Por Sanjuana Martínez
La época de esplendor que vive el deporte mexicano en los Juegos Olímpicos de Río 2016 donde México no ha ganado ninguna medalla será recordada con un nombre: Alfredo Castillo.
De Virrey en Michoacán, Castillo ha pasado a ser el Rey Antimidas de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade). Todo lo que toca lo convierte en boñiga.
No es de extrañar el fracaso de México en los Juegos Olímpicos si está en manos de este señor, cuyo pasado lo delata. El recuento de sus pifias, por no llamarlos delitos, nos explica lo que esta sucediendo actualmente en Río 2016 donde de 7 medallas obtenidas en Londres 2012, hemos pasado a cero.
Al señor Castillo le precede su mala fama. En 2010 asistimos estupefactos al show de la niña Paulette, un caso que “resolvió” de una manera brillante al “encontrar” el cadáver de la pequeña debajo de su cama.
Tres años después, Enrique Peña Nieto lo premia por tan loable labor y lo convierte a dedo en Virrey de Michoacán, un cargo el de Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral, por encima de la Constitución y del gobernador.
Durante esos dos años, Michoacán fue un polvorín de violencia, tortura, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas. Su mérito fue, encarcelar a más de 300 autodefensas y en especial, fabricarle delitos a su líder, el doctor José Manuel Mireles, quien aún permanece en una prisión de máxima seguridad, sometido a un juicio donde falta el debido proceso.
En abril de 2015, Peña Nieto lo vuelve a premiar y lo nombra director de la Conade. ¿Cuál es su experiencia en deporte? Ninguna. ¿Cuál es su curriculum sobre cultura física? Ninguna. Sencillamente, fue nombrado comisionado nacional del deporte, porque es amigo del señor de Los Pinos. Así nomás.
Por eso, el desastre que vive la delegación mexicana en Río 2016 no es de extrañar. El señor Castillo solo sabe de pifias. Y para muestra basta otro botón. Dice que la Conade es solo es una “agencia de viajes” y por tanto no debemos esperar medallas. Y su hashtag en Twitter para anunciar los no triunfos de la delegación mexicana es #NuncaTeRindas.
Especialista en echar culpas fueras, Castillo dice que la nula cosecha de medallas es culpa de las federaciones deportivas mexicanas porque el alto rendimiento es un “tema” a su cargo y son las que inscriben a los atletas, las que deciden quiénes van y forman los equipos. Y se excusa diciendo que él lleva solo 12 meses de gestión.
Sus propias declaraciones convierten entonces a Castillo en agente de viajes. Un agente de viajes que nos sale muy caro a los mexicanos. No solamente por lo que percibe como sueldo, sino también por el tipo de decisiones que ha tomado.
Los 101 atletas que conforman la delegación vistieron durante la inauguración uniformes de la marca alemana Hugo Boss y la mexicana Pineda Covalin. Los atletas mexicanos desfilaron en el Estadio de Maracaná en Río de Janeiro, vestidos con trajes que costaron diez veces más de lo propuesto por la diseñadora mexicana María Luisa D’Chavez.
Esta diseñadora ha vestido a las últimas cinco delegaciones olímpicas y presentó un presupuesto de 375 mil pesos, pero en la Conade argumentaron que no había presupuesto y que debía “donar” los uniformes.
En cambio, Castillo decidió pagar más de 4 millones de pesos por 270 trajes de Hugo Boss y Pineda Covalín para atletas, entrenadores, médicos y fisioterapetuas. Cada traje, nos costó a los mexicanos, 14 mil 444 pesos, más los extras en prendas necesarias.
A esos trajes hay que añadirle uno para la novia de Castillo. La señorita Jacqueline Tostado Madrid que participó en el concurso “Nuestra Belleza México” 2009, forma parte de la delegación mexicana, usa el uniforme y se desplaza con todas las acreditaciones oficiales.
Conocemos la ética que caracteriza al señor Castillo cuestionado en sus anteriores puestos por graves irregularidades financieras, tal vez por eso le parece normal que su novia vista el traje Hugo Boss, aunque aclara públicamente que fue una “cortesía” de la firma alemana, entregada a su pareja.
Obvio. Si a Peña Nieto su amigo Ricardo Pierdant le paga el predial del lujoso departamento de su esposa en Miami, a pesar de que Angélica Rivera lo puede pagar con tarjeta de crédito y por Internet, ¿por qué no, el señor Castillo va a recibir un regalo de parte de Hugo Boss para su novia y por qué no, la va a integrar a la delegación mexicana?
Si estos son los parámetros de decencia para conducirse de los funcionarios mexicanos, qué podemos esperar sobre los resultados. Los malos manejos en el deporte tienen consecuencias inmediatas: cero medallas, cero resultados.
Castillo dice que apenas lleva un año de gestión, pero desde que llegó hizo cambios indebidos. Colocó a sus amigos en puestos clave. Se trajo a más de 200 colaboradores del Estado de México y Michoacán y despidió a los preparados porque no eran sus cuates. Además se confrontó con deportistas y federaciones, particularmente por el tema económico. Los criticó diciendo que estaban haciendo un “gran negocio”. El señor Castillo no destinó los recursos necesarios para la preparación de los deportistas mexicanos y estamos viendo los frutos que ha cosechado.
Mientras él hace turismo con su novia, se toma selfies y pasea por Río de Janeiro a costa del erario público, hay atletas como los del equipo mexicano de tiro con arco que tuvieron que pagar su pasaje, otros fueron desalojados de los hoteles y durmieron en un parque y en Mazatlán un grupo de niños de Tamaulipas, durmieron en el suelo porque la Conade no les ofreció un hotel para participar en los Juegos Deportivos Nacionales Escolares de Educación Básica 2016 en Mazatlán, Sinaloa.
El deporte mexicano es un desastre. Que nadie culpe a los deportistas. El fracaso, repito, tiene nombre y apellido.
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