¿Tiene Israel fecha de vencimiento?

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Por Adrían Salbuchi*

 

No, no se trata de algún titular de la prensa árabe o de los medios de difusión alternativos.

Como ya dijimos en RT el pasado 16 de noviembre, se trata del título de un artículo publicado en el diario israelí ‘Haaretz’ el pasado 9 de octubre, en el que el periodista Kobi Niv explica que “viene habiendo una batalla desde hace tiempo por el alma del pueblo judío-israelí. Esa batalla entre el ala sionista religiosa y el ala liberal secular pareciera aún no haber quedado decidida. Algunos creen que en las próximas elecciones los liberales seculares podrán establecer un gobierno que neutralizará el espantoso sionismo religioso, echándolo del poder… Más si miramos un poco la realidad, queda claro como el agua que esta batalla ya ha quedado decidida y el que sionismo religioso ha ganado”.
Estas luchas intestinas dentro del seno del sionismo se ven crecientemente reflejadas entre todas las comunidades judías del mundo, especialmente en los Estados Unidos, dónde el sionismo reina supremo. La misma línea divisoria está afectando a la política de todos los países hacia Medio Oriente en general, e Israel en particular.
El 29 de noviembre vimos cómo las Naciones Unidas consolidaron la posición de Palestina, transformándolo en Estado Observador No-Miembro en una votación de 138 a favor, 9 en contra y 41 abstenciones. Inmediatamente, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reaccionó autorizando más de 3.000 nuevos asentamientos ilegales en el Margen Occidental, disparando fuertes protestas de países usualmente pro-Israel como Francia, el Reino Unido, España y Suecia, que llamaron a sus embajadores en Israel para consultas sobre estos hechos.

 

Amenaza nuclear

Luego, esta semana hubo creciente presión sobre la ‘Amenaza Nuclear’, mas esta vez no se trató de las consabidas acusaciones contra el plan nuclear iraní -que aún sus peores enemigos admiten que sólo se encuentra en etapa embrionaria-, sino contra el arsenal nuclear totalmente listo para usar que tiene Israel, que le permite lanzar bombas atómicas sobre cualquier capital del mundo árabe e incluso, si Israel lo desea, contra territorio europeo, ruso y de África del Norte.
Si, como aseguran los sionistas religiosos, Israel es una manifestación de la ‘Voluntad de Dios’, entonces sólo Dios sabrá cuándo, de qué manera y contra quiénes los israelíes podrán utilizar sus armas nucleares.
Efectivamente, la Asamblea General de las Naciones Unidas acaba de aprobar -por 174 votos a favor y 6 en contra- la exigencia de que Israel debe: (a) suscribir inmediatamente el tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1970, a fin de (b) blanquear de una vez por todas el arsenal nuclear ilegal israelí, consistente en unos 400 artefactos nucleares producto de más de veinte años de apoyo y suministro norteamericanos, y (c) permitir el ingreso a sus instalaciones nucleares de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica, tal y como lo permite Irán a sus instalaciones nucleares, y como incluso lo permitió Saddam Hussein en Irak antes de la destrucción de esa nación mártir a manos de las fuerzas militares pro-israelíes de los neoconservadores de George Bush, Dick Cheney, Paul Wolfowitz, Richard Perle y Douglas Feith en 2003 siguiendo el plan de guerra descrito en el infame “Proyecto por un Nuevo Siglo Estadounidense”.
Hasta que Israel no cumpla con esta exigencia de la ONU, seguirá en la misma categoría de “Estado trasgresor”, como Corea del Norte.
¡Claramente, se trata de información con la que los multimedios globales occidentales no quieren turbar la tranquilidad de la opinión pública mundial!  Claro… están demasiado ocupados en generar ambiente beligerante contra el teórico programa nuclear aún por desarrollar, probar y desplegar de la República Islámica de Irán…

 

Paz, no Apartheid

Tal es el título de un libro escrito por el ex presidente de EE.UU. Jimmy Carter en 2006, en el que describe el comportamiento bárbaro israelí que pudo observar durante un viaje a Palestina.  Haciéndose eco de los estudios realizados por investigadores de alto calibre, como los profesores Stephen Walt (decano de la facultad de ciencia política de la Universidad de Harvard) y John Mearsheimer (jefe de la cátedra de ciencia política de la Universidad de Chicago), ‘Haaretz’ explica en el mencionado artículo que el problema proviene “del peso creciente que tienen los sionistas religiosos entre la población israelí”.
Luego agrega que “si uno observa nuestro sistema educativo, verá que se ha hecho más y más nacionalista y religioso. Las fuerzas de defensa Israelí (fuerzas armadas) y sus comandantes son cada vez más y más sionistas y religiosos. La legislación se torna más y más sionista y religiosa. Los tribunales se hacen cada día más sionistas y religiosos. Los medios de difusión seculares y liberales están en colapso mientras que el mundo académico va cediendo y cayendo en brazos del sionismo religioso”.

 

¿Lo pequeño siempre es bello?

Si uno tiene en cuenta que todas estas crisis globales, convulsiones, invasiones, amenazas nucleares, guerras y rumores de guerra tienen una fuente en común en un Estado minúsculo -Israel- con una población de apenas 5.700.000 habitantes (o sea, el 0,008% de la población del mundo), uno comienza a preguntarse si no estaremos ante un caso de “Mucho ruido y pocas nueces”, según el título de la magnífica obra del inglés William Shakespeare.
Es más: la población total global judía es de apenas 13.580.000 habitantes, según informa el semanario británico ‘The Economist’ en su informe ‘Mapeando el judaísmo’ publicado el pasado 25 de julio, lo que significa que los judíos representan menos el 0,02% de la población mundial. O sea, el 99,8% de la Humanidad es ‘Goy’, o no-judía.

