Por Manuel J. Clouthier Carrillo
Al menos desde el año 2000 hemos escuchado el discurso oficial de que se necesita una “reforma fiscal integral”, y creo que esto es cierto. Sin embargo, en estos 14 años se ha engañado al pueblo de México con demagogia y populismo fiscal, se han aumentado los impuestos con carga a los causantes cautivos, no se ha realizado una reforma integral y se han dilapidado irresponsablemente dos recursos no renovables: el petróleo y el tiempo.
En casi tres lustros la clase política no ha avanzado en la definición consensuada de lo que sería una “reforma fiscal integral”. Urge un “Pacto por México” exclusivamente para trabajar en este tema con generosidad, patriotismo, responsabilidad y con visión de largo plazo, en el que participen al menos el Gobierno federal, la Conago, el sector empresarial, los trabajadores, los partidos representados en el Legislativo y Pemex, la paraestatal que financia 35 por ciento del presupuesto federal.
Para esto es necesario aceptar la corresponsabilidad de esos actores por haber perdido irresponsablemente el tiempo en este tema, sobre el cual el futuro nos alcanzó reduciendo radicalmente el margen de maniobra. Debe el PRI, partido en el Gobierno y antes oposición, reconocer su mea culpa por tener una mayor responsabilidad en esta omisión legislativa, que compromete la salud de las finanzas públicas y el crecimiento económico de nuestra Nación.
Las acciones son el resultado de las ideas. De aquí la importancia de conocer las ideas que inspiran las decisiones fiscales de la clase política en nuestro País. No existe iniciativa fiscal mala o buena si no se analiza bajo la concepción del ser humano y la sociedad, la economía y los objetivos que se quieren lograr. Sin esta reflexión es imposible diseñar un sistema fiscal óptimo, ya que no se tienen objetivos precisos de lo que se busca lograr.
Esto ha provocado absurdos como el populismo fiscal que prevalece en el debate legislativo, un ejemplo: el grito priísta de “No al IVA en alimentos y medicinas”, cuando debió decirse: “Vamos a analizarlo”. O cuando el PAN, entonces gobierno, impuso uno de los impuestos más injustos que jamás hayan existido: el IETU, y subió el IVA de 15 por ciento a 16 por ciento, pisoteando su postura histórica y la actual como oposición, bajo el argumento falaz de que era una reforma fiscal integral.
O bien vemos personajes como el Senador y ex Secretario de Hacienda Ernesto Cordero protestando públicamente con un “No al IVA en alimentos para mascotas”. Por favor, señores gobernantes y legisladores, dejen a un lado el circo y asuman la seriedad y la responsabilidad que la materia amerita.
Convencido de que este tema demanda un análisis posterior de mayor detalle, no quisiera concluir sin citar tres ideas fundamentales para el estudio del tema fiscal:
1) Los padres fundadores de la Constitución estadounidense comprendieron los peligros de un gobierno ilimitado… y la naturaleza coercitiva de los impuestos es una razón más para limitar la actividad del gobierno.
2) Juan de Mariana, uno de los grandes escolásticos hispanos en el Siglo 16, definió el principio rector de una sana política fiscal: “Debe ante todo procurar el príncipe que, eliminados todos los gastos superfluos, sean moderados los tributos”.
3) Continúa De Mariana: “¡Cuán triste es para la República y cuán odioso para los buenos ver entrar a muchos en la administración de las rentas públicas pobres, sin renta alguna, y verlos a los pocos años felices y opulentos!”
Concluyo citando a don Gonzalo Armienta Calderón, quien siendo presidente de la Academia Mexicana de Derecho Fiscal nos dijo: “No puede haber consciencia fiscal genuina si la autoridad tributaria se muestra insensible a los problemas humanos y empresariales”.
Twitter: @ClouthierManuel
Artículo publicado en el periódico El Universal