A 75 años del exilio español en México

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El libro 1945, entre la euforia y la esperanza: el México posrevolucionario y el exilio republicano español descongela el instante original en que Cárdenas les abre las puertas a unos refugiados de otro país, para dar paso al registro de una historia compartida. L a obra de Mari Carmen Serra Puche y José Francisco Mejía Flores es uno de los lanzamientos principales del Fondo de Cultura Económica

Por José Carreño Carlón

Con la presentación de este libro, de hecho, estamos iniciando las conmemoraciones de los 75 años de la llegada del exilio español a nuestro país, y el Fondo de Cultura Económica se siente muy honrado de formar parte de estas manifestaciones de gratitud recíproca.

Me explico: en estos 75 años han sido grandes y frecuentes las muestras de agradecimiento, a México, por parte de los exiliados que huían de la persecución, la cárcel y la muerte, a manos de la dictadura que suplantó a la República. Y hay que decir que los descendientes de aquellos perseguidos, en general, han continuado estos rituales de gratitud a través de las décadas.

Pero por otra parte, han sido grandes y frecuentes también las  muestras de gratitud, de México, a las aportaciones de aquellos exiliados —y de sus descendientes, en general— a la cultura y a la ciencia, a la vida pública, a la vida intelectual, económica y social de nuestro país. Y también este ritual de gratitud se ha extendido  a lo largo  de estas décadas.

Y qué bien que sigan estos rituales de gratitud de las dos partes de nuestros pueblos que se agradecen recíprocamente lo que se deben —lo que nos debemos— unos a otros.

Pero lo que me dejó la lectura de este libro es que 75 años después de la llegada de los exiliados españoles ya no hay esas dos partes, unos que llegaron y otros que los recibieron, sino  que, con la amalgama de las generaciones descendientes de unos y otros, ya todos formamos parte de una misma historia, de una historia común. Porque la historia del exilio español  ya es inseparable de la historia de México.  Y la historia del México contemporáneo, el de las últimas siete décadas, no puede prescindir de la historia del exilio español. De alguna manera este libro que les presentamos  hoy estudia uno de los hitos en que se empiezan a integrar nuestras historias en una sola.

De hecho, esta idea podría encontrar apoyo en el concepto de transterrados, acuñado por José Gaos, para designar a aquellos filósofos y pensadores que llegaron a México como consecuencia de la derrota de la República Española (1836-1939). Es un neologismo que describe el hecho de que los españoles encuentran en México una continuidad lingüística y en gran parte cultural, que les permite proseguir y ampliar sus obras realizadas en España, al grado de que México se constituye en la “extensión” y el “destino” de la patria original.

Ahora vuelvo sobre el planteamiento del libro, pero para ilustrar mi afirmación de que la historia del exilio español  ya es inseparable de la historia de México, a manera de ejemplo, vean nuestras otras efemérides de estos meses: las efemérides de grandes instituciones y personajes mexicanos que celebramos este año. El caso más obvio: La historia del Colegio de México, antes Casa de España, que llega ahora a sus 74 años, es inseparable de la historia del exilio español. Pero igual: En la historia de los grandes de las letras mexicanas, en cuyos centenarios estamos concentrados, Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas, no pueden faltar sus  expresiones antifacistas, y su solidaridad, primero con la república, y luego con los trasterrados españoles. Y desde luego, la historia del FCE no podría escribirse sin los intelectuales y artistas, académicos editores, escritores, diseñadores, traductores que nos trajo el exilio español. Todavía más: el primer director del FCE, don Daniel Cosío Villegas, fue también el primer mexicano que concibió la idea de invitar a México a los españoles eminentes cuyas vidas corrían peligro, amenazadas por el avance de la barbarie golpista contra la República en el curso de aquella cruenta guerra civil. (Clara Lida)

Y así, desde mediados de 1938, los primeros refugiados españoles comenzaron a laborar en el FCE. Más tarde se incorporaron: José Gaos, Ramón Iglesia, José Medina Echavarría y Manuel Pedroso en una suerte de consejo editorial; mientras que Luis Alaminos, Vicente Herrero, Sindulfo de la Fuente, Joaquín Díez-Canedo y Francisco Giner de los Ríos trabajaban en áreas técnicas; Javier Márquez era subdirector y Eugenio Imaz traductor, editor y consejero, y Vicente Polo y Javier Márquez, asociados con el mexicano Raúl Fernando Cárdenas, crearon la Gráfica Panamericana. Y a ellos se agregó un nutrido grupo de traductores, colaboradores y autores recién llegados de España cuya labor engrandeció a esta Casa.

