El apoyo del expresidente Vicente Fox a la reforma energética de Peña Nieto no sólo tuvo motivaciones políticas: en el actual sexenio es socio y cabildero de empresas petroleras que aprovechan la apertura del lucrativo sector. Pero la transformación del panista en negociante no fue repentina. En su libro Fox. Negocios a la sombra del poder, que el sello Grijalbo pone por estos días en circulación, el periodista Raúl Olmos, en colaboración con su colega Valeria Durán – ambos integrantes de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad–, detalla la forma como el guanajuatense ha utilizado y sigue usando la estructura del poder para acrecentar su fortuna y la de sus familiares. Proceso adelanta fragmentos del capítulo titulado “Fox se transforma en petrolero”.
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Por José Gil Olmos y Valeria Durán
El mediodía del miércoles 3 de febrero de 2016 Vicente Fox se presentó en el piso 11 del edificio ubicado en el cruce de avenida Patriotismo y Tintoretto, en la Ciudad de México, con su nueva personalidad de petrolero. Aquel día Fox acudió a la sede de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) como representante y socio de la empresa EIM Capital, la cual, en alianza con tres compañías petroleras de Estados Unidos, busca oportunidades de negocios, aprovechando la reforma energética.
El expresidente llegó acompañado de Francisco de la Concha Hamdan, sobrino del exsenador panista Fauzi Hamdan, quien también participa con Fox en EIM Capital. En esta iniciativa hay otro colaborador de renombre: Pedro Cerisola y Weber, quien fungió como secretario de Comunicaciones y Transportes durante su sexenio.
Fox, Cerisola y Hamdan son integrantes del consejo de EIM, y los tres hacen labor de cabildeo y gestión ante las autoridades federales para abrirle el paso a la naciente compañía, que fue constituida el 14 de mayo de 2014 en la Ciudad de México, pero que apenas está en camino de concretar sus primeros contratos en el sector energético. Los tres, encabezados por Fox, querían saber bajo qué condiciones saldrían a la luz las licitaciones para la extracción de petróleo y la generación de energía. Para ello, consiguieron una cita con el propio presidente de la CNH, Juan Carlos Zepeda Molina, la máxima autoridad del organismo, quien recibió a Fox en la sala de juntas núm. 2, del piso 11, junto con los comisionados Sergio Pimentel Vargas y Héctor Acosta Félix.
En la reunión, Fox puso una propuesta sobre la mesa: acelerar la ronda uno (el primer paquete de posibles contratos sobre la reforma energética) con el fin de incluir la explotación de recursos no convencionales, como el llamado shale gas, que utiliza la polémica técnica de fracking, la cual consiste en la fracturación hidráulica de rocas para la extracción de hidrocarburos y que los ambientalistas califican como muy nociva para el ecosistema. También el expresidente solicitó información geológica para ubicar zonas de futura exploración, en donde podría participar su empresa petrolera, y aprovechó la reunión para conocer detalles sobre las licitaciones que en aquel entonces estaban en curso, para la exploración y extracción de gas y crudo en aguas profundas del Golfo de México. Su interés –argumentó– era que los fondos de inversión enfocados al sector energético –como el que impulsa él, por 750 millones de dólares– estaban atentos para participar en las primeras concesiones para la explotación de los recursos petroleros del país.
Aquella reunión duró aproximadamente una hora, aunque ya desde meses antes Fox había iniciado su labor de cabildero petrolero ante las autoridades federales. Por ejemplo, el 23 de septiembre de 2015 el exmandatario había acudido al edificio de la CNH para presentar la estructura organizacional de EIM Capital, en la que aparecían como accionistas él, su hija Paulina Fox de la Concha y Pedro Cerisola, así como los jóvenes empresarios Francisco de la Concha Hamdan y Miguel Francisco Abed Ruiz. En ese primer encuentro, los consejeros del CNH le informaron a Fox que la quinta licitación de la ronda uno incluiría áreas de exploración de hidrocarburos no convencionales, como el shale gas, en los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí y Puebla. Sin embargo, esta modalidad se pasó finalmente a la segunda ronda –actualmente abierta– toda vez que faltaban reglamentos y normas para adaptarse dentro del gobierno. (…)
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2130, ya en circulación