El presidente de Estados Unidos, Donald Trump se ha quedado hasta ahora en agresivas y audaces promesas.
Ya se trate de las prácticas comerciales de China, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que ha calificado de “desastre”, o las acciones desestabilizadoras de Irán, Trump ha mantenido gran parte de su agresiva retórica de campaña.
Pero cuando se trata de ponerla en práctica, al menos en sus primeros 100 días de gobierno, Trump se ha quedado corto, e incluso a veces cambió bruscamente su posición cuando tuvo la oportunidad de cumplir lo prometido.
Después de meses criticando el TLCAN, algunos de los principales colaboradores de Trump señalaron el miércoles que EE.UU. podría retirarse del acuerdo por completo en los próximos días.
Horas después, Trump habló por teléfono con los líderes de Canadá y México y acordaron renegociar el pacto.
Pero la decisión de Trump de desviarse de su promesa de retirarse del TLCAN también marca el grado en que Trump está enfrentando las realidades de gobernar.
La decisión de Trump de no retirarse del acuerdo comercial se produjo después de consultar a miembros de su gabinete, así como de negocios y a líderes del Congreso, dijo el jueves un alto funcionario de la Casa Blanca.
Realidades
La realidad de gobernar golpeó a Trump más duro que a la mayoría de los presidentes.
Trump no solo es el primer presidente que nunca ha servido en el gobierno o en el Ejército, sino que llegó a la Casa Blanca con promesas que incluso muchos en su propio partido descartaron por poco realistas.
La tarea de hacer esas promesas realidad, unida a su falta de experiencia en Washington, ha dejado a Trump con pocas opciones de ir más allá de la retórica, mientras lucha entre bastidores en las maneras de convertir esas ideas en política.
Trump ha continuado manifestándose en contra de Irán, denunciando el acuerdo nuclear negociado durante el gobierno anterior como uno de los “peores acuerdos”, tal como lo hizo durante la campaña, y argumentando más recientemente que Irán “no estaba a la altura del espíritu del acuerdo”.
Sin embargo, a pesar de que la administración Trump puso a Irán “sobre aviso” en las primeras semanas de la presidencia, ha habido poco seguimiento.
En ausencia de cualquier evidencia de lo contrario, el Departamento de Estado se vio obligado a afirmar la semana pasada que Irán está cumpliendo con los términos del acuerdo nuclear. La administración Trump no ha mostrado señales hasta ahora de ningún plan para renegociar el acuerdo como prometió durante la campaña.
Y si bien no ha dejado de condenar el déficit comercial de Estados Unidos con China, Trump se ha enfrentado a la realidad de la complicada y delicada relación de EE.UU. con el gigante asiático en el último mes, mientras trata de lograr que Beijing domestique a una Corea del Norte cada vez más beligerante.
“¿Por qué debería calificar a China como manipulador de divisas cuando están trabajando con nosotros en el problema de Corea del Norte?”, tuiteó Trump a principios de este mes cuando fue criticado por incumplir una importante promesa de campaña.
Más allá de las implicaciones diplomáticas, Trump también ha tenido que enfrentar la realidad de que China hace mucho tiempo que dejó de devaluar su moneda artificialmente, y, en su lugar, ha trabajado para apuntalarla, lo que beneficia a las exportaciones estadounidenses.
Doloroso inicio
Pero Trump y su Casa Blanca no llegaron a conocer las limitaciones de su mandato y las realidades de gobernar hasta las magulladuras de las primeras semanas de su presidencia.
La meticulosa revisión de los funcionarios de la Casa Blanca del lenguaje en un posible decreto sobre el TLCAN siguió a uno de sus primeros tropiezos, cuando ávidamente buscaron implementar otra de las grandes promesas de campaña de Trump: el veto de entrada a EE.UU. a algunos países de mayoría musulmana, considerados “propensos al terrorismo”.
La salva inicial sobre esta prohibición se produjo a pocos días de la toma de posesión, y con poca consulta a los organismos gubernamentales que normalmente eran consultados. El resultado fue el caos en los aeropuertos de todo el mundo y la detención de musulmanes poseedores de visas válidas y green cards -incluso para permanecer en EE.UU.- en los aeropuertos estadounidenses.
Trump también ha experimentado otra gran derrota en su intento de cumplir su central promesa de campaña de derogar y sustituir el Obamacare. en medio de desacuerdos entre las facciones enfrentadas del Partido Republicano. En medio de su búsqueda de un nuevo proyecto de ley, Trump no pudo contribuir a salvar las diferencias de las distintas facciones del Partido Republicano y se vio obligado a aceptar la derrota, cancelando una votación prevista en el pleno de la Cámara.
Trump ha tratado de eludir sus dificultades en el frente legislativo con una serie de decretos presidenciales, pero una persona cercana a la Casa Blanca reconoció el miércoles que estos no pueden sustituir a la legislación.
La lucha continúa
Pero mientras Trump está aprendiendo las lecciones de gobernar y confrontar los vientos en contra -diplomáticos, económicos y políticos- no muestra signos de abandonar su agenda.
Una persona cercana prometió que Trump elevará sus acciones sobre comercio, moldeando la retórica de campaña de Trump.
“El TLCAN tal como lo conocemos hoy en día va a cambiar”, dijo la persona cercana a la Casa Blanca y a Trump. “Va a ser diferente”.
A pesar de dar marcha atrás en su promesa de retirarse del acuerdo, Trump continuó con la misma bravuconería sobre el acuerdo el jueves por la mañana, tal y como hacía en la campaña electoral.
“El TLCAN ha sido un acuerdo horrible para Estados Unidos. Ha sido muy bueno para Canadá, ha sido muy bueno para México, pero ha sido horrible para Estados Unidos”, dijo Trump el jueves en la Casa Blanca.
Fuente: CNN