Soldados asesinos

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Por Álvaro Delgado

No ha habido secretario de la Defensa Nacional (Sedena) tan activo en los medios de comunicación para defender al Ejército que el general Salvador Cienfuegos, pero no hay activismo que sirva –ni siquiera la defensa misma de Enrique Peña Nieto– si los soldados mantienen su ansia de cometer arbitrariedades, ajusticiamientos y matanzas cada vez más habituales en México.

En un país sin Estado de derecho y con autoridades indolentes que escabullen sus responsabilidades, incluidas las políticas, la sociedad está obligada a levantar la voz y afirmar que de esta crueldad inédita de miembros del Ejército contra civiles en tiempos de paz no son culpables sólo los soldados que la cometen, sino sus mandos y el comandante supremo de las Fuerzas Armadas: El presidente de la República.

Justo cuando el propio Ejército está también bajo sospecha por lafuga de Joaquín El Chapo Guzmán del penal del Altiplano, cuya vigilancia perimetral estaba a cargo del general brigadier David Enrique Velarde Sigüenza, comandante del Octavo Regimiento Mecanizado –con sede a medio kilómetro de la cárcel–, y luego del “vergonzoso desfile del Ejército mexicano por los Campos Elíseos”, como lo definió el diario francés Le Monde, dos atrocidades involucran a oficiales y tropa del instituto armado.

El primero ocurrió el 7 de julio en Zacatecas, donde siete jóvenes fueronlevantados en el municipio de Calera por elementos del 97 Batallón de Infantería, con sede en Fresnillo, y cuatro de ellos aparecieron muertos –¡con balazos en la nuca!–, mientras que otros tres están en calidad de desaparecidos, aunque este sábado fueron hallados tres cadáveres que podrían ser ellos.

El segundo hecho ocurrió en Michoacán, el domingo 19, cuando elementos del 86 Batallón de Infantería abrieron fuego contra una manifestación que presenciaban menores de edad en el puente de la comunidad de Ixtapilla, municipio de Aquila: Los niños Neymi Natali Pineda Reyes, de 6 años de edad, y Herilberto Reyes García, de 12, así como Melesio Cristiano, de 60 años, murieron por las heridas de balas.

En el caso de Zacatecas, la propia Sedena admitió que existen “indicios” de la participación de elementos del Ejército en la detención de los siete jóvenes y, de hecho, ya fueron detenidos el coronel Martín Pérez Reséndiz, comandante del 97 Batallón de Infantería, y tres militares más, identificados por pobladores como los autores de la desaparición y presuntamente de las ejecuciones.

No por ser obvio debe omitirse: El coronel y los tres militares tienen pleno derecho a la presunción de inocencia y a un juicio justo que esclarezca si participaron o no en los hechos, exactamente la misma garantía que le confería la Constitución a los siete jóvenes detenidos y que, por las evidencias que existen, le fue conculcada por los militares.

¿Fueron militares también los asesinos de los dos niños y del adulto en Aquila, Michoacán, como aseguran los testigos? ¿Fueron las balas disparadas por agentes de la Policía Federal o por la municipal las que causaron las tres muertes? Eso es lo que debe quedar perfectamente claro para evitar que, como ha venido ocurriendo, la imputación sea, en todo caso, a soldados en lo individual, no al Ejército como institución.

No le sirve al Ejército, ni a nadie, que se asocie a éste, en una generalización rajatabla, con el permiso para matar. Tampoco sirve al Ejército la defensa acrítica del general Cienfuegos de sus tropas, sobre todo cuando hay evidencias de los abusos: En vez de generar respeto, concita desprecio y aun odio.

Hoy, día de su cumpleaños 49, Enrique Peña Nieto, comandante supremo de las Fuerzas Armadas, aludió a las tropas en el contexto de las nuevas atrocidades que involucran a militares:

“Por más que a veces algunos se empeñen por manchar el esfuerzo que realizan las Fuerzas Armadas es de reconocer, como mexicanos, que nuestro Ejército y nuestra Marina, integrada por mujeres y hombres que han surgido del pueblo, trabajen todos los días con esmero, sacrificio, dedicación en favor de los mexicanos”.

No podía haberse referido Peña a otros que no sean, precisamente, los militares que en Zacatecas, Michoacán, Estado de México, Guerrero, Jalisco y en cualquier parte del país agreden, humillan y matan a civiles…

Y no hay que olvidarlo: La responsabilidad del Ejército a las calles es ahora de Peña Nieto, pero lo inició Felipe Calderón, un tipo llamado fracaso…

Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado

Fuente: Proceso

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