Un rey diferente para otra España

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Felipe de Borbón y Grecia se convirtió en el rey Felipe VI de España después de una vida dedicada a prepararse para suceder a su padre, Juan Carlos I, que abdicó por problemas de salud entre escándalos que dañaron la imagen de la Corona.

Felipe, de 46 años, tiene el duro trabajo de convencer de la utilidad de la monarquía a una ciudadanía cada vez más desencantada con la familia real que otrora fue muy popular.

El “heredero más preparado de la historia de España”, en palabras de su antecesor y progenitor, es muy diferente a su extrovertido padre y prefiere un estilo de vida sobrio, algo que podría ayudarle a limpiar la imagen de la monarquía mientras se prodigan los mensajes favorables al regreso de la república.

Un monarca “debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza”, fueron parte de sus palabras el jueves al ser proclamado por el Parlamento como nuevo rey de España.

Felipe Juan Pablo y Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia es amable y sabe cómo hacer que la gente se sienta cómoda a su alrededor, según lo que muestra públicamente, aunque sin el “sentido común” ni la campechanía de su padre.

“Está bien informado, tiene buen juicio, pero seguirá los consejos”, dijo Bieito Rubido, director del monárquico y centenario diario ABC. “Y algo que es muy importante en España, no es sencillo pero sabe cómo conectar con la gente”, añadió.

La discreta vida privada del que será nuevo jefe del Estado con su esposa plebeya, la periodista divorciada Letizia Ortiz, y sus dos hijas se debe tanto a su carácter como a su percepción.

Los observadores de la Familia Real cuentan que mientras la comitiva de Juan Carlos se salta los semáforos en rojo y va con las sirenas de policía, Felipe intenta pasar desapercibido.

“Es una persona seria, está en las antípodas de su padre, es más próximo a la madre, más alemán”, dijo a Reuters José García Abad, periodista y autor de “El príncipe y el rey” (2008).

El menor de los hijos de los Reyes de España, que sube al trono por la Ley Sálica que favorece al hombre frente a la mujer en la línea de sucesión, ha estado al margen de la corrupción y el escándalo que minó la credibilidad de la familia.

Felipe, aficionado a los deportes, a la actualidad y a la Historia, tiene fama de ser trabajador y recto y se ha esforzado por alejarse de una forma de vida pródiga de sus familiares.

Su agenda está repleta y lleva representando por años los intereses de España al más alto nivel, como en la recientemente fracasada candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos del 2020.

“La actual crisis económica (…) requiere una seria reflexión sobre cómo el espíritu colectivo puede recuperar valores que, en los últimos tiempos, han ido por mal camino”, dijo Felipe en un discurso en el 2012 refiriéndose a la “generosidad, integridad, esfuerzo y excelencia”.

Mejor valorado

Felipe lleva toda su vida preparándose para ser rey, una posición que cambió radicalmente desde que su padre fue nombrado por el dictador Francisco Franco y supervisó los años oscuros de la transición a la democracia.

“Felipe no tiene el 23-F (golpe de Estado de 1981), que es el bagaje, la gran baza, del Rey, pero tampoco tiene los pecadillos de los elefantes”, dijo José Miguel de Elías, director de la encuestadora Tecel-Estudios Sigma Dos, a Reuters.

Consciente de la gravedad de los tiempos, Felipe tuvo que intervenir en la gestión de la crisis monárquica, distanciándose públicamente de los duques de Palma tras un caso de corrupción que ha salpicado a la pareja, y al parecer también tuvo una influencia directa en una mayor transparencia de la Casa Real.

“La valoración de Felipe da la pista que puede mejorar la situación de la monarquía”, dijo De Elías haciendo referencia a un sondeo de febrero de Sigma Dos que mostró que tiene un 62 por ciento de aceptación frente al 50 por ciento de su padre.

Casi la mitad de los españoles creía que el rey Juan Carlos debía abdicar en favor de su hijo y más de una tercera parte, especialmente entre los jóvenes, quería que el país se convirtiese en una república, según ese sondeo.

Felipe VI, nacido el 30 de enero de 1968 en Madrid, fue educado en un colegio de clase media cercano al Palacio de la Zarzuela, al mismo que van su hijas Leonor y Sofía, de 8 y 7 años de edad.

A los 18 años juró lealtad a la Constitución española de 1978 y al Rey en el Congreso de los Diputados y asumió plenamente su papel como heredero, momento cuando la influencia directa de su padre empezó a cobrar mayor protagonismo.

Desde 1985 hasta 1988 tuvo una formación militar, puesto que como jefe del Estado también ostentará el mando de las Fuerzas Armadas, y estudió cursos en las academias de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire.

Después llegó a la Universidad Autónoma de Madrid, donde se licenció en Derecho y realizó cursos de economía. Sumó a su formación académica un Master en Relaciones Internacionales en la Edmund Walsh School of Foreign Service de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C., graduándose en 1995.

Con 28 años, comenzó a atender compromisos institucionales propios de su condición de heredero y participó en los acontecimientos más importantes de la vida pública española.

Tiene un sutil pero evidente sentido humor y parece disfrutar conociendo gente. Su personal de prensa se queja de que en ocasiones tienen que llevárselo.

Cuando era un joven veinteañero, Felipe, de ojos azules, llegó a ser considerado una especie de ‘playboy’. Dos de sus novias fueron rechazadas por sus padres como inapropiadas, una de ellas por haber sido modelo de ropa interior.

Su mayor rebeldía fue negarse a retractarse cuando sus padres pusieron trabas a su boda con Letizia Ortiz, en ese entonces presentadora de informativos de televisión cuyo abuelo trabajaba como taxista. Esta sería prueba de que heredó parte de la notoria voluntad de hierro de su madre, la reina Sofía.

Se casó con Letizia en el 2004 y algunos observadores reales creen que su elección puede ser clave para la supervivencia de la monarquía, pese a las críticas recibidas por querer conservar en la intimidad su vida privada. Algunos consideran a Letizia como una modernizadora de la Casa de Borbón.

Aficionado al deporte

Felipe VI es un gran aficionado a los deportes, como el esquí y vela, disciplina en la que participó en clase Soling en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, donde fue el abanderado de la selección olímpica española, quedando en sexto lugar.

La vela es una de las pocas pasiones que comparte con el rey Juan Carlos, un hombre aficionado también a las cacerías y festejos taurinos que no le gustan a la reina Sofía y a su hijo.

Según observadores reales, Felipe acude habitualmente al gimnasio, juega al pádel y le gusta el fútbol. Se declara seguidor del Atlético de Madrid.

Aficionado al esquí, al cine, al baile, a la lectura y a los conciertos de música pop o rock, se ha visto a la pareja real en actuaciones de Alejandro Sanz, Van Morrison o Bruce Springsteen.

Un dato anecdótico, con su 1 metro 97 centímetros de estatura es el príncipe más alto del mundo, según el libro Guinness de los Récords de 2012.

(Información de la Redacción de Madrid; Editado por Raquel Castillo en Madrid y Silene Ramírez en Santiago, Chile)

Fuente: Reuters

 

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