El periodista Valentín Valdés Espinoza fue asesinado el 8 de enero de 2008, en Saltillo. A cinco años de distancia, el homicidio permanece impune.
Sepultado en el panteón Santo Cristo, de Saltillo, Coahuila, el recuerdo de su partida cala en los huesos mucho más que el invierno. La neblina, el aguanieve o las ráfagas de aire frío remiten a un mes de enero en el que la ciudad se conmocionó con el asesinato de un reportero. Un joven de 29 años que en su afán de comunicar fue silenciado.
Aunque las balas le hayan quitado la vida, su voz siempre resonará en los corazones de quienes lo conocieron, amaron y admiraron. Su memoria y su nombre permanecen intachables en todos los sentidos, aunque la sociedad permanezca indiferente para encontrar e impartir justicia a los responsables del atroz homicidio de Valentín Valdés Espinoza, quien se fue durante la madrugada del 8 de enero de 2010.
Hoy, a tres años del fatídico suceso en el que el comunicador perdió la vida al ser “levantado” tras salir de la redacción de este medio, junto con otros colaboradores que fueron mudos y paralizados testigos de esta afrenta a la libertad de expresión, su nombre permanece en una lista de pendientes que, más allá de las estadísticas, demuestran la falta de protección a los medios de comunicación y a sus trabajadores.
Alfonso González, profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAdeC, explicó cómo el asesinato de Valentín se convirtió en un doloroso proceso de cambio para los profesionales de este rubro, quienes ejercen de manera cautelosa una labor que debe ser valorada por las autoridades y las empresas editoriales para proteger y mejorar las condiciones de sus trabajadores.
“Por duro que suene, éste es un caso de tantos porque hay 2 mil 500 desaparecidos, que tampoco han tenido detenidos ni juicios para los responsables y esto nos lleva a que esto es un Estado que no está funcionando y no puede mantener las garantías individuales”.
González reiteró que con este suceso, junto al surgimiento de las redes sociales, se originó una complicidad entre la sociedad y los medios para proteger el acceso a la información, aunque aún quedan esas heridas y amenazas contra las casas editoriales y contra quienes llevan la información a las pantallas, los radios, las páginas de los periódicos o las cuentas de Facebook y Twitter.
“Su vida valía igual que la de todas las personas, eso me queda claro, pero como periodista había un valor extra porque él representaba a la voz pública que da a conocer hechos que son importantes para la gente. Valentín, para quienes se dediquen a esto en un futuro, será el referente de lo que puede llegar a suceder y eso desanima. Por otro lado, inspira a quienes tienen la misión de informar ante todo y creo que también debe ser un símbolo de vergüenza para las autoridades que no logran esclarecer nada sobre las causas de su muerte”.
ESPERAN JUSTICIA DIVINA
El 4 de marzo de 2010 Saltillo vivió una de las balaceras más intensas de su historia. En el enfrentamiento fueron abatidos cinco sujetos armados, quienes portaban una pistola que, según las pruebas de la Fiscalía General del Estado, fue la que le quitó la vida a “Vale”.
Sin embargo, para Rosy Revuelta este hallazgo fue una forma de terminar con las averiguaciones sin que los presuntos responsables sufrieran algún tipo de pena o castigo..
“Como que después quisieron buscar culpables para taparle el ojo al macho y decir que ya cumplieron, sin que se profundizara en quiénes fueron los responsables”.
La reportera aseguró que otro de los momentos más dolorosos dentro de esta amarga experiencia fue el hecho de vivir la incertidumbre y paranoia tras el hallazgo del cuerpo de Valentín, a quien conoció desde secundaria.
“Lo más doloroso fue y sigue siendo el hecho de que después de su muerte se haya hecho como que no pasó nada y que todo quedara a la deriva. Siento que él no se fue, lo conocía desde 1993 y él es una muestra de lo que se tiene que hacer. Le admiro que mezclara la familia con el trabajo, que se matara trabajando y se desvelara para estar con su familia. Generalmente se habla bien de una persona cuando está muerta, pero con Valentín creo que nadie tuvo nunca motivos para decir cosas malas”.
Noreli Agúndiz, compañera de la generación 19, aseguró que fue muy lamentable despertar con esa noticia hace tres años y comentó que ojalá las autoridades den una respuesta efectiva en algún momento sobre el paradero de sus victimarios.
“Invariablemente esto fue una pérdida para su familia y para quienes estuvimos con él. Sólo Dios sabe lo que pasó y ojalá las autoridades den una respuesta, Dios se encargará de ponernos a todos en nuestro lugar”.
LO RECUERDAN
Por segundo año consecutivo, su recuerdo alcanzó proporciones internacionales. La organización Nuestra Aparente Rendición presentó el caso de Valentín a nivel mundial en el marco del Encuentro Internacional de Periodistas, que se realizó el 29 de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con la presentación del libro “Tú y yo Coincidimos en la Noche Terrible”, que reconstruyó otras 125 tragedias de reporteros y comunicadores mexicanos victimados entre 2000 y 2012.
El trabajo presentado en la página 315 de este texto escrito por Lolita Bosch y Alejandro Vélez, recoge los testimonios de amigos y familiares, así como los comentarios de María del Carmen Espinosa Saucedo, madre de Valentín, quien explica las condiciones y el fallecimiento del periodista, considerado especialista de la nota policiaca.
» Nació el 12 de febrero de 1981 y falleció aquella noche trágica y helada del 8 de enero de 2010.
» Cursó sus estudios de secundaria en la Andrés S. Viesca, el bachillerato en la Mariano Narváez y su carrera profesional en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.
» Siempre era el primero en llegar y el último en irse. Valentín llegaba a permanecer de 12 a 14 horas en la redacción, en su afán de conseguir siempre la nota más importante del día.
» A las 0:50 horas del 8 de enero de 2010, una llamada al 066 alertó sobre disparos al oriente de la ciudad. Al llegar frente al Motel Marbella, la Policía encontró el cuerpo sin vida de Valentín, junto a un cartel de advertencia. Horas antes había sido capturado por elementos del crimen organizado en el bulevar Venustiano Carranza, quienes lo interceptaron cuando salía de su jornada laboral junto con dos compañeros.
» Pese a una modificación del Código Penal de Coahuila, en mayo de 2008, que castiga los asesinatos de periodistas con 60 años de prisión efectiva, sin condonación de pena, la violencia contra la prensa continúa.
Fuente: Zócalo