Ahora sabemos que probablemente la reforma migratoria no se pueda concretar este año, por la negativa del sector más conservador de los republicanos en ambas cámaras a darle luz verde. O ¿hay algo más?
Por Arturo Balderas Rodríguez
Es curioso advertir la forma en que las grandes decisiones legislativas desbordan sus propósitos y contaminan otras áreas de la agenda en el Congreso. Es el caso de la reforma de salud y la del sistema de migración.
Ahora sabemos, según las recientes declaraciones de los líderes republicanos en el Congreso, que probablemente la reforma migratoria no se pueda concretar este año, por la negativa del sector más conservador de los republicanos en ambas cámaras a darle luz verde. La negativa pasa incluso sobre la aquiescencia que un amplio grupo de sus propios compañeros han dado a la versión de la reforma ya aprobada en el Senado. Uno de los obstáculos mayores, la vía mediante la cual los indocumentados pudieran adquirir la ciudadanía, ha sido flexibilizado por los demócratas, el Presidente incluido, para salvar la negativa de los republicanos más recalcitrantes.
Ahora resulta que subyacen otros problemas, no tan aparentes, para lograr consenso en torno a la reforma, uno de ellos la cuota de visas para trabajadores temporales. El problema parece estar en la forma de distribuir ésa entre trabajadores de alta calificación y aquellos que no la tienen. Hay legisladores que quieren asegurar el mayor número de este tipo de visas para el electorado o sector que representan o que pagan por sus campañas.
Aquellos cuyo apoyo proviene de los sectores de alta tecnología pretenden un mayor número de visas para este sector. En cambio, aquellos cuyo apoyo depende de sectores como la agricultura, construcción o los servicios insisten en que esos sectores deben obtener un mayor número de ese tipo de visas. Las dos grandes centrales de trabajadores, AFL y CIO, y la Cámara de Comercio de los EUA, organizaciones tradicionalmente antagónicas en casi cualquier asunto que tenga que ver con derechos de los trabajadores, coinciden esta vez en la necesidad de ampliar el número de visas para trabajadores no calificados. Una vez más, el diablo mete la cola en los detalles que por lo visto son muchos, y no tan aparentes.
Al parecer John Boehner, líder republicano en la Cámara de Representantes, parece estar convencido de la necesidad de la reforma migratoria como medio de incrementar el voto hispano para su partido. Sin embargo, para evitar una rebelión de quienes en su partido no quieren la reforma y amenazan con destituirlo de su liderazgo si le da su visto bueno, tuvo que usar de pretexto para posponerla una vez más la intención de Obama de gobernar por decreto de continuar el obstruccionismo de los republicanos a todas sus iniciativas. Boehner argumentó que la decisión del Presidente de hacer a un lado al Congreso genera desconfianza; por ello no aprobaremos la reforma, concluyó.
Implícito en sus palabras también había otro mensaje: la reforma migratoria a cambio de derogar la de salud. A fin de cuentas, una vez más la suerte de los indocumentados está marcada por la encrucijada de la coyuntura política, diría Perogrullo.
Fuente: La Jornada