Por Fernando Rosso
El motín policial y los saqueos en varios puntos de la ciudad de Córdoba, en una noche de furia, pueden tener una lectura a varios niveles.
Uno tiene que ver con la descomposición de la propia institución, cruzada por la crisis que implicó la salida a la luz de sus relaciones con el narcotráfico, la trata de personas y otros grandes delitos.
Ligado íntimamente a lo anterior, existe una crisis “salarial” y de presupuesto, basada en la tercerización del ajuste. La crisis y descomposición del estado se manifiesta en la decadencia moral y estructural de sus propios brazos armados (en Santa Fe vimos el mismo fenómeno). El “narco-estado” es la expresión de la propia descomposición al no poder mantener en orden a los agentes que deben ejercer “el monopolio del uso de la violencia”, el principio constitutivo de todo estado burgués “normal”. Y esto sumado a la crisis histórica del “partido militar”.
Un tercer elemento tiene que ver con la cuestión social. Como ya dijimos en otra oportunidad, los saqueos (que pueden haber sido impulsados por “operaciones” policiales o de otro tipo), actúan sobre un terreno social propicio en el que los sectores más vulnerables intenten resolver sus necesidades a través de este método. La Córdoba profunda que se quiere ocultar bajo la alfombra, la de la juventud de los barrios que tiene vedada su entrada “ciudadana” al centro, al que no puede ingresar sin sufrir algún apremio; irrumpe violentamente aprovechando la oportunidad de la crisis policial. La “Marcha de la Gorra” de hace algunos días, con más de 10 mil personas ya había adelantado en una acción progresiva, esta crisis.
Sin embargo, también hay una lectura política. Acá ensayábamos un análisis de la “crisis de autoridad” o de representación que vive el (des)orden burgués en Córdoba. Allí nos preguntábamos ¿Cuánto de “efecto acumulativo” de bronca y malestar muestran los números de esta elección y cuánto tardarán en irrumpir de manera más abierta?
La crisis policial y la irrupción social a través de los saqueos es una forma laberíntica de manifestación de la lucha de clases. La Córdoba explosiva irrumpe sorpresivamente y a su manera, para sacar a la luz sus desgarrantes contradicciones.
Entre el “cordobesismo” delasotisa, que es lo viejo que no termina de morir, y la renovada predisposición a la lucha del movimiento obrero que es lo nuevo que no termina de nacer; surgen estos fenómenos aberrantes: motín policial e irrupción de las fuerzas elementales de los sectores más empobrecidos, y una peligrosa campaña de demonización de la pobreza, que puede terminar en una guerra de las clases medias y sectores de trabajadores contra los pobres.
De la Sota volvió de urgencia de su gira por Colombia y convocó a una parodia de “Frente Popular” con la CGT y el “movimiento obrero”, los empresarios y los intendentes, para este miércoles a las 11 hs. Salió a responder con una línea “intransigente” contra el motín, a poco de una elección que mostró su gran retroceso y debilidad política, una parodia “delarruísta” de autoridad.
Para la clase obrera, la juventud y la izquierda se trata de articular una alianza capaz de movilizar a las fuerzas sociales fundamentales (el movimiento obrero y la juventud) en pos de un programa que resuelva genuinamente la crisis social atacando los intereses de los responsables de la situación social de conjunto: las multinacionales y la oligarquía sojera. Una planteo que debe partir de la oposición al motín que busca fortalecer a la fuerza represiva del estado. A la vez que levantar una alternativa a las salidas a la crisis policial que se reducen esencialmente a dos: o el fortalecimiento de esta fuerza represiva, mediante la capitulación a sus demandas (y a su reclamo sutil de impunidad) o su sobre-vida como corporación mafiosa, organizadora de todos los grandes delitos. O como siempre es posible, una combinación de ambas.
Comenzar a levantar la necesidad de la puesta en pie de una institución propia de la clase obrera y los sectores populares, que solo puede surgir de la más amplia movilización por todas sus demandas sociales y enfrentando a los verdaderos enemigos del pueblo, y sobre la base del desmantelamiento de este aparato represivo creado y educado para reprimir al pueblo. Una institución que debe tener como principio constitutivo la prohibición de la represión a los trabajadores y el pueblo. No hay resolución bajo este régimen que empuja a la descomposición a amplios sectores sociales y en muchos casos al enfrentamientos de pobres contra pobres. En la lucha contra este régimen social, surgirán las instituciones (milicias obreras y populares) que enfrentarán y podrán reemplazar al aparato podrido de las fuerzas armadas de este estado.
Córdoba, como Santa Fe, comienza a expresar las consecuencias del fin de ciclo, a través de sus “órganos más sensibles”, los brazos armados del estado.
El kirchnerismo podrá disfrutar hoy la caída en desgracia de uno de los opositores dentro del peronismo. Sin embargo, la trama de narcotráfico y otros negocios que impulsan descomposición de las fuerzas policiales y crisis social, no es un escenario exclusivo de Córdoba o Santa Fe, sino de toda la Argentina de la “década ganada”, en tiempos de fin de ciclo, debilidad de las coaliciones políticas burguesas y deterioro económico.
Blog del autor: http://elviolentooficio.blogspot.com.ar/2013/12/algunas-lineas-sobre-el-motin-y-los.html