Por Jenaro Villamil
En el ocaso del gobierno de Enrique Peña Nieto, nuestra principal empresa e industria, Petróleos Mexicanos, está en el ojo del huracán. Una reforma energética que tuvo más promesas que resultados ha colocado a Pemex en un verdadero coctel complicado, aunque no inviable.
Tres elementos informativos surgieron en estos últimos dos días.
a) Por un lado, la calificadora HR Ratings ratificó la calificación triple A con “perspectiva estable” para Pemex, en contraste con lo dicho por otras calificadoras como Moody’s y Fitch Ratings, que redujeron la perspectiva de Pemex a “negativa”.
En su documento, HR Ratings explicó que los aspectos más importantes que le permiten considerar como “estable” esta deuda están los siguientes:
– Fuertes niveles de flujo libre de efectivo ajustado, que se traducen en una mayor capacidad de pago, con una cobertura de deuda de 1.4 veces durante los últimos 12 meses durante el segundo trimestre de 2018.
– Pemex continúa con su estrategia de mantener operaciones de producción y venta con “niveles de rentabilidad aceptables, que permitan mantener autosuficiencia financiera y limitadas requisiciones de recursos provenientes del gasto programable para inversión”.
– La revaluación del 87% de la deuda total denominada en divisas extranjeras (principalmente en dólares) permitirá un buen crecimiento operativo.
– El gran negocio sigue estando en Pemex Exploración y Producción (PEP), sobre todo en las reparaciones y estimulaciones de pozos en operación, “la incorporación de nuevos campos y la intensificación de la actividad física en Ayatsil y Maloob”, campos que han logrado “reducir los impactos negativos por reducción de producción en campos como Cantarell”.
En otras palabras, la exploración y producción sigue siendo el gran negocio y la viabilidad de Pemex.
La nota de HR Ratings reforzó la crítica de la futura secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien cuestionó el panorama pesimista presentado por la otra calificadora Fitch Ratings.
b) Por otro lado, este martes el presidente electo Andrés Manuel López Obrador tronó en su cuenta de Twitter contra el anuncio de que los actuales directivos de Pemex contrataron un millón 400 mil barriles de petróleo ligero a la empresa de refinación Phillips 66, que consideró “una muestra más del gran fracaso de la política económica neoliberal o neoporfirista de los últimos años”.
En un segundo mensaje en Twitter –algo inusual en él, ya que no menciona un mismo tema dos veces seguidas–, López Obrador abundó:
“Es tanta la enajenación de sus promotores o beneficiarios conservadores que se hacen los desencantados, no ofrecen disculpas; permanecen callados como momias. Además de corruptos e ineficientes son unos cinicazos. Perdón, me chocan”.
En respuesta, Pemex emitió un comunicado para explicar que esta decisión forma parte de una estrategia para “mejorar la dieta de petróleo que se utiliza en el Sistema Nacional de Refinación (SNR), lo que permitirá obtener productos destilados de mayor valor económico como gasolinas y diésel”.
“El crudo que se está importando es ligero, justo aquel para el que las refinerías mexicanas están configuradas y nosotros no lo tenemos; la compra se está haciendo para aumentar la eficiencia de ellas”, indicó la dirección de Comunicación Social de Pemex.
Nadie ha explicado por qué no tenemos este tipo de crudo ligero. Por qué se abandonaron las refinerías si hay rentabilidad en esta área.
c) Por su parte, el periódico Reforma publicó en primera plana, citando a un directivo de Grupo Idesa, que Pemex avisó que dejará sin gas natural a sus clientes de las grandes industrias en la zona sur del país desde noviembre, por lo que deberán buscar alternativas a través del Centro Nacional de Control del Gas Natural (Cenagas).
“Lo que vamos a tener que hacer es comprar gas licuado, a precio que no entendemos por qué es tan caro, y tendremos que pagar penalizaciones”, afirmó Uriegas en entrevista con Reforma. Calculó que tendrían que pagar 300 o 400% más caro y no hay manera de absorber este sobrecosto.
En un escueto comunicado, Pemex negó tal advertencia. Indicó que a través de su subsidiaria Pemex Transformación Industrial (PTI) “ha confirmado la entrega para el mes de noviembre de casi 100 millones de pies cúbicos diarios de gas natural para sus clientes en el sureste del país, bajo el esquema de venta de primera mano”.
Abundó: “Con esta medida se garantiza que no habrá desabasto de dicho energético en esta región.
“Pemex recuerda a sus clientes que cuentan con distintas opciones comerciales para adquirir gas natural y cumplir sus requerimientos”.
¿Fue un rumor, una presión o un malentendido? Aún no queda claro.
d) Por último, El Universal publicó este martes, en primera plana, que el próximo gobierno de López Obrador enfrentará una nómina de 107 mil 249 trabajadores jubilados, de los cuales casi 30 mil se retiraron en este sexenio, contra una plantilla activa de 128 mil trabajadores. Los empleados en activo representan un gasto de 57 mil 773 millones de pesos contra 40 mil 446 millones de los jubilados y pensionados.
En otras palabras, persiste la tendencia de que los jubilados y pensionados representarán una “bomba de tiempo” para las finanzas de Pemex.
López Obrador en sus primeros días como presidente electo convocó a jubilados y trabajadores en activo a “rescatar” a Pemex. En medio de este llamado, está el proceso de renovación sindical, donde el cacicazgo de Carlos Romero Deschamps quiere mantenerse y mimetizarse en la “cuarta transformación”.
Ante este panorama, tal parece que el gigantesco emporio industrial que representa Pemex merecerá una especie de “Comisión de la Verdad” interna para saber qué está sucediendo en la principal empresa mexicana después de la reforma energética.
Fuente: Homozapping