El pueblo que venció a Slim usa sus celulares para llevarle cultura a los jóvenes y atención a enfermos y ancianos
Por Shaila Rosagel/ Sin Embargo
Las personas de la tercera edad del pueblo de Villa Talea de Castro, Oaxaca solicitan por teléfono sus víveres a domicilio, sin necesidad de caminar por las brechas y el terreno accidentando de la región. Los campesinos que se ausentan de la comunidad durante días, pueden hablar con su familia. Los pobladores llaman a sus parientes en Estados Unidos por solo 20 centavos el minuto y los padres de familia que antes pagaban a cinco pesos el minuto para hablar con sus hijos en la ciudad de Oaxaca, ahora pagan 50 centavos.
No sólo eso: el pueblo indígena ubicado a cinco kilómetros de la ciudad de Oaxaca en la Sierra Norte de la entidad y que consiguió instalar su propia red de celular comunitaria, alternativa a las compañías de telefonía comerciales, ya no necesita caminar hasta dos horas o tomar transporte para llegar a la caseta de teléfono público donde el minuto se cobra hasta en 15 pesos y tampoco requiere de estar en una ciudad para tener señal en su dispositivo móvil. Ahora todo es más fácil.
“Ahora si hay una emergencia podemos llamar a la Clínica de Salud, los comercios están creciendo un poco, los jóvenes tienen un método de distracción sano y también se impulsa la cultura, pues durante el día la Radio Comunitaria Dizha Kieru, está mandando mensajes informativos a los teléfonos”, dice Alejandro López, un joven poblador de 21 años.
Para Alejandro la vida del todo el pueblo cambió para bien, después de mucho batallar por el servicio con las grandes compañías de telefonía celular como Telcel.
“En la comunidad sí había algunos teléfonos fijos, pero muy pocos. Las compañías nos pidieron un censo de 10 mil habitantes para poder ponernos la red y en el pueblo apenas hay 2 mil 500, pero aun así se juntó el número de personas que solicitaron con otros pueblos de los alrededores que se sumaron”, dice Alejandro.
Pero cuando cumplieron con el requisito de los usuarios las empresas les pusieron un obstáculo más: exigieron la construcción de una carretera hacia el lugar donde instalarían su antena.
“Pidieron que se abriera una brecha de carretera de unos cuatro kilómetros y entonces la comunidad ya no pudo cumplir porque salía carísimo”, narra.
Ante la incapacidad económica de la población, que se dedica a la siembra de maíz, frijol, café y la producción de queso panela, para pagar la construcción de un nuevo camino, los habitantes buscaron y encontraron una opción.
En la comunidad de Talea de Castro se instaló una radiobase celular interna que opera en banda de 900 mHz de uso libre en México, es decir, una red privada que no requiere permiso o concesión; que se conecta a un proveedor de internet y que contrata con un operador VoIP las llamadas salientes.
Un pueblo pionero
Peter Bloom es un estadounidense que vive en Oaxaca y que conoce las necesidades principales de los pueblos indígenas de la región.
Él y otros cuatro activistas, algunos anglosajones y otros mexicanos, se propusieron ayudar de forma voluntaria a las comunidades que carecen de acceso a la señal de celular a conseguirla a través de un grupo (que aún no está registrado como una Organización Civil) al que llamaron Rhizomatica.
“En México existen entre 30 y 85 mil comunidades sin acceso a la telefonía celular. Depende a quien le preguntes te dan las cifras. Si le preguntas a Movistar, te dicen que 85 mil y si le preguntan a la SCT [Secretaría de Comunicaciones y Transportes], son 50 mil. Lo cierto es que es mucha gente que no tiene cobertura en este país”, dice Bloom.
Hace dos años, Peter Bloom y sus amigos activistas, empezaron a gestionar la que hoy se denomina Red Celular de Talea (RCT) y que en un primer momento fue una idea que surgió a través de conocer algunas experiencias en el mundo.
“Yo en lo particular me interesé desde hace tiempo en el tema de acceso a la telefonía móvil y conocía algunos casos de Indonesia, pero nada como lo que hicimos en México. Acá realmente somos pioneros a través de este piloto que estamos haciendo”, cuenta.
El grupo habló con la comunidad y plateó el proyecto. Los habitantes de Talea fueron convocados por su gobierno basado en sus Usos y Costumbres y consultados sobre la posibilidad de adquirir unos equipos especiales para contar con una red propia.
“La comunidad dijo que sí y entonces nuestro trabajo consistió en toda la asesoría necesaria, la ayuda tecnológica, para conseguir a los proveedores, los costos de los equipos. El pueblo compró directamente con el fabricante”, dice el activista.
