España no superará el bloqueo ni la incertidumbre política a corto plazo. Las elecciones generales –las segundas en menos de siete meses– celebradas ayer arrojaron un resultado parecido a las del 28 de abril, si acaso con una repartición de los escaños más compleja para la formación de un nuevo gobierno.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue el más votado, para alcanzar 120 diputados, pero perdió tres, además de que su potencial aliado en la izquierda, Unidas Podemos (UP), registró un debilitamiento en todas las provincias y sólo sumó 35 diputados, siete menos.
En la derecha hubo tres grandes cambios: el Partido Popular (PP) creció y sumó 87 diputados –21 más–, confirmando su posición de hegemonía en su bloque ideológico; mientras la formación de extrema derecha Vox se convirtió en la tercera fuerza del país, con 52 escaños –28 más–.
El gran descalabro de la noche fue para Ciudadanos (C’s), que sufrió una auténtica debacle y sólo sumó 10 diputados, frente a los 56 que tenía.
Ante la ausencia de un acuerdo para la formación de un nuevo gobierno entre el PSOE y UP, finalmente el presidente en funciones, Pedro Sánchez, decidió convocar a nuevas elecciones con el argumento de que se alcanzaría una nueva mayoría que desbloqueara la situación. Pero no fue así.
Con ciento por ciento de los votos escrutados, y con una participación de 69.88 por ciento –sólo dos puntos menos que las del 28 de abril pasado–, el Congreso de los Diputados queda de la siguiente manera: el PSOE, 120; el PP, 87; Vox, 52; UP, 32; Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), 13; C’s, 10; Junts per Catalunya (JxCat), ocho; Partido Nacionalista Vasco, siete; EH-Bildu, cinco; Más País, tres; Candidatura de Unitat Popular (CUP), dos; Coalición Canaria (CC), dos; Navarra Suma, dos, y un diputado para cuatro partidos nuevos y regionales: Teruel Existe, Partido Regionalista de Cantabria, Bloque Nacionalista Galego y Coalición por Melilla.
En los comicios también se eligieron los 208 parlamentarios que integran el Senado, que es a su vez la cámara de representación territorial. El reparto fue el siguiente: PSOE, 95; PP, 81; ERC, 11; PNV, nueve; Navarra Suma, tres; JxCat, tres; Teruel Existe, dos; y CpM, uno.
Con estos resultados se abre un periodo de incertidumbre en el que todo dependerá de la capacidad de los principales dirigentes políticos del país para llegar a acuerdos sólidos y estables para la formación una alianza que garantice sacar adelante una investidura y formar un nuevo gobierno.
Máxime cuando el país lleva cuatro años en una situación de bloqueo y el actual gobierno, que asumió el cargo en abril de 2018, ha tenido que prorrogar hasta en dos ocasiones los presupuestos que aprobó en su día el gobierno del derechista Mariano Rajoy.
En una noche electoral con un panorama tan nublado, el socialista Sánchez celebró la tercera victoria electoral consecutiva que ha logrado, pero advirtió que a partir de mañana trabajará para desbloquear la situación pensando en la formación de un gobierno progresista.
Sin embargo, los números no cuadran, pues el bloque de izquierda –si se suma a PSOE, UP y Más País– sólo daría 158 escaños, muy lejos de los 176 de la mayoría absoluta. Por eso Sánchez insistió en que para desbloquear la situación será necesaria la generosidad del resto de partidos políticos, que a su entender tienen que asumir la victoria del PSOE.
Sobre todo porque el propio Sánchez ya advirtió que en ningún caso asumiría la formación de un gobierno que dependiera de los partidos independentistas catalanes –que suman un total de 21 diputados–, pero que hoy día el acuerdo se ve casi imposible.
En el bloque de la derecha los números son aún peor, una vez que los tres partidos (PP, Vox y C’s) suman 150 diputados, a los que podrían añadirse hasta siete escaños más de partidos pequeños, pero que en todo caso no servirían ni para sacar adelante una sesión de investidura ni para la aprobación de ninguna iniciativa parlamentaria.
Algunos analistas ya apuntan a que una salida podría ser la formación de una gran coalición, como ha ocurrido en Alemania o en Grecia, con un pacto entre las dos principales fuerzas políticas del país para afrontar la crisis territorial que tiene abierta con Cataluña y la al parecer inminente crisis económica que se avecina.
El candidato del PP, Pablo Casado, no cerró la puerta a esta posibilidad, al menos no de forma tajante, al asegurar en su discurso que “nosotros pensamos que España no puede esperar más y vamos a ejercer el liderazgo que los españoles nos han dado.
Desde ya vamos a ser muy exigentes con el PSOE para ver que plantea Pedro Sánchez y después ejerceremos nuestra responsabilidad porque España no puede esperar.
Vox irrumpe con discurso de extrema derecha
Pero sin duda la sacudida que dejó estas elecciones fue la irrupción de Vox con 52 diputados y más de 3 millones de votantes con un discurso de extrema derecha, en el que centra la mayor parte de sus ataques a la ofensiva del independentismo catalán por llevar a cabo la secesión, pero además arremete contra las leyes de violencia de género, aboga por fortalecer las fronteras con la construcción de muros, de expulsar a los migrantes sin papeles y de abolir el actual modelo autonómico para centralizar las competencias más importantes.
Su líder, Santiago Abascal, lo dijo claro en su discurso: “Hoy se ha consolidado en España una alternativa patriótica y social que demanda unidad nacional y restauración de la legalidad en Cataluña. Demanda libertad frente a las mordazas y las leyes que ha venido imponiendo la “dictadura progre”.
Exige también fronteras seguras y una atención a la emergencia social porque millones de nuestros compatriotas lo están pasando muy mal.
El gran derrotado de la noche fue sin duda Albert Rivera, de Ciudadanos, que pasó de ser la tercera fuerza en el país y convertirse de súbi-to en la sexta, al perder 47 esca-ños y 80 por ciento de su poder parlamentario.
Una debacle histórica, sólo comparable a la que sufrió en los años 80 la fuerza de centro derecha Unión de Centro Democrática (UCD), que precipitó su desaparición. Rivera anunció la convocatoria de un congreso extraordinario para que sus militantes decidan el nuevo rumbo del partido, que podría empezar por su destitución como líder.
Fuente: La Jornada