Y hoy, precisamente, producto de esta más que septuagenaria integración y colaboración entre la Cátedra del Exilio y el Fondo de Cultura Económica, presentamos este libro 1945, entre la euforia y la esperanza: el México posrevolucionario y el exilio republicano español, continuación  de otro salido a la luz en 2011 con el título De la posrevolución mexicana al exilio republicano español, también publicado por el FCE dentro de la colección Biblioteca de la Cátedra del Exilio. El libro que hoy les presentamos contiene once investigaciones de alto rigor académico orientadas a establecer los vasos comunicantes y los lazos que surgieron entre el exilio republicano español y los exponentes políticos y las organizaciones sociales que sustentaron el sistema político surgido en el México posrevolucionario, ya en el penúltimo año del presidente Ávila Camacho.

Y aquí el libro hace una aportación básica que trastoca algunos preconceptos sobre el exilio español en México. La imagen estática, elevada a mito, de la génesis del exilio centrada exclusivamente en la figura del presidente Cárdenas —esta imagen que congela el primer momento, el de un presidente mexicano que abre las puertas del país para recibir a otros, diferentes,  los españoles que llegaban— se descongela en este libro para dar curso a los hechos que van tejiendo la historia compartida del exilio español y la consolidación institucional del México posrevolucionario.

Este libro propone una tríada conceptual: el México posrevolucionario, el exilio republicano español y el año 1945, el final de la Segunda Guerra Mundial. Y desde ese punto nos muestra el relevante papel que desempeñó el presidente Manuel Ávila Camacho al apoyar jurídicamente a los diputados republicanos y permitir que el 17 de agosto de 1945 se reunieran las Cortes españolas de la República errante, en el Salón de Cabildos del Palacio del Ayuntamiento de aquí, de la capital mexicana y nombraran a Diego Martínez Barrio nuevo presidente de la República en el Exilio y a José Giral como presidente de gobierno.

Incluso durante unos emotivos minutos de ese día, la bandera tricolor de la España republicana ondeó, junto a la bandera tricolor mexicana desde un balcón del Palacio en el Ayuntamiento, frente al Zócalo. Para mí, éste es un momento político clave de un proceso en el que, hoy, 75 años después de la llegada de los exiliados españoles, se han  difuminado aquellas dos partes diferenciadas, una que llega y otra que recibe. Y en cambio,  con la amalgama de las generaciones descendientes de unos y otros, ya todos formamos hoy parte de una misma historia, de una historia común, como les decía al principio.

En este sentido, déjenme darles otro ejemplo para ilustrar cómo la historia del exilio español, insisto,  ya es inseparable de la historia de México.  Y cómo la historia del México contemporáneo, el de las últimas siete décadas, no puede prescindir de la historia del exilio español. Porque este libro que les presentamos registra además otro ángulo de este hito en que se integran nuestras historias en una sola: el de la política internacional de México, que aquel año de 1945 estuvo al lado de los exiliados españoles y, ya juntos, el México posrevolucionario y la España republicana en el exilio, lograron sanciones para el régimen golpista de Franco, incluyendo el rechazo a su ingreso  a las recién nacidas Naciones unidas, por su complicidad con los regímenes nazi fascistas.

Termino con una precisión: el libro dista mucho de una pretensión de sorprendernos con una mirada complaciente o mitificadora de este proceso. Al contrario, es descarnada al  exponer la tensión entre liberales y comunistas al interior del gobierno que impidió la unidad y la eficacia, un factor que ya había hecho estragos durante el tiempo que se sostuvo la República en España. Del lado mexicano, el presidente Ávila Camacho tuvo que sortear  fuertes resistencias externas e internas, opuestas  al apoyo al exilio español.

Entre las resistencias internas, son de lo más reveladores los capítulos décimo y undécimo, que registran un frente de oposición al exilio republicano integrado por escritores mexicanos filofranquistas, como Jesús Guiza y Acevedo, Alfonso Junco, Carlos León y Salvador Novo,  y recogen los testimonios gráficos de la descalificación de las caricaturas de la prensa al exilio y a quienes lo apoyaban desde el gobierno o desde las organizaciones sociales.

Hay muchos más ángulos, muy ricos, con recursos  narrativos, de investigación y fotográficos  que hacen de este libro, además, una muy aleccionadora e  incluso disfrutable recreación de época.

Pero no hay tiempo, o apenas hay tiempo para felicitar a los autores y a los editores: Mari Carmen Serra Puche, José Francisco Mejía Flores y Carlos Sola Ayape, y para invitar a los lectores a embarcarse en este viaje por esta parte de la historia del exilio español  en que empieza a volverse inseparable de la historia de México.

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1945, entre la euforia y la esperanza: el México posrevolucionario y el exilio republicano español
Mari Carmen Serra Puche, José Francisco Mejía Flores, Carlos Soya Ayape (eds.)
FCE 2014

Fuente: Fondo de Cultura Económica

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