El presidente electo, Donald J. Trump se retractó este martes de algunas de sus promesas de campaña más drásticas, desistiendo de su intención de encarcelar a Hillary Clinton, expresando dudas sobre el valor de torturar a sospechosos de terrorismo y afirmando tener una mente abierta sobre el cambio climático.
Pero en una amplia entrevista de una hora con reporteros y editores en The New York Times –misma que estaba programada, luego fue cancelada y posteriormente reagendada tras una disputa sobre las reglas para la misma– el señor Trump se mostró ferozmente sin remordimientos sobre desobedecer continuamente a los convencionalismos éticos y políticos que han dado forma por largo tiempo a la Presidencia de EU.
Aseguró que no tiene obligación de establecer barreras entre su imperio empresarial y su Casa Blanca, asegurando que la firma Trump “es ciertamente una marca más viva de lo que era antes”. Defendió a Stephen K. Bannon, su jefe de estrategia, por los señalamientos de racismo, llamándolo un “tipo decente” y atacó a los republicanos que no lo apoyaron en su poco ortodoxa carrera a la Casa Blanca.
La entrevista demostró la aparente ansiedad de Trump por complacer a su público y su tendencia a hablar generalizando, incluso cuando se le presionó para elaborar las posiciones políticas que lo impulsaron a la victoria apabullante y sorprendente sobre Clinton hace dos semanas.
Después de los gritos de “enciérrala” que lanzaban sus seguidores en los mítines de campaña, mientras él prometía procesar a Hillary, Donald expresó su empatía hacia su exrival. Dijo que no tiene interés en presionar para que se finque una acusación contra la señora Clinton por el uso de un servidor de correo electrónico privado o por actos financieros cometidos por la Fundación Clinton.
Fuente: NYT