La figura del religioso asesinado en El Salvador se agiganta. Fue ejemplo valiente de entrega y solidaridad con los pobres. Fieles piden su intervención milagrosa para recuperar la paz ante ola de muertes violentas
Por Bernardo Barranco V.
San Salvador— Un lienzo enorme de 20 metros de alto por 15 de ancho muestra la figura sonriente de monseñor Romero; es una enorme pintura instalada en un complejo de edificios privados frente a la plaza Divino Salvador del Mundo, donde este sábado 23 de mayo se realizará la ceremonia de beatificación. Todo en San Salvador es Romero: las portadas de periódicos, los reportajes en la televisón, afiches, pendones en las calles y peregrinos de diferentes países y del mismo El Salvador. Uno encuentra argentinos, peruanos, mexicanos visitando diversos lugares claves en la vida del arzobispo mártir. En la tumba de Romero, en la capilla donde fue asesinado se ven personas orando, algunas con intensidad.
Sin duda la figura de monseñor Romero se agiganta: si en vida fue un ejemplo valiente de entrega y solidaridad con los pobres, en su muerte se convierte en un mártir. En el también llamado hospitalito, donde murió, se entonan cantos. No lejos de ahí una mujer madura se hinca en la tumba estilizada de Romero y dice en voz alta: quisiera pedir que interceda por tanta violencia que hay y tanto temor entre la gente. Yo tengo mucha fe que nuestro país va a cambiar luego de esta ceremonia.
La petición nada tiene de teatralidad. El periódico La Prensa Gráfica titula su última edición: Promedio diario de homicidios es de 28 muertes violentas; podrían superar las 500 en mayo. Hay una guerra feroz: las organizaciones criminales han desplegado una ofensiva con saldos trágicos, por lo que los fieles piden la intervención milagrosa del inminente beato para recuperar la paz y la tranquilidad de un pueblo atribulado. Esta es la fe popular que deposita simbólicamente en íconos un imaginario de intenciones y demandas de vida, una realidad diferente posible; en una palabra: esperanza.
Los preparativos continúan. Hay cierres de calles, armado de templetes, operativos de vigilancia, puestos de socorro y primeros auxilios. Hasta días de asueto, todo para celebrar a San Romero de América, como aquí le llaman, siguiendo la proclamación que hace décadas formuló el obispo y poeta Pedro Casaldáliga. Los mismosmaras colaboran; han declarado una tregua, mientras el Frente Frabundo Martí ha publicado un desplegado en los diarios, en el que se lee: hoy y siempre reivindicamos a monseñor Romero como expresión de las luchas del pueblo, como la voz de los sin voz, como el obispo que hizo suya la opción preferencial por los pobres, y como ejemplo de amor y esperanza para la humanidad.
Óscar Arnulfo Romero sigue siendo objeto de disputas y polémicas. Hace unos días, uno de los secretarios del futuro beato, Jesús Delgado, declaró que Romero no se interesaba por la Teología de la Liberación, señalando: Los teólogos de la liberación visitaban a monseñor Óscar Romero y le dejaban sus libros, pero nunca los abrió: él estaba adherido a la doctrina de la Iglesia. Por supuesto, los sectores consevadores y sus portales han magnificado las declaraciones.
En cambio, los teólogos jesuitas salvadoreños restan importancia a la aseveración, señalando que no está en disputa la pertenecia teológica del beato, sino el reconocimiento a su entrega por los pobres y la defensa tenaz de sus derechos fundamentales. Por su parte, el ultraconservador cardenal español, antiguo factor de poder en la Iglesia de su país, ha tratado de disuadir a los obispos de venir a El Salvador argumentando que se trata de una beatificación política del papa Francisco.
Vienen presidentes como Rafael Correa y Enrique Peña Nieto, quienes ya confirmaron su presencia, así como cardenales, decenas de obispos y cientos de sacerdotes, principalmente de América Latina. El acto de betificación empezará a las diez y se prevé que termine a las 13 horas de éste sábado 23 de mayo.
La ceremonia se iniciará con un canto de los grupos corales de las parroquias de San Salvador. En seguida se presentará la biografía del futuro beato, un libro de recopilación entregado por Angelo Amato, representante del Papa. Se leerá una carta solemne, que declara la beatificación al tiempo que se devela la gigantografía, una foto colosal en la plaza. En seguida se ofrendarán reliquias de Romero, su camisa baleada, y el actual arzobispo dará un mensaje y agradecimientos al Papa por la beatificación. A continuación vendrá la misa, y la homilía estará a cargo del cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
Desde ayer jueves hay eventos culturales como exposiciones, conciertos, ofrendas y peregrinaciones. Justicia histórica marca esta beatificación porque los detractores de Romero hoy buscan distanciarlo de las corrientes progresistas de la Iglesia, mientras en el pasado lo acusaron de sedicioso y marxista.
Los trabajos sociológicos sobre la Iglesia católica en El Salvador antes de la guerra civil han identificado al arzobispo Romero como moderado progresista, muy atento a las directrices de la Iglesia, entonces marcada por las pastorales y teológicas del Concilio Vaticano II y la reunión de Medellín, que alentó el predecesor de Romero, Luis Chávez y González. Si bien en un principio Romero no mostró entusiasmo por el progresismo católico, la fuerza de las circunstancias y pérdidas personales como la del jesuita asesinado Rutilio Grande lo llevaron a ir posicionándose de manera determinante desde una Iglesia pobre para los pobres, tal como muchos obispos de su generación lo hicieron, pues venían de posiciones tradicionales.
Se puede constatar que la presencia de Francisco a la cabeza de la Iglesia ha contribuido para que la atmósfera de persecución se haya distendido. Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de dicha corriente, precisa que en la beatificación de Óscar Romero se opera una especie de caída del muro de Berlín en la Iglesia: “El clima en la Iglesia con la Teología de la liberación hoy es diferente. No puedo hablar de rehabilitación, porque eso supondría que hubo en algún momento una deshabilitación, y no fue así… Ellos y tantos otros obispos, como Angelelli en Argentina, fueron asesinados y ofrecieron su vida por la Iglesia y por sus pueblos”, aseguró Gutiérrez en conferencia en la sala de prensa del Vaticano, durante la presentación de la 20 asamblea general de Cáritas, que sesionó en Roma hasta el 17 de mayo. Romero sigue vigente en el corazón y las expectativas del pueblo salvadoreño.
Fuente: La Jornada