En su obra, Shakespeare recomienda “pausar un instante y permitir que mi consejo te conmueva”, lo que nos lleva a preguntamos si no será que toda la humanidad ha quedado secuestrada por una minoría extremadamente pequeña al tiempo que extremadamente poderosa.
Otra línea memorable de esa obra explica que el problema radica en que “con el tiempo el toro salvaje quedó atado al yugo”, que nos tienta a ver a Estados Unidos en el rol de ese “toro salvaje”, y al Sionismo en el rol de ese poderoso “yugo”.
‘Haaretz’ finaliza diciendo que “la pregunta clave no es tanto si Israel seguirá existiendo dentro de diez años, sino qué tipo de Israel tendremos dentro de diez años, si es que tendremos un Israel en general. Es verdad: esta es una pregunta difícil de contestar porque, como todos sabemos, el futuro nos es desconocido. Pero, por otra parte, el futuro es casi siempre una consecuencia de procesos que le preceden. Y los procesos con lo que nos estamos moviendo hacia el futuro son dolorosamente obvios. La única pregunta que queda por responder es si el pueblo de Israel y su gobierno consiste en un 70 por ciento de sionistas religiosos, o solo un 60 por ciento de sionistas religiosos, y cuando se llegará a la masa crítica del 90 por ciento de sionistas religiosos y, en tal caso, si ello ocurrirá dentro de dos o siete años…  ¿Puede un país semejante seguir existiendo a lo largo del tiempo?”

 

¿’Quo Vadis’, Israel?

Sí. Literalmente preguntamos: ¿Adónde se dirige Israel? Y hacemos esa pregunta en términos geográficos.

¿Veremos en la próxima década el surgimiento de una ‘Festung Israel’ – una inexpugnable “Fortaleza Israel” cuyos únicos habitantes serán sus aguerridos militares, altamente capacitados y dotados de poderosísimo armamento junto al fundamentalismo fanático del Movimiento de Colonos “sionistas religiosos”, al decir de Haaretz?
¿Una “Fortaleza Israel” a la que se mantendrá artificialmente viva gracias a la permanente transfusión de recursos y dinero que recibe desde Washington, Nueva York, Londres, París, Berlín y otras capitales?
¿Qué hará Israel, sin embargo, con el resto de los -digamos- dos o tres millones de hombres, mujeres, niños y ancianos que están cansados de tanta guerra?
¿Fundará el sionismo un NUEVO y segundo Estado Judío para ellos, tal como se dejara entrever hace ya más de un siglo?

Efectivamente, en su libro fundacional publicado en 1896, ‘El Estado Judío’, el Padre Fundador de Israel, Theodor Herzl, señalaba la conveniencia de pensar en términos de dos Estados judíos. En verdad, uno de los capítulos de ese libro -verdadera biblia del sionismo internacional- lleva por título ‘

 ¿Palestina o Argentina?
Ya nos hemos referido a ello en un artículo en RT en enero 2012 describiendo sus lineamientos:
Innegablemente, llega el momento en que Argentina debe abrir sus ojos, especialmente respecto a su inmensamente rica, subpoblada, desguarnecida y vulnerable Patagonia… ¡y empezar a prepararse para lo peor!
Para colmo el Reino Unido, aliado tradicional del sionismo, mantiene una poderosísima base militar nuclear en las Islas Malvinas frente a las costas patagónicas argentinas. Las crecientes claudicaciones, errores, desvaríos -sino viles traiciones- de los sucesivos gobiernos de la ‘democracia’ de los presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y, hoy, Cristina Kirchner, no han hecho más que dejar a la Argentina absolutamente inerme e incapaz de responder a esta creciente amenaza que se avecina a pasos agigantados.
Hoy, la República Argentina, más que una ‘Nación Independiente’ es un ‘territorio aún no invadido’ por las acechantes fuerzas externas que podrán hacerlo sin mayor dificultad el día que así lo decidan, pues Argentina no podrá oponer resistencia alguna.
La Independencia Política y Soberanía Territorial se defienden con medidas concretas que demuestren una voluntad concreta de hacer frente a peligros externos e internos que acechan.
Sin embargo, en la última década el Gobierno Kirchner ha hecho lo contrario a lo que dicta una sabia previsión y defensa del Interés Nacional Argentino. Ha desarmado y debilitado a la Nación, no sólo a través del desmantelamiento sistemático y unilateral de sus otrora poderosas fuerzas armadas, sino -lo que es mucho peor- a través de la degradación política, moral y cultural de amplios sectores de la sociedad argentina.
En comparación, Brasil, sabiamente proyecta su poderío militar sobre el Atlántico Sur en defensa de sus recursos y para contrarrestar la ilegítima presencia naval anglo-norteamericana en esa región.
El ex presidente Juan Domingo Perón le legó a la Argentina una preclara Doctrina de Grandeza y Fuerza Nacional. Tristemente, Menem y los Kirchner representan la más abyecta contradicción de todo lo que en ese sentido representó Perón.

 

Adrian Salbuchi para RT
* Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentador de radio y televisión en Argentina. www.proyectosegundarepublica.com.ar

 

Fuente: Actualidad RT

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