Por David Brooks
La cultura oficial de guerra en Estados Unidos sigue siendo nutrida constantemente a través de espectaculares misiones asesinas, la resurrección de viejos enemigos como Rusia, y más nuevos como China, pero también con la ayuda clave de Hollywood.
La película Top Gun; Maverick ha sido, por mucho, el mayor éxito comercial del verano con el regreso de su superestrella Tom Cruise, una oda a los audaces y divertidos pilotos militares que se reúnen en una misión para destruir una planta nuclear en algún país no identificado, producida por Hollywood con el apoyo y aprobación del Pentágono.
El Departamento de Defensa ha trabajado de cerca con Hollywood por casi un siglo, y mantiene oficinas de relaciones con el mundo del entretenimiento en Los Ángeles, encargada de ofrecer el uso de equipo e instalaciones militares a cambio de control de los guiones de películas, programas de televisión y más, como en el caso de las dos películas de Top Gun.
El Pentágono y la CIA han ejercido control directo sobre más de 2 mil 500 películas y programas de televisión, escribió Roger Stahl, profesor de comunicación de la Universidad de Georgia y especialista en el tema, en un reciente artículo en el Los Angeles Times. En muchos casos hay contratos explícitos con los estudios, productores y directores incluyendo la aprobación de guiones y hasta la inclusión de “puntos claves” elaborados por los oficiales como condición para el uso de recursos militares como aviones caza, buques de guerra, etcétera. Mucho de esto no se divulga al público, denuncia Stahl.
Glen Roberts, encargado de la oficina del Pentágono en Hollywood, afirmó al The Guardian que su misión es “proyectar y proteger la imagen de nuestras fuerzas armadas” y que actualmente están trabajando con aproximadamente 130 producciones de películas, programas de televisión, documentales y más anualmente. Películas como Black Hawk Down, Transformers e Iron Man entre cientos más gozaron de la cooperación directa del Pentágono.
También es notable cuáles solicitudes de cooperación fueron rechazadas por el Pentágono, incluyendo dos del director Oliver Stone -Platoon y Nacido el 4 de Julio- y otras legendarias con mensajes críticos de la guerra ni lo intentaron, como Apocalipsis Ahora y el Dr, Strangelove.
Por supuesto, la propaganda pro-militar tiene una larga historia en este país y la versión “sanitaria” de las guerras -incluyendo las presentadas en películas y televisión es esencial para justificar los recursos necesarios para que siga operando el supremo poder militar global de la historia, incluyendo sus casi 800 bases militares por todo el mundo y operaciones bélicas/antiterroristas en 85 países.
Estados Unidos es, por mucho, el país con el mayor gasto militar en el mundo, superior a lo que gasta China, India, Reino Unido, Árabia Saudita, Alemania, Francia, Japón y Corea del Sur combinados.
En 2021 el total del gasto militar estadunidense fue de 801mil millones de dólares -parte del récord de gasto militar mundial que superó 2 billones por la primera vez en la historia y en plena pandemia, según cifras del centro de investigaciones militares SIPRI.
En los ultimos días, continua un gran concurso entre legisladores para seguir incrementando la propuesta de la Casa Blanca para gasto militar en 2022 y 2023 a niveles sin precedente.
A la vez, sigue la política bélica de Estados Unidos todos los días, contra nuevos y viejos -a veces son los mismos- enemigos y ante las constantes e infinitas amenazas.
El pasado fin de semana, el comandante en jefe, Joe Biden, tuvo la oportunidad de declarar un triunfo militar al anunciar desde la Casa Blanca que Estados Unidos había asesinado a Ayman al-Zawahiri, lider de Al Qaeda, con un ataque por dron coordinado por la CIA en Kabul, proclamando que “se ha entregado la justicia” y advirtió: “no importa qué tanto tiempo toma, no importa dónde te escondas, si eres una amenaza a nuestro pueblo, Estados Unidos te encontrará y te anularemos”.
El ataque fue recibido con elogios bipartidistas a Biden. Tal vez lo más notable, como ha sido el caso desde la declaración de la “guerra contra el terror”, es que casi nadie cuestionó si tales operaciones en otros países soberanos violan o no normas y leyes internacionales.
La justificación automática de la “guerra contra el terror” de los últimos 21 años sigue siendo parte de la retórica oficial aceptada como parte del derecho autoproclamado de Washington de defender su “seguridad nacional” en cualquier rincón del mundo.
Pero aparentemente la guerra contra el terror ya no es la preferida ahora que se ha resucitado a Rusia como principal enemigo, seguido, en segundo lugar, por China.
Hay un curioso regreso a los paradigmas anticuados de la guerra fría incluyendo la resucitacion de alianzas de ese tiempo. De hecho, este miércoles se festejó como acto triunfante bipartidista la aprobación por el Senado de la propuesta para la inclusión de Suecia y Finlandia a la OTAN.
Pero es China, según el consenso entre la cúpula, la que representa el real desafío a la supremacia estadunidense en el mundo, y ante ello, Estados Unidos está titubeando sobre cómo abordar al superpoder emergente sin tener aun una estrategia geopolítica clara, y con ello retrocediendo a la misma lógica de guerra fría.
Pero, como advirtió el economista Joseph Stiglitz en La Jornada, “si Estados Unidos se va a embarcar en una nueva guerra fría, tiene que comprender qué necesita para ganarla…. Estados Unidos sabrá hacer los mejores bombarderos y sistemas misilísticos del mundo, pero aquí no nos servirán de nada. Por el contrario, tenemos que ofrecer a los países en desarrollo y emergentes ayuda concreta”. Más aún, Estrados Unidos tiene que recuperar su credibilidad y demostrar su capacidad de liderazgo, afirmó, y “el primer paso es reducir la violencia con armas de fuego, mejorar la regulación ambiental, combatir la desigualdad y el racismo y proteger los derechos reproductivos de las mujeres. Hasta que hayamos demostrado que merecemos liderar, no podemos esperar que otros nos sigan” [https://www.jornada.com.mx/2022/06/22/economia/022a1eco].
Tal vez Hollywood podría ayudar en eso.
Fuente: La Jornada