, en una comida con los hombres del poder, buscando una justificación a lo sucedido en la elección presidencial, puso en la mesa esta interrogante: ¿qué hubiera pasado si en vez de AMLO, el candidato hubiera sido Marcelo Ebrard? La respuesta no tardó en llegar: el obispo retirado Onésimo Cepeda le contestó: ‘No niña, desde mucho antes decidimos que Enrique Peña Nieto sería presidente’.”
El excandidato presidencial del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, hace esta revelación en su undécimo libro No decirle adiós a la esperanza editado por Grijalbo. A lo largo de 158 páginas escribe acerca de su campaña electoral y del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que el 20 de noviembre próximo podría convertirse en partido político.
Se enfoca en la imposición de Enrique Peña Nieto como presidente de México, en la que tuvo un papel fundamental la oligarquía. Con base en argumentos históricos afirma: “México es de los países del mundo con más tradición en fraudes electorales”.
Dedicado a los bien amad@s, el volumen se divide en tres capítulos: “Los antecedentes y la campaña”; “Otra vez el fraude”, y “No decirle adiós a la esperanza”. En el capítulo dos expone cómo desde tiempos de Guadalupe Victoria, primer presidente del México independiente, comenzó la tradición de ignorar la voluntad popular en las elecciones.
Después menciona a los 30 potentados que dominan el país y mantienen lo que denomina “el actual régimen de corrupción, injusticias y privilegios” con la imposición del modelo neoliberal. También considera que el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a la Presidencia mediante el fraude electoral cometido en contra de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, representa “el poder detrás del poder” y es el político neoliberal más influyente del país.
En un ejercicio de autocrítica, López Obrador se refiere a su campaña electoral y señala dónde estuvieron las fallas:
“Voy a decirlo para satisfacción de nuestros malquerientes, que siempre buscan la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio: fallamos en no imaginar la gran cantidad de dinero que usarían nuestros adversarios para comprar los votos e imponer a Peña. Me equivoqué cuando sostuve que la gente quería un cambio verdadero y que no lo iban a poder impedir ni con la guerra sucia ni con la compra de lealtades, conciencias y votos.
“Confieso que desde 1988, a partir de Salinas, he enfrentado fraudes de Estado que han consistido en enlistar a la gente casa por casa para repartir migajas y dinero, pero nunca había visto y padecido un operativo tan cínico y prepotente de compra de voluntades, como el llevado a cabo en las elecciones presidenciales del 1 de julio de 2012”.
El tabasqueño considera que Salinas es un hombre que provoca miedo o admiración entre los políticos, y afirma: “Salinas presume incluso de tener agarrados no sólo a hombres de negocios, sino a casi todos los integrantes de la sociedad política. Tiene un fichero dónde, además de información general, guarda copias de facturas y cheques de empresarios, políticos opositores, comunicadores, articulistas e intelectuales”.
No pasa por alto al expresidente Vicente Fox Quesada, quien de manera abierta y traicionando a su partido, Acción Nacional, manifestó su apoyo al priista Enrique Peña Nieto. Recuerda que el 2 de mayo, en una reunión con corresponsales extranjeros, Fox admitió que no asistía a los mítines de la candidata de su partido, Josefina Vázquez Mota, porque era “una pérdida de tiempo”.
Luego dedica varias páginas para describir la operación de compra del voto puesta en marcha por los priistas, en complicidad con 16 gobernadores que el 12 de junio se reunieron en Toluca, Estado de México, con Peña Nieto, a fin de de asignar cuotas de votos para el candidato tricolor.
Cita el caso de Monex, las tarjetas de prepago mediante las cuales se compraron “millones de votos en todo el país” en complicidad con Grupo Soriana, cuyas tiendas en zonas de escasos recursos fueron vaciadas después de la jornada electoral. Menciona que esta operación se realizó en las zonas más depauperadas del país, donde la gente vendió su sufragio hasta por 500 pesos.
Asimismo, lamenta el triste papel desempeñado por las autoridades electorales que con su actuación, dice, demostraron que son personajes “acomodaticios, sin convicción”, y recuerda sus argumentos para no aceptar el resultado de la pasada elección presidencial.
Su futuro
En torno a los tiempos por venir, López Obrador reitera su convicción de que la Presidencia sólo puede ganarse por la vía electoral, aunque muchos ciudadanos estén desencantados de las instituciones. Insiste en que la vía pacífica es la única opción válida de lucha, pues “la violencia en vez de destruir el régimen autoritario lo perpetúa”.
En el texto abre un espacio para hablar de una cuestión muy personal, su futuro, y afirma:
“En lo que a mí corresponde, en esta nueva etapa de mi vida voy a dedicar mi imaginación y trabajo a la causa de la transformación de México y lo haré desde el espacio que representa Morena. Por esa razón me he separado de los partidos que conformaron el movimiento progresista. No se trata de una ruptura”, advierte. Plantea que ese deslinde incluyó su renuncia al Partido de la Revolución Democrática (PRD), del cual fue fundador en 1989 y presidente nacional de 1996 a 1999. Fueron 23 años de militancia perredista.
