Por Emilio Ruiz Rodríguez*
Las personas con síndrome de Down saben sacar provecho a cada instante y viven en un presente continuo. Bien porque su concepto del tiempo es confuso y les cuesta orientarse en los márgenes imprecisos del calendario y del reloj, ¿no es el tiempo, a fin de cuentas, una construcción mental? O bien porque verdaderamente son expertos en el arte de vivir el ahora y disponen de una habilidad que los demás perdimos en la travesía de la evolución.
Quien ha convivido o convive con niños, jóvenes o adultos con síndrome de Down sabe que son capaces de disfrutar de lo que hacen con total intensidad, sin la presión del futuro, ni el peso del pasado.
Las personas con síndrome de Down todo lo viven con tranquilidad y saben estar allí donde están, disfrutando del ahora, algo que los demás olvidamos constantemente, ya que mantenemos nuestros pensamientos siempre en el pasado, recordando lo que hicimos (más bien, arrepintiéndonos), o en el futuro, planificando lo que haremos (más bien preocupándonos).
Al ver a un niño con síndrome de Down absorto examinando una flor, u observando a otros niños jugar, o contemplando a unos animales que pastan, nos hacemos conscientes de su capacidad para disfrutar el presente en toda su intensidad. A fin de cuentas solo tenemos el presente (Paulo Coelho, 2003), pues incluso cuando revivimos el ayer y cuando proyectamos el mañana, lo hacemos siempre e inevitablemente ahora (Wayne Dyer, 2004). No ha habido ni habrá nunca un momento en tu vida que no sea ahora. La vida sin reloj y sin tiempo es otro de los ilusionantes mensajes que quienes tienen síndrome de Down nos envían cada día.
* Emilio Ruiz Rodríguez. Psicólogo