En el hemisferio norte, el solsticio de verano anuncia la llegada de los meses más cálidos y es cuando el Sol alcanza su máxima altura, siendo el 21 de junio el día más largo y la noche más corta del año. Este período se asocia a la abundancia y la fertilidad desde hace cientos de años, lo que implica la celebración de diversas festividades en ciertos lugares del planeta.
Durante el solsticio de verano, el polo norte se halla más inclinado hacia el Sol respecto su plano de rotación, a unos 23,4 grados, aunque, sin embargo, no se encuentra más cerca del astro rey como muchos piensan. Esta inclinación provoca que lleguen diferentes cantidades de luz solar a distintas regiones del planeta durante la órbita terrestre, lo que significa que en el hemisferio norte se vive el día más largo y la noche más corta del año, mientras que en el hemisferio sur ocurre justamente lo contrario.
Pero ¿de dónde procede el nombre de solsticio? Pues el término viene del latín solstitium, que significa “Sol quieto”, debido a que durante varios días parece que su altura en el firmamento no varía. De hecho, en todas las civilizaciones, los solsticios han sido tradicionalmente un momento de gran importancia cultural y religiosa. Aún en la actualidad, y con algunas horas de ajuste, el de invierno coincide con la celebración de la Navidad en diciembre, y el de verano, con el encendido de las hogueras de San Juan. Y ¿cuándo alcanza el Sol su mayor elevación sobre el horizonte durante el solsticio de verano? Según el Instituto Geográfico Nacional (IGN) eso ocurre al mediodía de este día, momento en que el Sol alcanza su máxima latitud norte o su máxima latitud sur.
El nombre de solsticio procede del latín solstitium, que significa ‘Sol quieto’.
Uno de los lugares donde se celebra de manera más mística el solsticio de verano es en la construcción megalítica de Stonehenge, en Inglaterra. Allí, alrededor del círculo de piedras más famoso del mundo, se concentran cientos de personas que creen en una especie de enigmática confluencia de energías en algunos días del año. Más allá del más que dudoso misticismo del lugar, lo que sí han comprobado los arqueólogos es que los distintos elementos que conforman Stonehenge están alineados para marcar la salida y la puesta del sol durante los solsticios de invierno y verano.
En cualquier caso, las estaciones se producen fundamentalmente por la inclinación del eje de la Tierra respecto al Sol y no por la distancia de nuestro planeta respecto al astro rey. Cuando en el hemisferio norte se observa el Sol más de cerca, en el hemisferio sur el Sol se ve más lejos (teniendo en cuenta que allí es invierno). Como explica el divulgador científico Alejandro Riveiro, “en el Ecuador no hay variación a lo largo del año, porque los días tienen aproximadamente la misma duración. En las regiones polares sin embargo la inclinación del eje provoca que el Sol nunca llegue a ponerse bajo el horizonte en el polo norte. Está iluminado durante seis meses”.
Fuente: National Geographic