Donald Trump ha tenido pocos defensores en el Congreso tan confiables como Matt Gaetz, quien ha criticado a un fiscal tras otro por su supuesto sesgo contra el presidente electo y ha amplificado con vehemencia el grito de batalla republicano de que las investigaciones penales en su contra son “una caza de brujas”.
Esa amistad fue recompensada el miércoles cuando Trump nombró a Gaetz como su elección para fiscal general, optando por un leal conservador en lugar de por abogados más consolidados a los que se consideraba como posibles candidatos.
Al anunciar que elegía a Gaetz como fiscal general y a John Ratcliffe el día anterior como director de la CIA, Trump subrayó la importancia que le da a la lealtad, dijo que el apoyo de ambos hombres durante la investigación sobre Rusia era un elemento central de sus cualificaciones y apuntó a sus expectativas de que los miembros destacados de su gobierno operen no sólo como protectores del presidente, sino también como instrumentos de represalia.
La dinámica importa en un momento en el que Trump, que asumirá el cargo tras dos acusaciones federales que se espera pronto se disipen y una opinión de la Corte Suprema que bendice la autoridad exclusiva de un presidente sobre el Departamento de Justicia, ha amenazado con vengarse de aquellos que percibe como adversarios.
“Matt erradicará la corrupción sistémica en el Departamento de Justicia y devolverá al departamento a su verdadera misión de combatir el crimen y defender nuestra Democracia y Constitución. Debemos tener Honestidad, Integridad y Transparencia en el Departamento de Justicia”, escribió Trump en una publicación en redes sociales sobre Gaetz, un republicano de Florida.
Los demócratas expresaron su alarma de inmediato. El senador Dick Durbin, el presidente demócrata del Comité Judicial del Senado, dijo que Gaetz “sería un desastre” en parte debido a la amenaza de Trump de usar el Departamento de Justicia “para vengarse de sus enemigos políticos”. El presidente de Common Cause, un grupo de buen gobierno, calificó la selección como “impactante” y “una seria amenaza para la aplicación justa e igualitaria de la ley en nuestra nación”. Incluso varios senadores republicanos expresaron su preocupación por la elección de Gaetz.
Que Trump valore abiertamente el papel de Gaetz en “derrotar la farsa de Rusia, Rusia, Rusia, y exponer la instrumentalización y la corrupción gubernamental alarmante y sistémica” no es del todo sorprendente. En su primer mandato, Trump despidió a un director del FBI que se negó a jurarle lealtad en una cena privada en la Casa Blanca y a un fiscal general que se recusó de la investigación del Departamento de Justicia sobre posibles vínculos entre Rusia y su campaña presidencial de 2016.