A 60 días del asesinato de Miroslava Breach, sus compañeros temen que la investigación sobre el crimen quede en el olvido.
A Javier Valdez lo pusieron de rodillas y le dieron 12 balazos
La investigación del asesinato de la periodista Miroslava Breach Velducea parece hundirse en la cifra del 99.7% de crímenes de comunicadores sin resolver.
El atentado ocurrió la mañana del pasado 23 de marzo, justo cuando salía a dejar a la escuela a Carlos, su hijo de 14 años. Desde entonces han transcurrido 60 días, sin que Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión dependiente de la Procuraduría General de la República (PGR), y la Fiscalía Estatal de Chihuahua, hayan dado muestras de un avance en las investigaciones que llevan a cabo por separado.
La reportera, colaboradora de Norte de Ciudad Juárez y de La Jornada, nació el 7 de agosto hace poco más de 54 años, en Chínipas, una comunidad situada a 275 kilómetros de la capital del estado y de muy difícil acceso.
Breach escribió mucho acerca de donde nació. Lo mismo describió la narcoviolenciaque desde hace muchos años azota a esa región, que de supuestos narcotraficantes que fueron postulados a candidatos por parte de los partidos Acción Nacional y del Revolucionario Institucional.
El descontrol en la seguridad pública que priva en Chihuahua fue un factor importante en el atentado, pero también influyó, según sus compañeros colegas han repetido hasta el cansancio en las redes sociales, el ambiente hostil en el que ejercen su oficio los periodistas en aquella entidad fronteriza.
A Miroslava la mataron por lengua larga. Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio.
— Javier Valdez (@jvrvaldez) March 25, 2017
Miroslava también cubrió durante más de 20 años otros temas como las violaciones de derechos humanos, abusos policiales, luchas por la tierra en comunidades indígenas de la sierra Tarahumara, además de los derechos de la mujer.
Los desplazados, un tema recurrente
El 6 de agosto de 2016, la periodista se fue a fondo en el tema de los centenares de familias de la sierra de Chihuahua, obligadas por el crimen organizado a huir de sus tierras.
“La historia es la misma en las comunidades de La Lobera, Milpillas, El Huicochi, Las Chinacas, en el municipio de Chínipas; El Manzano, en Urique; Ocoyachi y Jicamorachi en Uruachi; Bocoyvo, en Batopilas; El Durazno en Guadalupe y Calvo: grupos de sicarios irrumpen, ordenan a los pobladores dejar sus viviendas y propiedades; luego se asientan en la zona para sembrar amapola, de la que obtienen goma de opio, base de la heroína, cuya demanda desplazó el cultivo de mariguana en la región”, publicó en La Jornada.
En ese mismo texto describió que desde el 2012, el narco atemoriza a los pueblos “de San Rafael, Bachichivo, Guazaparez, Temoris, la cabecera municipal de Chínipas y los poblados de Milpillas, La Lobera, Las Chinacas y El Huicochi, en la zona límitrofe con Álamos, Sonora”.
La otra percepción
Aunque pareciera que todos están conscientes de los problemas que se viven en la Sierra de Chihuahua, el gobierno del estado tiene otra percepción.
El 8 de mayo pasado Cambio 16, el periódico oficial del Estado, difundió que “Santa Inés de Chínipas es un pueblo paradisíaco de la Sierra”.
Además de reflejar en el texto que las primeras chozas y una sencilla capilla de ramas de guamúchil y lodo fueron mandadas construir en el año de 1626 por el sacerdote Jesuita Julio Pascual, se plasma a esta comunidad como tranquila.
“Actualmente su población vive en un agradable ambiente, con oportunidades económicas en su producción de ganado, granos, frutas tropicales y la cordialidad de su gente”, describe una nota al pueblo donde nació Miroslava Breach.
El asesinato de la periodista llevó al diario local Norte de Ciudad Juárez a cerrar sus ediciones impresa y digital.
“Todo en la vida tiene un precio y un fin, un precio que pagar. Y si este es la vida, no estoy dispuesto a que lo pague ni uno más de mis colabores, tampoco con mi persona”, escribió el propietario Óscar Cantú, en la última edición del rotatito, el domingo 2 de abril.
¿Ese destino tendrán otros medios en el país, amenazados no solo por el crimen organizado sino por sus autoridades?, es una pregunta que muchos periodistas se hacen en México.
Fuente: Huffingtonpost