El equipo que hizo posible la señal de celular en la comunidad indígena costó 300,000 pesos, cantidad que fue costeada por el ayuntamiento comunitario y que se piensa recuperar con el pago de una cuota mensual de 15 pesos por cada habitante para tener acceso a la red.
“Esta cuota crecerá a unos 20 ó 30 pesos, porque la red tiene que ser autosuficiente. Este dinero es para el mantenimiento y también se destinará a un fondo que el pueblo quiere tener para este proyecto. La idea aquí es que es una red que tiene como objetivo principal un servicio a la comunidad y no con fines de lucro. Esta es la gran diferencia de este caso a cualquier otro que yo conozca en el mundo”, revela.
Organizaciones de todo el mundo, países sudamericanos y centroamericanos y pueblos de todos los estados de la República Mexicana han llamado durante los últimos meses al grupo de cinco activistas.
“Yo tengo contacto con muchas agrupaciones, pero nosotros somos solo cinco voluntarios y no nos damos abasto. No tenemos un peso para estos proyectos, todo lo que hacemos es voluntario y nos ayuda la organización Redes AC con las cuestiones legales. Quisiéramos ayudar en todas partes, pero hacemos lo que podemos”, dice.
Peter recuerda las palabras de un colega suyo en Indonesia, un país donde existen algunos esfuerzos por llevar cobertura de telefonía celular a pueblos lejanos, pero todos son comerciales.
“Me dice ‘eso en mi país no hubiera sido posible’ y yo le contesto: aquí tampoco si no fuera por la gran organización de este pueblo. Ellos ejercen la democracia directa y se ponen de acuerdo”, narra.
El grupo de cinco activistas realizan los primeros acercamientos a otras 30 comunidades de la zona, adelanta Bloom.
En una de ellas existe un proyecto adelantando, en el cual se conseguirá un equipo en 30 mil pesos.
“Estamos viendo, muy pronto vamos a instalar un equipo en otro pueblo, que saldrá más barato. Esa es la tendencia reducir los costos lo más que se puedan”, dice.
La banda de frecuencia sobre la que opera actualmente el servicio en Talea no es idónea y es por ello que se solicitó a la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) una concesión para experimentar el comportamiento de equipos en la banda de 850mHz, solicitud que parece viable y está en espera de resolución.
La brecha digital
El día que inició la prueba de la red de celular en el pueblo de Villa de Talea de Castro había 700 celulares encendidos, recuerda Bloom.
Y es que la población ya contaba con un equipo de telefonía móvil, pues lo utilizaba como cámara fotográfica y de video dentro de la comunidad y como teléfono cuando visitaba la ciudad de Oaxaca, el lugar más cercano con cobertura.
“Ya había celulares. Ahora traen una calculadora, linterna, pueden ver y hacer videos, escuchar la radio dentro del pueblo, entonces la gente iba a Oaxaca y lo usaba para comunicarse como cualquiera de nosotros”, dice Peter.
Para el activista no hay duda alguna de que el celular es el presente y el futuro para solucionar la brecha digital.
“En el mundo hay mil millones de computadoras portátiles circulando y ocho mil millones de celulares. El celular es la manera que la gente utiliza para interactuar con el mundo digital”, dice.
Fernando Gurrola Álvarez, presidente de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), recuerda que en México existen más de 90 millones de aparatos celulares, con un crecimiento importante de los Smartphones.
“Es una herramienta de comunicación fundamental para todos y es a través de estos dispositivos que viene una nueva penetración de internet, según los últimos datos hoy tenemos poco más de 45 millones de mexicanos conectados a la Web. En Distrito Federal y el Estado de México son los principales”, dice.
Gurrola explica que en promedio este año hay cuatro horas diarias de acceso a internet, media hora más que el año pasado, con un crecimiento de 11% respecto de 2012 en el acceso.
El especialista detalla que durante 2012 el incremento fue de 15%, por lo que los datos arrojan que hay un ligero declive alimentado por la falta de políticas públicas por sumar a más mexicanos a este servicio.
“Se requieren cambios drásticos para que haya una adaptación más rápida al acceso, el internet un derecho y en México sus usos comunes son para correo electrónico y redes sociales. Hay una incipiente creación de contenidos y de aplicaciones. Se debe incrementar la banda ancha, conocimiento, las habilidades digitales”, dice.
En el pueblo de Oaxaca se analiza la posibilidad de contar con acceso a internet a través del teléfono, sin embargo, aún no se discute dicen Peter Bloom y el joven Alejandro López.
“La mayoría de los jóvenes usa internet para redes sociales y tenemos que analizar muy bien en el pueblo, porque nuestra red no tiene mucha capacidad, no queremos que se sature. Hoy las llamadas duran cinco minutos y se corta automáticamente, porque no es muy amplia la cobertura”, dice el joven poblador Alejandro.
Fuente: Sin Embargo