El caso de la modelo colombiana Stephanie Magón Ramírez enfrenta a la procuraduría capitalina y al Tribunal Superior de Justicia, y de paso exhibe la descomposición de la colonia Nápoles. Mientras la primera dependencia habla de un homicidio accidental –versión que avala el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera–, el presidente del tribunal, Édgar Elías Azar, dijo que “intencionalmente la mataron a golpes”, pero horas después fue desmentido por su propia institución.
Por Sara Pantoja/ Proceso
Conocida hasta hace años por su tranquilidad, la colonia Nápoles se transformó paulatinamente en un foco rojo. El viejo remanso alberga hoy bares, restaurantes y antros donde se organizan fiestas clandestinas y, presuntamente, hay trata de personas. Es en ese perímetro de la delegación Benito Juárez donde la semana antepasada murió la modelo colombiana Stephanie Magón Ramírez, de 23 años.
Originaria de Cali, había llegado hacía pocas semanas a esa colonia, donde residen otras extranjeras, sobre todo sudamericanas y caribeñas. Algunas viven solas o comparten departamentos y por lo general trabajan en establecimientos comerciales cercanos, refieren los integrantes del Comité Vecinal.
El 18 de abril pasado, policías capitalinos realizaron un operativo en tres departamentos de la calle Indiana número 6, esquina con Texas, donde viven 15 extranjeras. Según las afectadas, de nacionalidades argentina, colombiana, paraguaya y venezolana, dos presuntos agentes de la Policía Federal Ministerial y dos civiles las “rescataron”.
A cambio, les pidieron un millón de pesos para no entregarlas al Instituto Nacional de Migración (INM). Cuando se descubrió la extorsión, fueron destituidos César Barrientos Deras, identificado como Jefe Goliat, director de la Región Sur de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina (SSP) y otros dos mandos menores. El expediente se encuentra en investigación en el área de Asuntos Internos de la dependencia.
En esa colonia reside Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno de la Ciudad de México. Habita en uno de los departamentos del exclusivo Residencial WTC, ubicado en avenida Del Parque y Chicago, que siempre está resguardado por policías y cámaras del sistema de videovigilancia C-4.
A principios de siglo, en la colonia Nápoles había casonas estilo colonial californiano con amplios jardines, comentan a Proceso los antiguos vecinos. Pero el Plan Delegacional de Desarrollo Urbano (PDDU) abrió sus puertas al boom inmobiliario y comenzaron a construirse edificios de departamentos, así como hoteles, restaurantes, bares, oficinas gubernamentales, empresas, centros de espectáculos y comercios.
Ese cambio atrajo a actrices y artistas mexicanos, quienes compraron viviendas en la zona. También llegaron mujeres de varios países latinoamericanos y europeos y se organizaron para rentar departamentos por los que pagaban rentas de entre 15 mil y 20 mil pesos o cuartos de azotea.
De acuerdo con los integrantes del Comité Vecinal, por las tardes y las noches esas mujeres trabajaban en los restaurantes y bares del corredor comercial, que los vecinos consideran como zona roja.
LA ‘CAÍDA’
La descripción de los vecinos sobre la presencia de extranjeras en la colonia Nápoles es similar a la que tiene la Procuraduría General de Justicia capitalina (PGJ), a cargo de Rodolfo Ríos Garza, pero las dudas persisten en torno a la extraña muerte de la colombiana Stephanie Magón Ramírez.
El pasado 30 de julio, alrededor de las 6:10 horas, fue localizado el cadáver de la joven modelo en medio de la calle Miami, frente al número 20, donde vivía. Estaba desnuda y el cuerpo tenía múltiples golpes. Al día siguiente, la PGJ informó que Magón Ramírez “era edecán y rentaba un cuarto” en el domicilio mencionado; también destacó que el cuerpo tenía “diversos golpes (traumatismo craneoencefálico y fractura de mandíbula)”.
El jueves 4, el subprocurador de Averiguaciones Previas de la dependencia, Edmundo Garrido, declaró a un noticiario radiofónico que alrededor de la 1:30 de mañana del 30 de julio la mujer llegó a un bar del centro de la Ciudad de México con varios amigos. La prensa lo identificó como el Foro Normandie.
Según el funcionario, la PGJ tiene videos y fotografías del interior del lugar cuando ella estaba ahí (expediente CI-FBJ/BJ-2/UI-3/3484/07-2016). De acuerdo con los datos proporcionados a la prensa, Magón Ramírez fue vista en el baño del lugar desnuda y “desorientada”, presuntamente a causa de alguna droga. Personal de seguridad pidió al grupo que se retirara.
Garrido agregó que un hombre y una mujer (presuntamente una uruguaya) salieron con Stephanie y tomaron un taxi a las 5:50 horas. Nueve minutos después llegaron a la casa de la colombiana y entraron, pero ella cerró la reja del edificio y subió sola a su departamento. A las 6:02 horas, sus dos acompañantes abordaron otro taxi y se alejaron del lugar. Ocho minutos después, según los reportes oficiales, la joven cayó del edificio.
‘SE LE CRUZARON LOS CABLES’
El funcionario informó que los peritajes en criminalística y medicina concluyeron que la modelo se arrojó del cuarto piso del edificio. Debido al impulso, su cuerpo se golpeó con los árboles que están sobre la banqueta —de ahí sus heridas—, por lo que cayó “a la mitad de la cinta asfáltica en posición decúbito dorsal de lado derecho”.
El martes 2, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Édgar Elías Azar, afirmó que, con base en la necropsia practicada al cadáver de la modelo colombiana, se concluyó que “intencionalmente la mataron a golpes”. La declaración puso en entredicho la versión de la PGJ sobre el presunto accidente.
Horas más tarde, el tribunal emitió una tarjeta informativa para corregir a su propio titular, al asegurar que el cadáver presentó “múltiples traumatismos de tipo equimótico y esciriativo en diferentes partes del cuerpo, herida por contusión y fractura de la mandíbula, lo que indica que muy probablemente son producto de una precipitación”.
El miércoles 3, la PGJ emitió otra tarjeta en la que afirmó que las heridas encontradas en el cadáver de la joven fueron “consecuencia de una precipitación” y que “no hay evidencia de huellas de lucha, defensa, forcejeo y/o sometimiento”.
El viernes 5, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, comentó que en las declaraciones “se cruzaron ahí un poco los cables”. Y aun cuando no mencionó al magistrado presidente Elías Azar, sí dejó entredicho su autoridad, mientras que dio el espaldarazo a la investigación de la PGJ, cuestionada por otros casos polémicos, como el multihomicidio de la colonia Narvarte ocurrido hace un año.
“Ahí está la procuraduría ya con la información completa de lo que aportó el tribunal —dijo—. Hasta ahora, de lo que yo estoy informado es que se trata de una precipitación, de una caída”.
Fuente: Proceso