Menciona que el próximo 20 de noviembre las asambleas regionales y los delegados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) decidirán si esta asociación civil se convierte o no en un partido político.
“Lo fundamental es que, como movimiento o como partido político, Morena cumpla con su función de ser un instrumento de lucha al servicio de la sociedad, es decir, lo contrario a un medio como beneficio de los afiliados y, sobre todo, de sus dirigentes. Debemos evitar esto último para no caer en los vicios de la mayoría de los partidos políticos.”
En cualquier situación, reitera, Morena debe convertirse en un referente moral con gente que entienda la política como una actividad de servicio para el pueblo.
“En este contexto defino mi participación en Morena: voy a seguir sirviendo, tengo firme determinación de ser útil, pero mi deseo es que nuestra organización se consolide con valores morales, prácticas democráticas y buenos dirigentes, y así llegue el día en que deba prescindirse de mi liderazgo.”
El exjefe de Gobierno celebra la aparición del movimiento #YoSoy132 que lucha, dice, por el derecho a la información, la justicia y la democracia. “Por eso no debemos desanimarnos ni decirle adiós a la esperanza”, pide.
Gobiernos fraudulentos
En el segundo capítulo, titulado “Otra vez el fraude”, en casi una veintena de páginas López Obrador reseña mediante datos históricos cómo los mexicanos han sido gobernados, mediante el fraude, por los intereses de la oligarquía heredados de la tradición española del Virreinato que imponía a los llamados alcaldes mayores para gobernar a los conquistados del Nuevo Mundo.
“En las elecciones de 1828, para sustituir a Guadalupe Victoria, primer presidente del México independiente, los seguidores del candidato liberal Vicente Guerrero desconocieron el triunfo del conservador Manuel Gómez Pedraza, argumentando que la votación efectuada, en ese entonces en las legislaturas estatales, había sido manipulada y que los diputados ignoraron los deseos de la mayoría del pueblo.”
Desde entonces, apunta, “ni federalistas o centralistas, liberales o conservadores, pudieron celebrar elecciones libres, limpias o auténticas”.
“Tomemos en cuenta que en la primera mitad del siglo XIX, México fue ‘país de un solo hombre’. Antonio López de Santa Anna ocupó en 11 ocasiones la Presidencia de la República. Además, en ese largo periodo no consideraban ciudadanos a los peones de las haciendas: éstos no contaban con derechos políticos y no podían votar.”
En su repaso histórico menciona la etapa conocida como la República Restaurada, cuando gobernaron Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. El primero es un personaje admirado por el tabasqueño, al grado de que durante su campaña presidencial se comprometió a gobernar como Juárez, a quien considera como el mejor presidente que ha tenido el país en toda su historia.
Incluso en esa época, menciona, “surgían denuncias de violación del sufragio”. Debido a esos fraudes hubo cuando menos dos revueltas, la del Plan de la Noria, en 1871, y la de Tuxtepec, en 1876, ambas encabezadas por Porfirio Díaz, quien llegó al poder y se mantuvo en la Presidencia durante 30 años.
En las postrimerías del porfiriato surgieron movimientos de oposición, entre ellos el Magonismo, que sacudieron al régimen. Francisco I. Madero inició la lucha política con su lema “Sufragio efectivo, no reelección”. En plena campaña electoral fue encarcelado bajo el cargo de sedición.
“Poco después, luego del fraude en las elecciones, Madero no tuvo más remedio en convocar al pueblo a que el 20 de noviembre a las seis de la tarde, se tomaran las armas para derrocar al régimen porfirista. El levantamiento armado obligó a renunciar al dictador, quien abandonó el país para morir en Francia. Francisco I. Madero llegó a la Presidencia de la República”.
Con el asesinato de Madero se inició la Revolución que sumió al país en una etapa de muerte y desolación que se prolongó durante muchos años. Después vendría la revolución institucionalizada, de la que surgirían los gobiernos “revolucionarios” y la creación de las instituciones modernas.
De la época de los generales, López Obrador menciona que “el único gobernante que profesó un profundo amor por su pueblo y por la nación” fue Lázaro Cárdenas del Río. En este tiempo nació el PRI, que habría de mantenerse en el poder durante más de 70 años.
Durante 70 años de “dictadura perfecta”, como la tildó el escritor peruano Mario Vargas Llosa, los gobiernos revolucionarios perpetraron –según López Obrador– por lo menos cuatro grandes fraudes electorales, contra José Vasconcelos, Juan Andreu Almazán, Miguel Henríquez Guzmán y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
“A mí me ha tocado padecerlos en el periodo del PRIAN, en 2006 y 2012. Pero el mayor agravio de las imposiciones resultantes ha sido para millones de mexicanos esperanzados y comprometidos con hacer realidad la democracia en México.”
El tabasqueño hace un llamado para que continúe la lucha en pos de un México más libre, más justo. Porque “la vida es demasiado corta para desperdiciarla en cosas que no valen la pena”. Con este enunciado pone punto final a su libro.
Fuente: www.Proceso.com.mx