Por José Blanco
La reforma energética ha sido pretendidamente vestida con un traje de gala, para su presentación: el discurso del general Cárdenas. Pero las realidades que las galas quieren cubrir, parece, no consiguen su cometido. El traje resultó traslúcido y la reforma empieza a quedar como el famoso emperador del cuento de hadas de Hans Christian Andersen: desnuda.
En breve, la conocida anécdota de este cuento: el emperador se hizo confeccionar un traje con una seda tan glamorosamente fina, según le dijeron unos modistos truhanes, que resultaba literalmente invisible para los estúpidos. El día llegó y los malandrines dizque vistieron al desnudo emperador. Vestido quedó y el emperador no podía ver su nuevo traje, pero hubo de quedarse callado para no pasar por estúpido. Y así salió a las calles a caminar entre sus súbditos, que al tanto estaban de las singulares propiedades de tan selectísimo traje.
Al tiempo que ensayaban diversas genuflexiones, sin lograr ver el novísimo vestido, exclamaban la grande admiración que decían sentir por el nuevo traje del emperador…, para no pasar por estúpidos. Un niño que de pronto se asomó a una ventana gritó: ¡pero si el emperador está desnudo! Los súbditos no tuvieron más remedio que aceptar lo evidente y repetir a voz en cuello lo mismo que el infante veía.
Cuauhtémoc Cárdenas que conoce muy bien los trajes del general, el pasado viernes escribió que la propuesta de reforma del artículo 27 constitucional del Ejecutivo, recupera el texto reformado de ese artículo durante la administración del ex presidente. En eso ha centrado el gobierno su campaña de propaganda para tratar de hacer creer a la opinión pública que la propuesta corresponde a la ideología y a las luchas que Lázaro Cárdenas libró en vida en favor de México y su pueblo.
Lo más preocupante, desde luego, es la reforma al artículo 28. “De aprobarse la reforma de este artículo, dice Cárdenas, el Estado perdería la exclusividad en el manejo de las áreas estratégicas de la industria petrolera, desde la exploración y la explotación de los yacimientos y consecuentemente el manejo y cuidado de las reservas, hasta la transformación industrial del recurso en la refinación y petroquímica…”. En este malhadado caso el manejo de cualquier tramo de la producción del hidrocarburo, de la exploración a la refinación y la petroquímica lo llevará a cabo la empresa con quien el presidente negocie contratos o permisos. ¿Cuál es la fuerza del presidente mexicano para negociar con los CEO de Exxon Mobil o Royal Dutch Shell?
De acuerdo con Fortune, de las 10 empresas más grandes del mundo, por su volumen de ingresos, ocho son petroleras o están directamente vinculadas al sector de crudo o gas. Sólo tres compañías en el planeta facturan más de 400 mil millones de dólares (mdd) por año. Una de ellas es Wal Mart y las dos restantes son Exxon Mobil y Royal Dutch Shell, ambas petroleras. Esta es la fuerza de estos monstruos petroleros.
De otra parte la paraestatal de Rusia, Gazprom, es la primera empresa del mundo en producción de gas natural, y ¿qué cree usted?: su administración depende directamente del Kremlin. ¿Qué coincidencia, no es cierto? Ahora EPN podrá ser como Putin; pero corrijo, no, el nuevo zar de Rusia apenas maneja el gas, que no es poca cosa, pues ocurre que, de acuerdo con Wood Mackenzie, Gazprom es el principal proveedor de gas natural en toda Europa y su capacidad le permite extraer 9.7 mbp al día. EPN, en cambio, no sólo el gas, también toditito el petróleo en toda su cadena productiva. Insistamos, ¿el Presidente tendrá la fuerza para negociar, a la luz del día, favorablemente a la nación, contratos y permisos con Exxon o Royal? ¿Serían licitaciones transparentes que quién supervisaría?
El discurso oficial dice que privatizar consistiría en una emisión de acciones por parte de Pemex –con las adecuaciones legales que ello exigiría–, y colocarlas en la Bolsa de Valores (seguro de NY). Ahora volvemos a ver que los caminos de la privatización son múltiples. Se le quita el recurso de la nación a Pemex, se pone en manos del Ejecutivo, quien lo gestiona según el libre albedrío del presidente: con un privado o con Pemex. Naturalmente Pemex sería disminuido vaya usted a saber hasta dónde, porque sería sólo uno de los diversos contratistas posibles del Ejecutivo. ¿Quién se lleva las ganancias?, pues nos las repartimos: se trata de contratos de utilidad compartida; ¿en qué proporciones? Eso sí depende de la negociación del Ejecutivo con los tiburones mayores del planeta.
¿Y de dónde surgieron estas ideas tan exclusivamente empresariales? Pues de la única fuente que hoy surge el pensamiento económico: el neoliberalismo, que continúa obseso por permanecer como mainstream que dirige las políticas económicas del mundo, mientras su esencia de Doran Gray ya se ha dejado ver, mostrando su calidad underground de dichas políticas.
Esta reforma procede del menú de las políticas de shock que recomienda/exige el FMI. El término “política de shock” fue engendrado por Milton Friedman en los años 70 y se refiere a la retirada masiva de los subsidios estatales, la liberación total del comercio, la eliminación de los controles de precios y la privatización de los activos públicos. In nuce, la biblia que tiene trabadas las neuronas de la mayor parte de los gobernantes hasta la fecha.
Allá, no tan en el fondo de la reforma a la Carta Magna, parecen cabalgar esas ideas erradas pero del máximo interés de los más ricos de los ricos.
Fuente: La Jornada