Por Álvaro Delgado
Era ya sabido, pero este domingo volvió a quedar claro: En México se ha institucionalizado la delincuencia electoral, el uso faccioso de los recursos públicos, el asesinato político, la desvergüenza partidaria y el desprecio ciudadano.
Al flujo de la inmundicia, sigue el olvido impune.
El contubernio implícito del sistema así lo estipula: Todo se vale en campaña y que cada quien se quede con lo obtenido –como sea– el día de la elección.
Por eso no pasará nada con las 67 denuncias penales presentadas por el PAN ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade).
Ni con las 110 presentadas por el PRI.
Ni con las decenas más formuladas por los perredistas.
Ni se procederá contra los grupos de choque.
Ni habrá responsables de las casillas robadas.
Ni se sabrá quiénes asesinaron o secuestraron a 12 personas durante las campañas ni el domingo de la elección.
Nada.
Menos aún se procederá contra las organizaciones criminales que actúan bajo el camuflaje o la complicidad de partidos y gobiernos.
Todo se olvidará sólo para volver a aparecer en las siguientes elecciones.
Las “prácticas que creíamos superadas” –como recitan algunos imbéciles– son tan vigentes como el cinismo de quienes las ejecutan.
Porque sólo la impudicia permite que, en medio del chiquero, emerja otra vez el Pacto por México, ese invento autocrático que en nada ha beneficiado al país.
Si hubiera honradez entre los firmantes, incluido Enrique Peña Nieto, se admitiría que el adéndum, que explícitamente se propuso evitar todo lo descrito, fue una mascarada.
Entre los 11 compromisos del adéndum se consigna, textualmente, el “respeto a la ley y limpieza electoral”, edificar un “blindaje electoral”, promover la “participación de la sociedad civil”, garantizar la “profesionalización e imparcialidad de los delegados y operadores de programas federales” y establecer “comisiones plurales estatales”, así como una “comisión plural nacional de preservación del entorno político de equidad de la competencia, creación de condiciones de equidad de la competencia en cada uno de los 14 estados que sostendrán elecciones en julio de 2013”.
Dadas las complicidades, en el mejor de los casos se aprobará crear el Instituto Nacional de Elecciones, propuesta de Gustavo Madero, como si con eso un nuevo ente burocrático eliminará la institucionalización de la delincuencia en la que participan gobiernos, partidos, medios de comunicación, empresarios…
Por eso a la habitual apatía ciudadana se suma el repudio de millones de mexicanos a ir a votar. Es el desprecio a todo el sistema.
Esto no es democracia. Es una inmundicia…
Apuntes. Aunque Madero tomó oxígeno con el triunfo en Baja California y algunas ciudades relevantes, lo que no necesariamente le dará fuerza suficiente para reelegirse, la figura del PAN que emergió este domingo 7 es el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien tras aplastar al PRI consolidará su proyecto presidencial para 2018. Expriista, nieto de un exgobernador represor, discípulo de Elba Esther Gordillo y político inescrupuloso –prototipo de la podredumbre descrita arriba–, Moreno Valle dispone, como ningún otro gobernador “panista”, de los recursos para convertirse en candidato presidencial, ya no sólo del PAN, sino de la alianza con la “izquierda” que lo llevó al gobierno, en 2010, y que hizo ganar este domingo. Ni Margarita Zavala, la mustia mujer de Felipe Calderón, tendrá posibilidades ante él…
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Fuente: Apro