Alertan sobre el impacto acelerado del cambio climático en México

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Situaciones que en el pasado ocurrieron en cinco mil años, ahora suceden en pocas décadas, alertó Alexander Correa-Metrio, del Instituto de Geología de la UNAM. La revista Journal of Vegetation Science reconoció su artículo Environmental determinism and neutrality in vegetation at millennial time scales, como el mejor del 2014.

Explorar y reconstruir los ecosistemas tropicales de México y Centroamérica, así como su evolución en los últimos 300 mil años, ha permitido reconocer de dónde proviene la biodiversidad actual y cuáles son los factores que han estructurado las comunidades y ecosistemas que tenemos hoy, explicó Alexander Correa-Metrio, del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM.

En su investigación, el universitario integra registros palinológicos fósiles y modernos para reconstruir cuantitativamente el clima del pasado, con el objetivo de generar herramientas que coloquen la historia de los ecosistemas al servicio de la planificación del presente.

“En un principio me interesaba la ecología de ecosistemas modernos, pero luego corroboré que el ecosistema es resultado de procesos que ocurren a través del tiempo, por eso fue que encontré la paleoecología y los registros sedimentarios como una huella, como una historia que está ahí, que necesita ser contada y vamos en búsqueda de esos lugares donde está plasmada; eso es ecología en una escala temporal distinta a la de los ecólogos modernos”, dijo.

México es un lugar de una valía ambiental excepcional, porque confluyen los ecosistemas tropicales de Centroamérica y los sistemas más templados de Norteamérica, haciéndolo un sitio sensible al cambio climático. De los resultados que podemos mencionar es que este fenómeno moderno no tiene antecedentes en por lo menos los últimos 100 mil años, refirió Correa-Metrio.

“Contamos con una historia completa en este periodo donde se han registrado variaciones sustanciales, reemplazamientos completos de bosques, por ejemplo, pero a otra velocidad; situaciones que en el pasado acontecieron en cinco mil años, ahora suceden en pocas décadas, y ésa es la problemática que hay que abordar: el cambio climático moderno ocurre demasiado rápido”, remarcó.

El investigador subrayó la importancia de la zona geográfica que comprende México y Centroamérica, por su alta biodiversidad y porque en pocos lugares se conoce de ocupación humana tan intensiva y prolongada. Por ello, abundó, tenemos la oportunidad de estudiar cómo interactúa y confluye el efecto de los cambios climáticos y las acciones antropogénicas sobre los ecosistemas.

El artículo científico

Parte de su investigación acerca de la paleoecología fue publicada en el artículo Environmental determinism and neutrality in vegetation at millennial time scales, por la revista Journal of Vegetation Science, con sede en el Reino Unido; por su alta valía académica, el texto fue divulgado de manera textual.

En el editorial del primer número del presente año, la misma revista reconoció a ese artículo (en el que también intervinieron los académicos Jorge A. Meave de la Facultad de Ciencias; Socorro Lozano García, del IGL; y Mark Bush, del Florida Institute of Technology) como el mejor publicado en 2014.

“Nuestra aportación es que el ecosistema no se estructura específicamente a partir del clima, pero tampoco de la aleatoriedad; entonces, tenemos que estos dos componentes son importantes e interactúan a través del tiempo. Este hallazgo reviste relevancia en términos científicos, porque intervenimos sustancialmente en una controversia científica internacional”.

En términos concretos, se argumenta que las metas de conservación de los ecosistemas se deben enfocar en espacios ambientalmente transversales. Pero no podemos pensar en preservarlos, pues son naturalmente dinámicos. “Lo que tenemos que poner a salvo son áreas que brinden a las especies la posibilidad de migrar y refugiarse ante climas que no son adecuados para ellas, por ejemplo, las sierras y los flancos de las cordilleras; eso es absolutamente prioritario”, concluyó.

Fuente: UNAM

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