Por Francisco Javier Pizarro Chávez
La evaluación—buena, regular o mala– de un gobierno, no se tasa en función de lo que heredó del anterior, sino de su desempeño para mejorar el bienestar social, fortalecer la administración pública y el Estado.
El ranking de aprobación o reprobación NO depende delos gobernantes sino de los gobernados.
En atención a ello, comparto a ustedes los altibajos de la tasación que los chihuahuenses han dado al gobernador del Estado Javier Corral Jurado, en lo que va la mitad de su administración.
El más alto porcentaje de aprobación fue al inicio de su gobierno. En febrero de 2018, la consultora “México Opina”, lo ubicó como el gobernador mejor posicionado en el país, con un porcentaje de aprobación del 49.8 por ciento en una escala de 0 a 100.
Un mes después, el nivel de aprobación se redujo drásticamente al 12.9 % según la encuesta de “Arias Consultores”.
A finales del año (noviembre de 2018) volvió a subir 10 puntos porcentuales de aprobación, al pasar del 12.9% al 22.9%.
Arranca el año de 2019 con un ranking de 24.2 %, según Arias Consultores.
En resumen: inició su mandato como el gobernador mejor posicionado del país y a la mitad de su período, se coloca en el vigésimo lugar de los 32 mandatarios estatales.
¿Que fue lo que ocurrió?
Para dar respuesta a esta interrogante es preciso ubicar el tejido socio-económico y político que paulatinamente le ha restado credibilidad, confianza y apoyo a su gobierno y su persona.
El eje central de su posicionamiento local y nacional al inicio de su mandato, sin lugar a dudas, fue el combate a la corrupción e impunidad heredada del ex gobernador de Chihuahua, César Duarte.
Corral no solo inició carpetas de investigación y procesos penales contra los que saquearon las arcas de las finanzas públicas del Estado, sino también encaró a los operadores del desfalco orquestado en varias entidades por la dirigencia nacional priista en complicidad con el propio presidente de la República, su Secretario de Hacienda, de Gobernación y de la Procuraduría General de la República, entre los mas destacados.
Afrontó y dio respuesta con la Caravana Justicia para Chihuahua, al castigo financiero impuesto por el Gobierno federal que de entrada restringió al gobierno del Estado las partidas presupuestales federales aprobadas para el 2018.
El combate a la corrupción y la impunidad, que lo abrió el camino a la gubernatura, meses después se convirtió en una obsesión política que envaneció su persona a tal grado que de la noche a la mañana, rompió su alianza con Unión Ciudadana a la que de tajo excluyó y se negó a darle curso a la carpeta y al proceso jurídico conformado desde septiembre del 2016 por esta agrupación civil encabezada por Jaime García Chávez, al cual, hasta la fecha no le ha concedido audiencia alguna.
Ello trajo como consecuencia no solo una fractura significativa con quienes les apoyaron para arribar al poder, sino también con diversos sectores sociales, colaboradores y ediles.
Paulatinamente se fue generando un profundo desdén a las gestiones y problemática de los municipios; una absurda confrontación con los medios de comunicación y lo que es todavía peor, una creciente ineficiencia de su Gabinete en la Administración Pública y aplicación del Plan Estatal de Desarrollo que ofreció a los chihuahuenses, en materia de seguridad, salud, educación, infraestructura y crecimiento económico.
No ha logrado entender aún que la responsabilidad fundamental de un gobernante, es administrar los recursos públicos buscando siempre mantener las finanzas sanas.
Si bien es cierto que su gobierno heredó y una deuda de más de 40 mil millones de pesos, incluyendo los pasivos con la banca comercial y los bonos carreteros (los cuales tienen garantizado su repago con las cuotas a los vehículos), existe una notaria incapacidad de las finanzas estatales.
No se explica el que la primera renegociación de la deuda que negociaron, se haya realizado sin comprar un cobertura que evitara o amortiguara el impacto del incremento de la tasa de referencia (Tiie) en el pago del servicio de la deuda.
El Tiie a diciembre de 2016 estaba a 5.5% y en marzo de este año ya a 8.5 % lo que impacta severamente el servicio de la deuda a la banca comercial.
Por si fuera poco, hay que tomar en cuenta que la reestructuración de la deuda se negoció a largo plazo –algo así como 30 años, si la memoria no me falla—y que la banca comercial tiene garantizado el pago con las participaciones federales, lo que es una soberana pifia.
Los ingresos presupuestales para el Estado son más de 60 mil millones de pesos, lo que pudo usarse como un gran atractivo para una negociación menos gravosa con la banca comercial.
En vez de ello, se sigue financiando el déficit corriente con préstamos a corto plazo para subsanar la falta de liquidez que se va sumando a la deuda total.
La deuda pública actual se ha utilizado como escudo y/o paraguas de la ineficiencia en el manejo del gasto. Y lo digo con solvencia. Patricio Martínez cuando asumió el gobierno heredó un pasivo total equivalente al 60% del presupuesto. Eso no impidió que su gobierno realizara una obra pública importante sin dejar pasivos bancarios significantes, lo que no ha ocurrido en el actual gobierno.
A diferencia del gobernador de Chihuahua, el presidente de la República –que también enfrenta circunstancias adversas socioeconómicas y políticas—si aprendió la lección.
Cierto es que la bandera que le dio el triunfo en la contienda electoral también fue el combate a la corrupción y la impunidad.
Pero López Obrador no se enredó como Corral en esa bandera, para lanzarse al vacío. Dijo desde el principio que no iba a perder tiempo en perseguir y meter a la cárcel a los corruptos, que eso era tarea del Poder Judicial; que la meta de él era impulsar la 4ta transformación de la República y un cambio profundo del régimen político, que en tan solo 100 días ya inició.
Corral sigue bajo la sombra del pasado obnubilado en la extradición de César Duarte. Espero de todo corazón por el bien de Chihuahua que enfrente también el deplorable presente que esta viviendo el Estado Grande.
Veremos y diremos.